Educación bajo mínimos

Llega diciembre y con él las vacaciones de invierno escolares. Dos semanas de “descanso” para estudiantes y profesionales de la educación. Dos semanas para desconectar mínimamente de un curso que ya venía con curvas desde un principio: retrasos y problemas en las becas comedor, plazas de docentes, muchas, que se cubrían con el curso ya bastante avanzado, eliminación del bachillerato nocturno presencial y sustitución del mismo por un híbrido semipresencial o el anuncio del aumento de las tasas de un 12%. Todo ello sumado a uno de los ya endémicos problemas de la educación pública madrileña: la sobrecarga de trabajo para un cuerpo docente ya bajo mínimos.

Reducción de las horas lectivas

Es en este contexto en el que echa a andar la campaña 18/23 la pasada primavera, y que tenía por objetivo denunciar el excesivo volumen de horas lectivas del profesorado madrileño en todas las etapas educativas. Actualmente, la cantidad de horas lectivas semanales, es decir, de horas dedicadas a la atención directa al alumnado, es de 20-21 en secundaria, FP y Régimen Especial, y 25 en educación primaria. La propuesta de la campaña, como se intuye de su nombre, es bajar a 23 horas para los maestros y 18 para el resto. Y esto no es otra cosa que subvertir un aumento en la carga de trabajo de los/as profesores/as que se realizó de la mano del gobierno autonómico de Esperanza Aguirre.

Porque si, para poder entender este conflicto es importante retrotraernos más de una década, hasta 2011, con la resaca de la crisis económica de 2008 y en plena ola de recortes. Es en este momento en el que se produce el aumento del horario de lectivo para el profesorado madrileño. Bueno, y para el de buena parte del Estado. Sin embargo, tras 12 años, Madrid, junto con Galicia, son las únicas Comunidades Autónomas en las que no se han revertido estos recortes. Más si cabe, el pasado 23 de noviembre entraba en vigor una nueva orden de la Comunidad de Madrid (CAM a partir de ahora) que permite el aumento de una hora lectiva más a la semana a cambio de un plus de 100 euros mensuales, todo de manera “voluntaria”. Pero podemos abrir un poco más el foco, pues si bien Madrid encabeza las estadísticas españolas, no hay que olvidar que España ya se sitúa por encima de la media de la OSCE y de la UE en horas lectivas por profesional.

¿Y esto qué supone?

Esta la pregunta clave, ¿qué implica, bajando al día a día del profesorado, estas 2 o 3 horas de más a la semana? Lo primero, aunque parezca una gilipollez, es aclarar que se habla de horas lectivas, no de horas de trabajo, pues siempre aparecerá el político de turno mezclando conceptos y tratando de hacernos ver que los demás trabajamos más de 23 o 25 horas semanales. Pues bien, hablamos específicamente de horas de clase, de horas dedicadas en exclusiva al alumnado, de modo que fuera de estas horas queda mucho trabajo directo del profesorado: programación de actividades, preparación de clases, tiempo de atención a las familias, tiempo para correcciones, tiempo para papeleo… Una carga de trabajo que antes se repartía en 2 o 3 horas más a la semana, y que ahora hay que sacarse de la manga.  A ello se suma que este aumento en las horas lectivas supuso también un aumento en el número de alumnos al cargo de cada profesor/a.

Y para más inri, más horas lectivas por trabajador/a también supuso menos docentes asignados a cada centro, de modo que el empeoramiento de las condiciones laborales de muchos vino de la mano del paro para otros. Y todo ello, mantenido en el tiempo durante 12 años, sin que el cambio en el contexto macroeconómico haya supuesto un cambio en unas circunstancias que se suponían derivadas de este mismo marco económico.

Esta situación acaba repercutiendo también, como no, sobre la calidad de la educación y atención dada a los menores y sus familias. Repercute sobre un sistema que estructuralmente segrega al alumnado, que no pone el foco sobre la atención de las demandas de necesidades especiales o que externaliza servicios por doquier.

Campaña 18/23

Una vez visibilizado uno de los grandes problemas de la educación pública madrileña, viene intentar ver cómo abordarlo. Y es aquí donde se encuentra el asunto. Al gobierno de la CAM poco le interesa la mejora de un sistema público que desprecia. Su prioridad se encuentra en la educación privada y concertada, y es hacia ese paradigma hacia el que van dirigidas sus políticas. Solo la presión colectiva puede revertir este camino, o al menos, intentarlo. En esta dinámica es en la que se debe situar la campaña 18/23, que parte de los sindicatos CGT, CNT, STEM y UGT y ha pretendido visibilizar el conflicto de cara a generar un espacio desde el que empujar en una lucha por la mejora de las condiciones laborales de los docentes madrileños, y con ello, de la mejora, en parte, la educación pública. Desde esta campaña se han venido realizando asambleas abiertas de docentes, recogida de firmas, concentraciones, peticiones para la aprobación de resoluciones en los consejos de centro de cada colegio/instituto y reuniones con la Consejería de Educación.

Ahora bien, una vez la información está sobre la mesa, y ante la negativa del gobierno de la CAM a actuar, solo queda aumentar la presión. En esta dirección, desde los docentes en lucha y los sindicatos implicados en este conflicto se está trabajando en la creación de asambleas territoriales, de centro, que sean las que sigan dinamizando el conflicto y avanzando hacia unos más que probables paros como siguiente escalón en la presión sobre unas instituciones poco preocupadas por las condiciones de los trabajadores o sobre la atención a los menores.

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2 comentarios en «Educación bajo mínimos»

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