No fue un suicidio, fue un asesinato financiero

El día 4 de abril Dimitris Christoulas, farmacéutico ateniense jubilado de 77 años decidió poner fin a su vida de manera pública, disparándose un tiro en la plaza Syntagma, frente al Parlamento griego. En los últimos tres años, coincidiendo por tanto con el endurecimiento brutal de las condiciones de vida de la mayor parte del pueblo, Grecia ha pasado de ser el país europeo con la menor tasa de suicidios al extremo opuesto, duplicando los que se producían entonces. El lugar de los hechos y -de forma aún más explícita- la nota que Dimitris llevaba en el bolsillo señalan directamente a los/as responsables de la situación que le llevó a tomar tan drástica decisión.

El Gobierno de Tsolakoglou [1] ha aniquilado toda posibilidad de supervivencia para mí, que se basaba en una pensión digna que yo ya había pagado por mi cuenta (sin ninguna ayuda del Estado) durante 35 años. Y dado que mi avanzada edad no me permite dar una respuesta individual decente (aunque sin excluir la posibilidad de ser la segunda persona en coger un kalashnikov, si otra persona decidiera dar el paso), no veo otra solución que poner fin a mi vida de una forma digna para no tener que terminar hurgando en los contenedores de basura para poder subsistir. Creo que los jóvenes sin futuro cogerán algún días las armas y colgarán a los traidores de este país en la plaza Syntagma, como los italianos hicieron con Mussolini en 1945 (Plaza Loreto de Milan)”.

[1] Georgios Tsolakoglou fue un militar reconvertido en Primer Ministro durante el gobierno colaboracionista que gobernó el país durante la ocupación nazi (1941-42).

Dimitris Christoulas, descanse en paz. Ni olvidamos ni perdonamos.

Tras el funeral, miles de personas se reunieron en la Plaza Syntagma.
Un policía que se mofó de su presencia fue agredido
y su uniforme expuesto en el memorial improvisado

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