
El pasado mes de julio, el Gobierno laborista británico, con el apoyo de liberales y conservadores, aprobó una ley por la cual declaró a Palestine Action una organización terrorista. La votación en el Parlamento inglés concluyó con 385 votos a favor de la prohibición y 26 en contra.
Palestine Action, fundado en 2020, lleva cinco años organizando protestas pacíficas de diversa índole, como sentadas y bloqueos delante de las oficinas de Elbit Systems (empresa armamentísica israelí), pintadas en las sedes de las manufactureras de armas UAV Tactical Systems (franco-israelí) y Leonardo (italiana), la vandalización de un retrato de Arthur Balfour en Trinity College y el robo de dos bustos de Chaim Weizmann de la Universidad de Manchester. Su acción más grande, que es la que le ha granjeado el calificativo de «terrorista», fue la invasión de la base militar aérea RAF Brize Norton y el sabotaje a dos aviones Airbus Voyager con pintura y palos, el pasado mes de junio.
La calificación como “terrorista” de Acción Palestina en julio ha acarreado fuertes críticas al gobierno progresista de Starmer. Por ejemplo, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OCHA) planteó a raíz de este caso sus “serias preocupaciones de que las leyes antiterroristas se estén aplicando a conductas que no son de naturaleza terrorista”. Huda Ammori, cofundadora de la organización, ha impugnado la decisión, y en noviembre de este 2025 el Tribunal Superior debe decidir sobre esta decisión tomada por el Parlamento.
Desde la ilegalización del colectivo, miles de personas han sido detenidas en distintas manifestaciones por portar pancartas con la leyenda «Apoyo a Acción Palestina». El guionista Paul Laverty fue detenido en Edimburgo a finales de agosto por llevar una camiseta que decía “Genocide in Palestine, time to take Action”. El 6 de septiembre, 890 personas (de un total de 1.400 manifestantes) fueron detenidas en una concentración en el centro de Londres (857 de ellas acusadas de enaltecimiento del terrorismo por portar pancartas de apoyo a la organización y 33 por delitos contra el orden público), lo cual supone el mayor caso de detenciones masivas en la historia del Reino Unido. La concentración fue convocada por la organización Defend Our Juries, bajo el lema “Me opongo al genocidio. Apoyo a Acción Palestina”
Las detenidas lo fueron con base en la sección 12 de la Ley de Terrorismo inglesa, y afrontan posibles procesos con condenas que llegarían hasta los catorce años de prisión. Esta brutal respuesta afecta a las protestas contra el genocidio en Palestina pero también al propio derecho a la protesta. No solo por los registros, propuestas de sanción, multas, detenciones e incluso encarcelamiento, sino por el llamado “efecto paralizante” (chilling efect) y la represalias que pueden acarrear también en empresas y centros de trabajo la participación en manifestaciones de cualquier tipo.
Dos días después, una obra del grafitero Banksy apareció en la fachada del Tribunal de Londres, apoyando a las detenidas. En el mural aparece un juez dando mazazos con saña a un manifestante, que se intenta proteger con su pancarta. La Justicia ha anunciado que lo borrará para mantener el decoro del edficio.