Entrevista a Daniel Jiménez Franco (Segunda Parte): “Se explota la demagogia buscando rédito electoral mientras se pasa el rodillo de la mayoría absoluta en nombre de la protección de la integridad del territorio nacional y de la seguridad”

En el número anterior, comenzamos nuestra entrevista al sociólogo jurídico Daniel Jiménez Franco (@unenormecampo en Twitter) preguntándole por el origen y la finalidad de las prisiones en el sistema capitalista. Este mes dejamos de lado la cuestión carcelaria para preguntarle por otros temas sobre los que ha escrito en diversos artículos y libros a lo largo de los últimos años: la transformación de su ciudad (Zaragoza) y el deterioro de los servicios públicos, la represión a activistas y personas migrantes y la denuncia de la tortura o violencia institucional. Todos sus escritos los podemos encontrar en Un Enorme Campo.

Todo por Hacer (TxH): En los últimos años has participado en distintas iniciativas en tu ciudad. Por ejemplo, en la campaña ‘Zaragoza no se calla‘ contra la represión por expresarse libremente o ejercer el derecho de manifestación. Explícanos el origen de la campaña y el objeto de su denuncia.

Daniel Jiménez Franco (DJF): La campaña se lanzó en respuesta (“defendiéndonos”, como de costumbre, maldita sea) a una querella por ¡delito de odio! presentada por un sindicato de funcionarios del Ayuntamiento en defensa del buen nombre de la Policía Local. El Grupo Derechos Civiles 15M Zaragoza, que había nacido en 2012 en un contexto de movilización callejera muy distinto al actual, llevaba un tiempo recogiendo denuncias y testimonios de parte de los manteros de Zaragoza junto a la Asociación de Inmigrantes Senegaleses en Aragón. Todo comienza en la anterior legislatura municipal, tras varias amenazas y señalamientos por parte de sindicatos policiales, cuando hicimos llegar al Ayuntamiento un dossier con testimonios de manteros que relataban abusos de parte de agentes de la Policía Local, convocamos varias concentraciones de apoyo en varios casos de manteros agredidos y denunciados, alguna que otra rueda de prensa… y a los uniformados protectores de nuestros derechos les debió de parecer excesivo, ya no la tabarra de los y las blanquitas defensoras de derechos, sino eso de que los negros ejerzan el derecho a hablar en público, así que una jueza enmendó la plana al denunciante, reformuló la acusación sustituyendo el delito de odio por injurias y calumnias, y acabó admitiendo la querella para llevar a juicio al entonces presidente de la Asociación de Senegaleses.

Los dos años de pena de banquillo y basura mediática (Heraldo de Aragón, del grupo empresarial Henneo, siempre ahí) acabaron en absolución ratificada por el Tribunal Constitucional e imposición de costas a Staz, el sindicato en cuestión. Una victoria de esas que alivian, pero dejan la cicatriz que pretenden dejar. La nota freaky es que la decisión del Supremo lleva la firma de jueces conservadores como Marchena, Llarena y Del Moral.

TxH: En los últimos años has escrito artículos académicos sobre la desigualdad en Zaragoza y sobre los planes de regeneración urbana en el barrio de El Gancho. Y en 2022 publicaste en AraInfo (junto con más personas) un artículo contra el abandono de los servicios públicos y la criminalización contra los usuarios en tu ciudad. ¿Qué nos puedes contar acerca del estado actual de la capital de Aragón en términos urbanos, de gestión de servicios, diferencias de clase, etc.?

DJF: Pues os lo resumo con tres notas frescas. Primero, la “Ordenanza preelectoral in extremis” de Limpieza Pública y Gestión de Residuos, una Ordenanza Cívica 2.0 que sanciona con multas de 50 a 750 euros “la extracción, rebusca, triaje o recogida de residuos una vez depositados en los recipientes ubicados en la vía pública”, definida como infracción leve. Parece que conviene castigar a quien rebusca en la basura y a quien no pueda pagar la multa puede enviársele a un curso de reeducación (ya se sabe que buscar en la basura es cuestión de valores).

Otra de las prohibiciones es la de “tender ropa mojada o regar plantas ensuciando la vía pública o produciendo molestias”. El horario para limpiar balcones y terrazas o regar las macetas “será desde las 22 horas de la noche hasta las 8 horas de la mañana”, que para nuestros munícipes ya hay casas bastante feas con gente bastante fea como para encima colgar ropa, que hace feo. Para quien tenga curiosidad, el Grupo Derechos Civiles acaba de publicar una carta al Ayuntamiento en Arainfo.org a propósito del civismo que los ricos enseñan a los pobres. A ver, que los autores de la Ordenanza Cívica en tiempos de la gloriosa Expo2008 (copiada de la de Barcelona y con párrafos colados en catalán en su primer borrador) no cebaron la especulación, expulsaron a tanta gente de algún barrio del casco histórico, dispararon la deuda municipal y pusieron a Zaragoza “en el mapa” para que ahora se fastidie tan glorioso modelo.

Segundo, un dato: según los estudios de los mercaderes inmobiliarios, Zaragoza es una de las ciudades españolas donde resulta más rentable comprar una vivienda para ponerla en alquiler, y resulta especialmente sangrante que los barrios más rentables sean los más pobres.

Tercero, algo que ha ocurrido esta misma tarde, os juro que la casualidad lo ha querido: mientras respondo estas preguntas, oigo un choque en la calle, debajo del balcón. Ha resultado ser un atropello de motorista a peatón. En pocos segundos mucha gente ha acudido atenderles. Uno de ellos parecía tener dolores serios. El otro estaba paralizado boca arriba. La primera pareja de policías ha tardado tres o cuatro minutos en llegar. Antes de diez minutos, ya contaba dieciséis policías desde mi balcón, pero la primera ambulancia ha tardado más de veinticinco. Ha habido suerte, ambos heridos han sido trasladados al hospital, ambos podían aguantar media hora de espera en el suelo. Parece una anécdota aislada, pero me parece un ejemplo magnífico, una metáfora de las políticas públicas en un mercado-nación, un ejemplo que se repite cada día: pase lo que pase, sea cual sea la necesidad, cualquiera que sea el servicio público interpelado, falta de todo menos policías.

TxH: Uno de los temas sobre los que más has escrito es sobre la represión a activistas. En tu web podemos encontrar artículos sobre el caso de Ruymán de la FAGC y de las anarquistas detenidas por terrorismo en las Operaciones Pandora y Piñata. ¿Qué elementos comunes tienen todos los casos represivos? ¿Cuál es, según tu experiencia, la mejor forma de afrontar la represión?

DJF: Ostras, menudo preguntón. El elemento común es un poder que siempre se ve en la obligación de actuar, un grado de violencia estructural que es caldo de cultivo de la violencia institucional y sus expresiones individuales.

Sobre la “mejor forma” de afrontar la represión, creo que tengo la suficiente vergüenza como para no proponer una receta categórica. No voy a deciros absolutamente nada nuevo en cinco líneas, pero estaremos de acuerdo en que una condición imprescindible es ser cada vez más en más luchas, proyectos y lugares, para poder pensar más en construir y menos en defenderse.

La represión persigue justo el efecto disuasorio y despolitizador contrario, claro está, pero cuidadín, que si algo llevamos unos años aprendiendo es que ese efecto también se logra a través de otros procesos “no represivos”. La democracia española debería habernos ayudado a entenderlo muy bien. Hay un sumatorio aún más efectivo que las porras, las multas y la cárcel: las porras, las multas, la cárcel y las urnas – entendidas como símbolo de un régimen teatralizado de “elecciones permanentes” en el que la función de la política institucional, como nos recuerda Santiago López Petit, es generar un vacío despolitizador.

TxH: También has escrito, junto con Alejandro Forero, un artículo sobre la persecución del Estado español contra las personas que denuncian la existencia de tortura. ¿Qué nos puedes contar al respecto?

DJF: Pues que ese artículo forma parte de un libro colectivo sobre “criminalización del activismo” editado por la compañera Valeria Vegh Weis. El término original en inglés es activism y su traducción al castellano no me parece del todo correcta, menos aún porque nuestra aportación se centraba en el caso del compañero Iñaki Rivera, director del Observatori del Sistema Penal i els Drets Humans (OSPDH) de la Universitat de Barcelona (a quien llamar “activista” suena hasta chistoso) y la cascada de querellas con la que sindicatos y asociaciones de funcionarios de prisiones respondieron a una de sus apariciones en la televisión catalana, indignados porque se había limitado a citar lo que cualquier institución internacional competente en la materia lleva años afirmando: que en las cárceles (en las catalanas, en ese caso, como en todas) se tortura.

No tiene por qué tratarse de una práctica sistemática y programada, ni siquiera tiene que ser ejercida por la mayoría de funcionarios (sean carceleros o policías), pero cuando se da cuenta siempre cuenta con un silencio cómplice y general. A veces, como en el caso del acoso contra Iñaki, esa complicidad también consiste en ruido corporativista, insultos y amenazas. Son muchos años de trabajo admirable de las compañeras, espero que podáis preguntárselo a él/ellas y leerlo en los próximos números de Todo por Hacer. En todo caso, como diría Iñaki, “lo peor de todo es el tiempo y el esfuerzo que te hacen perder”.

La historia se repite mil veces: “no hay tortura” (negación literal); “no es tortura sino uso reglamentario de la fuerza mínima imprescindible” (negación interpretativa); “se ha respetado los principios de coherencia, idoneidad y proporcionalidad”; “los casos aislados se están investigando hasta sus últimas consecuencias” (negación inculpatoria). Así es como las autoridades estatales suelen negar la evidencia de tortura y malos tratos según las tres categorías de Stanley Cohen, un estado de negación que blinda a los poderes estatales ante la existencia de ese crimen de estado. Que se lo pregunten al Ministro Marlaska.

TxH: En tus obras has dado mucho peso a la represión específica (penal y extrapenal) que sufren las personas migrantes y has seguido de cerca los debates sobre las expulsiones en caliente.

DJF: Lo primero, que comenté en la primera parte de la entrevista, es porque el pilar y (a la vez) chivo expiatorio de la economía política durante la época del “milagro español”, que también es la de la burbuja penitenciaria, se llama “cinco millones de trabajadores-as extranjeras pobres”. Lo segundo tiene que ver con una investigación sobre legisprudencia en la que debíamos analizar algunos debates parlamentarios en el proceso de producción de las leyes.

Mi caso se centró en la disposición que legalizó las devoluciones en caliente dentro de la Ley Mordaza. Mi resumen coloquial: qué asco y qué vergüenza. Lo que encontramos en ese caso es un buen ejemplo de cómo explotar la demagogia y vender promesas buscando rédito electoral mientras el de enfrente pasa el rodillo de la mayoría absoluta en nombre de la protección de la integridad del territorio nacional y la seguridad de sus defensores. Qué gran oportunidad para la poesía humanitarista y qué caso tan claro de racismo de Estado. Lo titulé “Discutir, expulsar y echar valores fuera”.

TxH: En tu web podemos encontrar numerosas traducciones realizadas por ti de diversos estudios sociológicos, jurídicos, antropológicos, etc. También, en tus propios artículos, citas a una gran cantidad de personas. Y colaboras con personas de distintos países en numerosos artículos de todo tipo. Queríamos preguntarte qué autores y autoras nos recomiendas para entender mejor nuestra realidad.

DJF: Pues con lo que tengo ahora mismo encima de la mesa: Capitalismo gore de Sayak Valencia, Cómo va una montaña a ser dios de Eduardo Romero, El amanecer de todo de David Graeber y David Wengrow y Barco de esclavos de Marcus Rediker.

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