El Manzanares vuelve a ser río

Madrid no tiene playa, pero a día de hoy podemos volver a decir que tiene un río, pequeño y poco caudaloso, pero río. Un río siempre ha sido una parte fundamental de todo asentamiento humano, desde los orígenes de la civilización los ríos han sido sinónimo de vida. Durante el siglo XX, a medida que el proceso de urbanización avanzaba, el Manzanares ha ido cambiando su forma, su uso y su imagen. De ser un espacio de ocio, de lavadero y casas de baño a principios del siglo XX a ser un cauce canalizado, obstaculizado y desnaturalizado. Cada vez Madrid era más ciudad, el Manzanares menos río y la vida en la capital más nociva. La urbanización basada en el ladrillo y asfalto junto con el crecimiento exponencial de las ciudades engullendo los antiguos pueblos de alrededor tiene efectos ecológicos y de salud que todas podemos observar: Uso mayoritario del vehículo privado, mayor contaminación, temperaturas más altas, falta de zonas verdes, pérdida de biodiversidad… El Manzanares y su proceso de pauperización es el reflejo del avance de la no-vida en Madrid. Un río que no corría, que se estancaba y con el calor del verano olía mal.

Renaturalizar para devolver la vida

Pero algo cambió en 2016. Ecologistas en Acción promueve la renaturalización del río con una idea muy sencilla: abramos las compuertas que obstaculizan el recorrido natural del río. Tras ello, y con una supervisión de ecologistas y técnicos, dos años después lo que era una sucesión de estanques se ha convertido en un nuevo corredor ecológico, en un entorno natural que contagia los barrios por los que transita. Surgieron islas y orillas, sobre ellas más de 50 especies de aves, cientos de peces y 2000 árboles autóctonos que no se veían desde hace décadas. El ser humano dejó de poner obstáculos a la naturaleza y está se desarrolló con una rapidez que nadie había previsto. Se hace más necesario que nunca, por cuestiones ecológicas de cambio climático y salud, el promover las zonas verdes y de agua dentro de las ciudades, más allá del mejoramiento estético que suponen, juegan un papel importante en la calidad del aire, la regulación de los ciclos naturales y en la regulación de la temperatura. Es por ello que una acción como esta de la renaturalización del Manzares puede parecer de poca importancia, pero en realidad nos muestra el camino por el que deben transitar las ciudades para evitar su inhabitabilidad.

Es un río, no un canal

Pero resulta que hay un pequeño reducto de gente que no está de acuerdo en que el Manzanares sea un río y quieren que sea un canal, un tramo de agua estancada que rompe con el corredor ecológico y trastoca el proceso de naturalización. La Federación Madrileña de Remo contaba con una escuela a la altura de la compuerta nº9, la cual fue reparada para julio de 2018 para que la escuela pudiera seguir realizando su actividad. La inesperada exitosa renaturalización del río trastocó los planes de mantener la escuela en el Manzanares. Volver a estancar un tramo iba contra la revitalización del río. Es entonces cuando el colectivo remero empezó a realizar protestas, apoyadas por el PP y Ciudadanos, que llegaron a la agresión durante el pregón de las fiestas de la Melonera del barrio de Arganzuela. El agua fue embalsada durante un mes, tiempo suficiente para comprobar su incompatibilidad con el proyecto ecológico. Existiendo espacios alternativos para el remo en Madrid, no tiene sentido destrozar un proyecto como el de la renaturalización que cuenta con el apoyo de las asociaciones de vecinos y ecologistas del lugar.

Transitando, más allá del río

El ejemplo del río Manzanares debe servir para seguir luchando por construir un modo de vida ecológicamente posible. Dentro de poco se empezará a restringir el vehículo privado en lugares céntricos de la ciudad. De nuevo este plan cuenta con el rechazo de las fuerzas reaccionarias que ponen por delante la libertad de los coches sobre la calidad de vida de las propias personas. Reverdecer la ciudad, aumentar la producción de alimentos en las zonas periféricas de las ciudades, sacar el coche privado del centro potenciando el transporte público, la bicicleta y el caminar, son ideas imprescindibles para transitar hacia ciudades más habitables. La importancia de estas ideas reside en que rompen con el modelo de vida consumista, acelerado y despreocupado que el capitalismo impone.

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