La reacción se afianza en Italia

En el sur de Italia hay un pequeño pueblo llamado Riace que desde los años 50 ha venido sufriendo un proceso continuado de despoblación. Como tantos pequeños pueblos del sur Italiano la emigración es una de las pocas salidas que queda para las familias trabajadoras. Desde 2004 esta tendencia cambió con el acceso a la alcaldía de Domenico Lucano, un profesor defensor de los derechos humanos que venía con un plan pionero en Italia y que se ha convertido en ejemplo internacional. Frente a los discursos de odio contra la migración la propuesta de asentar personas refugiadas en el pueblo se presenta como una solución a múltiples problemas.

En 2016, en pleno discurso de “oleada” migrante sobre Europa, el pueblo de Riace acogió a 450 refugiadas en un pueblo de 1800 habitantes. El primer efecto de esto fue el no cierre de la escuela del pueblo. Las casas abandonadas fueron de nuevo habitadas y no hay constancia de problemas de convivencia entre nativos y extranjeros, se abrieron nuevos talleres artesanales y restaurantes. La vida cotidiana se revitalizó en el pequeño pueblo del sur de Italia. Lejos de los discursos grandilocuentes de acogida de las altas esferas políticas y de las ONGs, un pequeño pueblo italiano había conseguido lo que nadie había intentado y con éxito.

La sorpresa llegó a principios de Octubre. El alcalde del pueblo fue detenido y puesto bajo arresto domiciliario por “favorecer la inmigración ilegal”. Este suceso fue el fin de una escalada de ataques y amenazas con origen en el Estado Italiano y su nuevo gobierno de la derecha nacionalista. Meses atrás el Estado ya había bloqueado los fondos económicos de los proyectos de Riace. A la pareja del alcalde, Tesfahun Lemlem, de origen extranjero se la revocó el permiso de residencia que tenía. El Estado Italiano, con Salvini a la cabeza, acusa al alcalde de Riace de favorecer matrimonios de conveniencia para facilitar la obtención de permisos de residencia para los migrantes.

La Internacional de la Reacción

Este suceso no es un hecho aislado. La detención de un alcalde de un pueblo minúsculo y sin relevancia para la economía y política de gran escala italiana hay que entenderla dentro de la oleada nacionalista y con aires fascistas que amenaza a los pueblos de europa y el mundo. El partido el gobierno quiere dar con este golpe una advertencia muy clara: en Italia no caben todos. Con la llegada al poder del partido La Liga en colaboración con el errático Movimiento 5 Estrellas, resurge el fantasma del nacionalismo y la culpabilización de todos los grandes males a los extranjeros. El ministro de Interior, Salvini, aparece como el principal abanderado de esta causa xenófoba. Lleva años mostrando su rechazo de la inmigración y los inmigrantes, una vez en el gobierno ya mostró sus intenciones de hacer un registro racial para los gitanos, lamentando no poder expulsar a aquellos de origen italiano.

Este nuevo gobierno italiano es una muestra de la salida reaccionaria que puede darse en cualquiera de los países europeos en un momento de crisis política, económica e institucional continuada. Mientras que elevan un discurso contra la globalización, de defensa de los puestos de trabajo y los derechos laborales o de sanciones contra las empresas que deslocalicen la producción, lo incluyen dentro de un discurso en el cual solo caben los italianos blancos de buen origen. Al final, estos reaccionarios se sirven de problemáticas reales que afectan al conjunto de la mayoría de la gente trabajadora, como el paro o la precariedad, y se sirven de ellos para construir su utopía de pura raza.

Tampoco podemos olvidar la existencia de un movimiento fascista a pie de calle a través de Casa Pound, el equivalente al Hogar Social allá, cuyos ataques a migrantes y grupos de izquierda es una constante desde hace años. Así como la tolerancia de la policía ante sus acciones.

Esta realidad Italiana no dista mucho de las realidades que se viven ya en países como Polonia o Hungría, pero también en las grandes oposiciones en Francia, Holanda, Alemania o Finlandia. Una nueva internacional de la reacción está creciendo de los fangos de la crisis económica y de la desestructuración y desorganización de las clases populares y del descrédito de una socialdemocracia completamente vendida a los postulados neoliberales y de la globalización de la Unión Europea.

Puede que muchos de los problemas a nivel económico y laboral señalados por estos herederos del fascismo sean ciertos. Pero sus respuestas y argumentaciones están únicamente basados en el supremacismo y la xenofobia. Jamás lo estan en las diferencias de clase, la crisis ecológica por nuestro consumo desorbitado y el imperialismo europeo sobre el resto de países del mundo que empobrecen, esquilman sus recursos naturales y favorecen guerras que provocan la imposibilidad de llevar una vida digna de cientos de miles de personas en su lugar de origen por lo que se ven forzados a huir de sus casas.

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