Han pasado más de quince años desde que el primer número de Todo por Hacer –un monográfico sobre la huelga general de septiembre de 2010– vio la luz. Unos meses después (en febrero de 2011), decidimos embarcarnos en la aventura de empezar a publicar un periódico nuevo cada mes, que, tal y como escribimos en nuestra presentación, era fruto de “la ilusión y el esfuerzo de varias compañeras por sacar adelante un proyecto autogestionado que contribuya a visibilizar nuestras posturas en un formato –el papel– que, lejos de haberse vuelto obsoleto y anacrónico, sentimos que tiene sus propias ventajas: una cierta perdurabilidad, la difusión ‘mano a mano’, la presencia física en la calle, etc”.


En esa época, muchas anarquistas madrileñas veíamos que nuestras ideas y acciones no hallaban eco entre las personas ajenas a nuestro círculo y que, si bien era un momento de variada y buena contrainformación en la red, entendíamos que se necesitaba dar un paso más y dirigirnos a un público más amplio. Por eso fundamos un periódico gratuito, en el que el dinero no fuera un impedimento para conocernos, que se encontrara en nuestros sitios de referencia (centros sociales, sindicatos, manifestaciones, etc) pero que también estuviera en bares, en el metro, en bibliotecas, asociaciones de vecinas… con el fin de llegar a cuanta más gente, mejor.
Desde entonces, hemos sacado adelante 179 números –incluyendo un par de ellos que, por culpa de la pandemia de 2020, no pudimos imprimir– repletos de artículos de análisis y de opinión, tratando en los mismos “de dar difusión a noticias que vayan más allá de un mero titular, que nos inspiren y mantengan su vigor aun con el paso de las semanas”. Y es ahora, con mucha pena, con la que os anunciamos que este proyecto está llegando a su fin.
Uno de los motivos por los que hemos decidido echar el cierre –quizás el principal– se debe al cansancio que arrastramos. El Todo por Hacer lo conformamos un pequeño grupo de amigas que todos los meses nos peleamos con los elementos para rascarle tiempo a nuestra vida personal, familiar, laboral y de militancia para encontrar tiempo para escribir artículos, buscar fotos, maquetar el número, llevarlo a nuestros puntos de distribución habituales, repartirlos en manifestaciones u otros eventos, enviarlos por correo a nuestras suscriptoras y difundir el contenido por redes sociales. En los últimos quince años nuestras circunstancias vitales han cambiado en muchos sentidos –hemos tenido criaturas, entrado en curros nuevos, hemos pasado por varias mudanzas, etc– y cada mes que pasa vamos acusando el agotamiento que ello supone. Sencillamente, no vemos sostenible continuar con el mismo ritmo. Y es que precisamente, aunque el hecho de ser “un pequeño grupo de amigos” cercanos y afines es una de las razones de que hayamos conseguido llegar hasta aquí, también ha sido un arma de doble filo que ha dificultado la incorporación de nuevas personas al proyecto de forma duradera, quedándonos sin un relevo natural para el proyecto.
Por otro lado, el contexto en el que nació este proyecto ha cambiado radicalmente. A finales de 2010 y principios de 2011 nos encontrábamos sumidas en una gran crisis económica y se respiraba inquietud en las calles, la rabia contra el sistema político y financiero supuraba y parecía que en cualquier momento se podría producir un gran estallido social. Unos meses después, arrancaría el 15-M, se producirían manifestaciones masivas y dos huelgas generales y, con ello, sentíamos que de alguna forma la clase obrera podría superar el sistema tradicional de democracia representativa parlamentaria. Es en este contexto en el que volcamos nuestros esfuerzos a dirigirnos a las personas que no se identificaban necesariamente como anarquistas pero que participaban en los movimientos sociales de la época para mostrarles lo que la organización colectiva, horizontal y asamblearia podía conseguir al margen de los representantes públicos. En otras palabras, nuestra intención no era hacer un periódico de anarquistas para anarquistas (lo cual habría estado más centrado en la teoría o en el debate interno), sino generar una herramienta para que nuestras ideas o interpretación de la actualidad pudieran ser visibles en una manifestación por la sanidad pública, en el mercado del barrio o en nuestro centro de trabajo, todo ello para contribuir a la formación de ideas antiautoritarias, críticas y transformadoras.
Sin embargo, tres lustros después, con la excepción de algunos movimientos como el propalestino, el feminismo y, de vez en cuando, el de vivienda, por lo general los movimientos sociales se encuentran de capa caída y la receptividad hacia nuestras ideas, también. El asentamiento de las ideas de la ultraderecha en el sentido común colectivo, las apuestas institucionales de experimentos fallidos como Podemos y Sumar que desmovilizaron al asamblearismo horizontal, la represión a los movimientos en general y al anarquismo en particular y la erradicación de espacios como centros sociales okupados, asociaciones vecinales cedidas, bibliotecas populares, etc. han reducido considerablemente nuestro ámbito de influencia.
Es un hecho que cada vez nos lee menos gente. En nuestra “época dorada” la tirada de nuestros números en papel podía ascender a los 3.500 ejemplares algunos meses y los artículos de nuestra página web tenían unos 6.000 lectores (cifras que, además, se dispararon durante los meses que duró la pandemia y nos encontrábamos confinadas). Sin embargo, la forma de acceder a noticias –o, incluso, se puede hablar de consumirlas– ha cambiado drásticamente en los últimos años y cada vez se lee menos. Los podcasts y los vídeos en redes están desplazando a los artículos en internet y, en mayor medida, en papel. Por esta razón (unida quizás a un deterioro en la calidad de nuestros artículos y una disminución de nuestra actividad en redes), actualmente nuestra tirada en papel es de 1.500 unidades y nuestros artículos reciben 300 visitas a lo sumo. No es tanto que pensemos que el formato papel ha quedado obsoleto (aunque quizás para gran parte de la generación más joven sí lo esté), al contrario, creemos que sigue teniendo cierta cabida. Sin embargo, el esfuerzo requerido a día de hoy para difundir el proyecto y hacer llegar la publicación a más gente es mayor que hace unos años (a nivel de redes sociales, por ejemplo) y nuestras fuerzas y nuestra red de apoyo han menguado: nos acercamos a los 40 años y estamos cada vez más desconectadas de los movimientos y colectivos más jóvenes y de sus espacios. Además, las manifestaciones multitudinarias en las que repartíamos el periódico todos los meses, ahora no son tan frecuentes. Por todo ello, queremos dar paso a nueva generación que puede comunicar ideas antiautoritarias de formas diferentes, llegando a un público más amplio, a través de los formatos que vean oportunos.
A pesar de todo, no queremos ser derrotistas y pensar que no tiene ningún eco todo lo que hemos hecho hasta ahora. Aun con todo, a día de hoy siguen siendo muchísimas las personas y colectivos que apoyan al Todo por Hacer de muchas maneras: escribiendo o proponiendo artículos, enviándonos reseñas, repartiendo el periódico, donando dinero… Después de pasar años sudando la gota gorda para conseguir pasta haciendo conciertos, rifas y lo que se nos ocurriera, por fin logramos que el proyecto se autofinancie mediante las suscripciones, que además han hecho también que la distribución de más de la mitad de la tirada salga por esta vía, y que han seguido sumando espacios de distribución hasta el último momento, con más de 30 espacios de todo tipo donde se puede encontrar fuera de Madrid (centros sociales, librerías, bibliotecas, bares, comercios, etc). Gente que nos sigue escribiendo para agradecer, para rebatir, para aportar… Demasiada gente y demasiados proyectos sin los que nunca habríamos conseguido esta constancia y que han seguido ahí hasta el último momento. Un enorme GRACIAS no es suficiente para transmitir las fuerzas que nos habéis dado y lo que nos habéis hecho sentir. Cuando pensamos en quienes nos habéis ayudado a sacar adelante este proyecto se nos viene a la mente una letra del cantautor Producto Interior Bruto: “Os he visto esforzaros por aquéllo en lo que creéis, y a que pase el tiempo y que ahí permanecéis. Os veo dándole vueltas a cómo mejorar, pensando en ciertos temas que os preocupan de verdad. […] Os he visto creando aquéllo que queréis crear, o al menos intentándolo con fuerza y voluntad. […] Y sé que tengo suerte de teneros cerca; no encuentro belleza en los que nunca se rebelan”.

El hecho de que estemos dando un paso atrás no quiere decir que no estemos orgullosas de todo lo que hemos hecho al sacar, de forma ininterrumpida, 179 números de nuestra publicación, en los que hemos abordado debates importantes, hemos informado de luchas sociales, hemos colaborado con campañas urgentes y hemos proporcionado un altavoz a asambleas de vivienda, a sindicatos de base, a sindicatos de barrio, a asambleas vecinales, a colectivos contra la gentrificación, a organizaciones feministas, antirracistas, de defensa de los derechos LGTBIQ+ y de las personas trans, antifascistas, a grupos antirrepresivos y anticarcelarios, etc. Todo ello escribiendo artículos que bebían de influencias muy diversas, con estilos e ideologías distintas y con las que podemos tener nuestras diferencias, pero con los que hemos encontrado espacios comunes –como el antifascismo, la solidaridad contra la represión, el feminismo, la defensa de los derechos conquistados, etc– para trabajar de forma colectiva y horizontal para dar respuestas colectivas a los problemas más graves de nuestros entornos (desahucios, despidos, redadas racistas, represión policial, etc).
Con el orgullo de haberlo hecho lo mejor que hemos sabido, anunciamos el inminente fin de este proyecto. No queríamos cerrarlo sin avisar previamente, puesto que no nos gustan los finales abruptos; pensamos que es preferible avisar con un mínimo de antelación e informar de nuestro proceso interno. Sacaremos nuestro último número (que será el 180) el próximo mes de enero, cuando cumplamos exactamente quince años. Así nos despedimos con un número redondo. Nos habría gustado llegar a los 200, pero eso supondría aguantar casi dos años más y no nos da la vida.
Quizás este adiós no sea totalmente definitivo. No nos vemos capaces de seguir con el ritmo de la publicación mensual, pero nuestra intención es ir sacando, de vez en cuando, algunos números monográficos dedicados a temas relevantes. Y, en cualquier caso, nos seguiremos viendo en las calles y en nuestros espacios cercanos.
Cuando publicamos el número 150 de Todo por Hacer en julio de 2023, escribimos que “para que cualquier proyecto surja y sobreviva, se necesita creérselo y tirar para adelante con constancia y dedicación. También, y para evitar el pesimismo y la sensación de inutilidad o de derrota, creemos que es importante ser conscientes de que las luchas y las militancias tienen ciclos, momentos de explosión y de reflujo y que con ello debemos convivir y adaptarnos, tratando de seguir vivas en los momentos en los que parece que no tenemos incidencia para estar siempre preparadas para cuando llegue nuestro momento”. Como ya hemos dicho, ya no tenemos fuerzas para seguir con la misma constancia y dedicación que antes, pero nos encantaría que surgiera otro proyecto similar al nuestro y continuara con esta labor. Porque insistir e insistir, crear lazos solidarios con otros proyectos y personas y marcarse objetivos que sean realizables en el corto plazo, pero bellos y motivadores en el horizonte, puede ayudar a nuestros proyectos sean duraderos y que puedan ser un ejemplo de que una sociedad libre e igualitaria es posible.

