Anarquistas de Bialystok. 1903-1908

Editorial: Furia Apátrida y Edicions Anomia. 217 páginas. Barcelona y Manresa, mayo de 2009

Como todo el mundo sabrá, este año se “celebra” (aunque no todos/ as lo hagan por igual) el centenario de la revolución rusa de 1917. Cien años desde un acontecimiento histórico que trastocó el recién estrenado siglo XX. Y como para ciertas cosas no somos nada originales, pues hemos decidido ir publicando mensualmente una reseña sobre algún libro, documental, película… que trate sobre el movimiento revolucionario ruso de finales del siglo XIX y principios del XX. Ciertamente, nuestro modo de entender la realidad social, política o económica determina nuestra mirada concreta sobre la revolución rusa, de modo que aquellos materiales que recomendemos no irán encaminados a reforzar ninguna de los vértices de la dupla “buen/a demócrata capitalista vs bolchevique”, sino más bien a visibilizar aquellas posiciones que, prácticamente a la vez, ganaron y perdieron una revolución.

Llegamos tarde, lo sabemos, y aunque ya estamos en mayo (si bien el mes pasado incluimos una reseña del último libro del historiador Julián Vadillo, “Por el pan, la tierra y la libertad: El anarquismo en la revolución rusa”), nos sigue pareciendo una buena idea realizar esta recopilación mensual de material. Pues de todo se aprende.

Para dar el pistoletazo de salida hemos elegido este libro publicado en Barcelona hace ya 8 años, “Anarquistas de Bialystok. 1903-1908”. No es un libro al uso, sino más bien una recopilación de textos que incluye dos ensayos específicos sobre el anarquismo en dos ciudades del Imperio Ruso, varias pequeñas biografías sobre activistas, algunas octavillas de la época o un repaso al devenir de una de las revistas libertarias más destacadas que publicaron los protagonistas de esta historia. Un popurrí bastante interesante, en el que el primer texto del libro (un tercio del mismo), sobre Bialystok, destaca sobre el resto.

Si bien es cierto que dos de los grandes pensadores del anarquismo clásico del siglo XIX son de origen ruso, Bakunin y Kropotkin, no es hasta principios del siguiente siglo que las formas organizadas de esta ideología penetran en el vasto Imperio. El largo exilio de ambos (como el de muchos/as otros/as revolucionarios/as rusos/as), el desarrollo industrial más tardío del país y otras tantas causas determinaron esta situación. Es por ello, que la puerta de entrada del anarquismo en Rusia se abrió a través de la ciudad fronteriza de Bialystok –actualmente parte de Polonia- y sus alrededores, una población industrial habitada en gran medida por proletarios y artesanos judíos (con una importante minoría polaca). El pequeño grupo que se creó en 1903, denominado La Lucha, en parte formado por algunos/as rusos/as que volvían del extranjero, fue tomando fuerza rápidamente, atrayendo a numerosos/ as activistas y obreros/as desencantados/as con el resto de organizaciones revolucionarias presentes en la ciudad, los/as socialistas judíos/ as del Bund, los/as socialistas polacos/as o los/as eseristas. Durante sus cinco años de existencia, participaron en la organización o apoyo de infinidad de huelgas, sabotajes, actos de difusión del anarquismo, creación de imprentas, asaltos a burgueses, mítines, boicots económicos, enfrentamientos armados con la policía o el ejército, círculos de debates, y como no, en la fallida revolución de 1905. Todo ello (y bastante más) es contado de forma muy elocuente y entretenida en el libro, que por momentos adquiera la forma de una historia (real) de aventuras.

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