Conversaciones con una refugiada palestina (primera parte): el origen y el éxodo

El 7 de octubre de 2023 el Estado de Israel culminaba su estrategia política para dar comienzo a la limpieza étnica definitiva del pueblo Palestino. Dos meses antes llegaba al Estado español Saja, natural de Palestina, con un nuevo proyecto de vida.

Un año después del inicio del genocidio, conocimos a Saja cuando intervino, junto a una compañera zapatista, en unas jornadas tituladas “Descolonicémonos: luchar y resistir por la defensa de la vida y el territorio”, organizadas por CNT Villaverde con motivo del 12 de octubre. A raíz de este encuentro, Saja nos ha proporcionado un testimonio sobre su experiencia, que hemos dividido en varios capítulos.

En Tulkarm o طولكرم, viven más de 90.000 personas y es una de las ciudades más grandes de Cisjordania. Se encuentra al norte de las montañas de Samaria, sobre un suelo que conoce vida humana desde hace veinticuatro siglos. Sus cifras de población fluctúan con frecuencia porque en las periferias de la ciudad más próximas al muro del apartheid (“muro de separación”) se encuentran los campamentos de refugiados palestinos de Nur Shams y Tulkarem. De los 28,7 km2 en los que se extiende Tulkarm, casi un cuarto está ya ocupado por asentamientos de colonos sionistas que, sin despeinarse, expulsan a las familias palestinas de sus casas.

El 28 septiembre del año 2000, Ariel Sharon (entonces líder de la oposición israelí) visitó el exterior de la mezquita de Al-Aqsa, en Jerusalén, para demostrar que bajo un gobierno de su partido (el ultraderechista Likud, al que pertenece Netanyahu) la explanada de las mezquitas permanecería bajo control israelí. Tan solo diez días antes, los palestinos habían conmemorado la masacre de Sabra y Shatila, acaecida en 1982 durante la Guerra Civil del Líbano, en la que 2.000 refugiados palestinos habían sido asesinados por milicias cristianas patrocinadas por el ejército israelí. En esa época, el Ministro de Defensa había sido Sharon, por lo que su presencia en Al-Aqsa, acompañado de guardaespaldas armados, fue una intencionada provocación.

Los eventos que se desarrollaron como respuesta se conocerían después como Intifada de Al-Aqsa o Segunda Intifada. Al día siguiente, el 29 de septiembre, enormes protestas estallaron por la Ciudad Vieja de Jerusalén y cientos de jóvenes árabes arrojaron piedras a los fieles judíos congregados frente al Muro de las Lamentaciones, por lo que la policía israelí disparó con fuego real y mató a siete palestinos. Balas contra piedras. Entre septiembre de 2000 y febrero de 2005, Israel controló y bloqueó todos los territorios palestinos y asesinó a más de 3.300 personas. Durante la Intifada o levantamiento, grupos armados palestinos se enfrentaron al ejército israelí usando diferentes tácticas, incluyendo los atentados suicidas, provocando la muerte de un millar de israelíes. Por su parte, las autoridades sionistas llevaron a cabo asesinatos extrajudiciales contra dirigentes palestinos, sus familiares y civiles próximos a ellos, además de una campaña de terror contra toda la población civil y levantaron el muro de separación en Cisjordania.

Las vidas de miles de personas jóvenes quedarían tocadas para siempre por estos sucesos. La de Saja, entre ellas.

Todo por Hacer (TxH): ¿Nos presentamos?

Saja: Soy Saja, de Palestina, provengo de una ciudad llamada Tulkarm y actualmente trabajo como profesora de árabe e inglés.

TxH: ¿Cómo fue tu infancia y adolescencia en una ciudad como Tulkarm?

Saja: Esta es una pregunta larga pero está bien. Puedo hablar sobre mí misma y mi vida porque soy como todos los niños palestinos de mi ciudad. Antes del año 2000 éramos normales, personas normales. Teníamos que soportar la terrible ocupación, pero no en el contexto que tuvo lugar durante la Intifada.

Recuerdo el primer día de la Intifada. Fue el 28 septiembre de 2000. Este día cambió nuestras vidas. Comenzó como una jornada normal pero pronto todo cambió. Comenzamos a escuchar noticias sobre los bombardeos. Los soldados entraron en nuestras casas y mataron a niños y a personas adultas. No importaba si eras niño, si eras mujer, si eras hombre, si eras joven… Daba igual.

Así que ese era nuestro nuevo contexto, que para los pequeños se traducía en que muchas veces no podíamos ir a la escuela. Recuerdo que muchos días nos decían que no fuéramos al colegio porque era muy peligroso. Recuerdo también ver muchas veces un tanque cerca de nuestro centro educativo. Un día los soldados nos dijeron que si no nos marchábamos a casa, nos iban a matar. Mataron a otros niños en mi escuela. Cuando esto pasaba, señalábamos con piedras el lugar donde habían muerto. Lo reconocíamos fácilmente por la sangre.

Esto fue así hasta el año 2006, tras lo cual vivimos unos cuatro años de normalidad. Durante este nuevo periodo, la vida fue un poco más tranquila. Pero cuando el ejército regresó, nunca más volvimos a tener un año escolar normal. Y hemos estado muy mal hasta el año 2022. Hasta entonces, nadie nos defendía. Vivíamos con miedo constante. La Autoridad Palestina no nos defendía y debíamos hacerlo nosotros mismos. Y es en ese momento que aparecieron luchadores organizados. Todos ellos de entre 18 y 30 años. La opinión pública israelí los llamaba “terroristas” y el ejército sionista llevó a cabo incursiones todos los días en mi ciudad. Operaciones que incluían bombardeos.

TxH: ¿Cómo era tu trabajo de maestra?

Parte de mi trabajo lo llevaba a cabo dando clase en los meses de verano a estudiantes en los campos de refugiados, que están bajo la supervisión de UNRWA. Durante el año escolar los cursos se suspendían por las operaciones militares israelíes y solo se daban clases online. Por eso, organizamos escuelas de verano, para ayudarles a mejorar sus materias, por ejemplo, árabe, inglés, matemáticas, lo que sea.

Las maestras vivimos bajo el miedo constante. Sabemos que en cualquier momento el ejército puede entrar en cualquier escuela y detener a cualquier estudiante o a cualquier maestro e incluso, a veces, al director. Así, sin ninguna razón. Recuerdo un día que entraron en la escuela buscando a un estudiante. Tenía 15 años. Lo capturaron y al maestro que intentó defenderlo lo golpearon, le dispararon y cerraron la puerta tras de sí.

También matan a estudiantes. Por ejemplo, recuerdo a un chico que era de Belén. Los estaban siguiendo a él y a sus vecinos. Cuando sintió miedo, su corazón se paró y murió. Y está el famoso caso de Mohamed Abú Judeir; cuando se enteraron de que era de Jerusalén y árabe, lo capturaron, le hicieron beber gasolina, le prendieron fuego y le dejaron morir.

Tengo una amiga de Hebrón que estudiaba en Ramallah para ser enfermera. Hace un mes se enteró de que el ejército israelí quería llevársela prisionera. Cuando el ejército se dio cuenta de que estaba en Ramallah y no en Hebrón, capturaron a su madre y le dijeron: “Cuando regreses, dejaremos ir a tu madre y te atraparemos a ti”. Sí. Hacen estas cosas para presionar a la gente.

TxH: Antes dijiste que el campo en que trabajaste lo dirigía la UNRWA ¿La experiencia fue buena?

Saja: Creo que estas organizaciones son importantes, pero hemos tenido experiencias tanto buenas como malas con ellas.

Quiero contarte algo. Soy de un campo de refugiados; mi padre provenía de allí, pero mi madre es de la ciudad. Mi experiencia personal es un poco confusa; es muy difícil, porque no sé si pertenezco al campamento o a la ciudad. Por el trabajo de mi padre vivíamos en la ciudad, pero me sentía con un pie en cada lado. Para mí es una buena experiencia visitar los campos, visitar a la familia de mi padre y ver cómo es la vida allí, entender cómo piensa la gente y con qué sueñan, especialmente los adolescentes y niños. Siento que ese es mi lugar, pero no puedo decir que realmente sé cómo es la vida diaria en el campamento.

Una niña una vez me dijo: “Quiero despertarme un día sin bombardeos, sin cortes de electricidad, sin falta de agua”. Es como un sueño, pero es difícil porque todos los días, todos los días, el ejército entra en los campos. En mi campo, específicamente, que se llama Dheisheh, todos los días hay incursiones.

Es una experiencia difícil. Trabajé en muchos campos de refugiados en Cisjordania, especialmente en Belén. Hay un campo muy cerca del muro del apartheid. ¿Sabes lo que es ese muro? Es como una prisión. Así que trabajar allí es como irte de viaje, porque hay que pasar por muchos controles.

Hay una organización específica que me gustaría mencionar. Se llama CEDAW (Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer). Como mujer de mente abierta, pienso que ha tenido un efecto positivo. Pero en Palestina es un poco difícil implementar algunas ideas debido a nuestras arraigadas costumbres. Por ejemplo, algunos líderes religiosos empezaron a criticar a la CEDAW, diciendo que iban a permitir que las chicas tuvieran novios, que se quitaran el hijab, cosas así. Hacen propaganda en contra y la CEDAW ha tenido que adaptarse a las costumbres palestinas para poder funcionar.

En las escuelas palestinas los niños y niñas estudian juntos, incluso en algunos pueblos pequeños. Pero todavía hay personas que creen que una mujer no puede tener amigos en el trabajo o que no debe hablar amigablemente con un compañero. Estas ideas todavía existen. La sociedad va evolucionando, pero aún hay resistencias.

TxH: ¿Trabajaste también como periodista?

Trabajé como correctora y también como reportera en la radio, en un programa ligero, no de noticias. Pero después del COVID cancelaron programas y despidieron a muchos trabajadores, incluyéndome a mí.

Y tuve un problema con mi familia. Un día estaba trabajando en Nablus, muy cerca de mi ciudad, y una de mis primas me vio con un fotógrafo. Le contó a mi hermano que me había visto con un chico y pensaron que era un novio o algo así. Me dejaron encerrada en casa tres años, sin trabajar y sin contacto con el exterior. Mi madre fue intercediendo y finalmente me dejaron tener un pequeño trabajo en un centro, que no llegaba a ser una escuela.

Desde el 2020 hasta el 2023 estuve rechazando propuestas para casarme. Yo las rechazaba porque eran malas para mí. Por ejemplo, un hombre había obtenido autorización de su primera esposa para casarse con una segunda, pero era mucho mayor que yo. Tenía 57 años y yo tenía 33. Cuando dije que no, mi hermano pensó que tenía un novio. Me acusó de haber tenido relaciones sexuales y de no ser virgen. Quisieron llevarme al médico para verificarlo. Cuando me negué por dignidad, intentó matarme con un cuchillo.

Me encerré en mi habitación durante tres días. Luego me escapé y preparé el papeleo para solicitar un visado a cualquier lugar de Europa. Elegí Grecia en un principio, pero estando en Jordania nos informaron que habían rechazado a todos los palestinos que lo habían solicitado.

TxH: ¿Quieres volver a tu ciudad?

Si, me gustaría regresar a mi país. Pero quiero hacerlo con seguridad, sin miedo; y que se acabe la ocupación, que los israelíes que quieran convivir con nosotros nos respeten a nosotros y nuestras reglas. Hemos sufrido la ocupación de los turcos, luego de los ingleses y ahora de los israelíes. Creo que ya es suficiente.

No amaré a ningún país como amo a Palestina. Con guerra o sin guerra, amo a Palestina. Porque me ha dado muchas cosas. Allí me organicé con la PMRS (Palestinian Medical Relief Society). Sueño con algún día tener una escuela. No cualquier escuela, no una tradicional. Sueño con una escuela a mi manera, para que la gente obtenga conocimiento del intercambio, no solo de los libros de texto.

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