El vórtice polar tembloroso, la ciclogénesis explosiva y el cambio climático: por qué te quedaste atrapado en la AP6

Publicado por Contra el Diluvio

Varios miles de personas han pasado su día de Reyes atrapadas por la nieve entre Segovia y Madrid. Pero esto, aunque haya sido lo que nos tocaba más de cerca, no es más que el colofón a una semana llena de fenómenos de tiempo extremo en el hemisferio norte: inundaciones en Galway, olas de agua helada en Boston y miles de iguanas atontadas por las temperaturas de cero grados en Florida (lo que en algún caso ha dado lugar a tragicómicas situaciones, como un señor que recogió cientos de ellas para hacerlas a la brasa, sin darse cuenta de que estaban dormidas, no muertas, hasta que se despertaron todas en su coche y provocaron un accidente).

Pero, ¿es esto extraordinario? ¿Tiene que ver con el cambio climático? Por no andarnos con rodeos, y por mucho que pese a algunos a lo primero y no del todo a lo segundo. No es raro que haga frío en invierno, ni en el noreste de los Estados Unidos ni en Segovia, ni que haya tormentas en Irlanda. Pero sí es infrecuente que a una semana en que las cataratas del Niágara se quedan medio heladas le sigan inundaciones en Boston fruto de una tormenta extratropical con vientos huracanados.

Vamos a intentar explicar a qué se debe cada uno de estos fenómenos, y cómo están relacionados entre sí y con el cambio climático, que nunca es tarde para añadir algo más a tus ya amplios conocimientos climáticos.

En primer lugar, la ola de frío que ha congelado a las iguanas de Florida. En la siguiente imagen se ve la anomalía de temperatura para el domingo 7 de enero de 2018, es decir, la diferencia entre la temperatura de ese día y la media climática para esa fecha. Se observa que el este de los EEUU (así como la Península Ibérica) está más frío de lo normal, y el Atlántico está, en general, más caliente de lo habitual.

Este frío extremo (en algunas zonas de la costa estadounidense hay temperaturas hasta 20 grados por debajo de lo habitual para estas fechas) está relacionado con una invasión de aire muy frío procedente del polo norte. ¿Y por qué decide el aire polar descender hasta nuestras normalmente templadas latitudes? Pues porque el vórtice polar se ha debilitado.

Ok, explicamos qué es el vórtice polar y cómo se debilita, usando para ello esta otra figura y un sencillo vídeo.

La zona azul es una región de bajas presiones, que normalmente (imagen de la derecha) está confinada al polo norte y alrededores (como mucho baja hasta una latitud de 60 grados). La latitud de Oslo, por ejemplo. Esto se debe a que en la capa superior de la troposfera hay permanentemente vientos muy fuertes (la corriente de chorro) circulando de oeste a este. En invierno, estos vientos son tan intensos que aíslan el aire frío en esa región. Sin embargo, si esta corriente se debilita, tenemos lo que se ve en la imagen de la izquierda: meandros, desplazamientos del aire frío a latitudes más bajas y de aire cálido a latitudes más altas. En lo que respecta al debilitamiento del vórtice polar (que ha ocurrido otras veces, la última vez que fue tan llamativo fue en 2014) y aunque hace falta más estudio, parece que el calentamiento del Ártico lleva a que disminuya la diferencia de temperatura entre el Atlántico y el polo, debilitando la corriente de chorro y, por tanto, permitiendo estas excursiones del aire frío a nuestras latitudes. Exactamente eso está pasando ahora, como muestra la siguiente figura:

Hay zonas, como Alaska, que normalmente están bien dentro de la región de bajas presiones, y que ahora se encuentran en la frontera, mientras que el noroeste de Estados Unidos (y en menor medida, la Península Ibérica) están en “bolsas” de bajas presiones situadas anormalmente al sur. Que la presión atmosférica sea baja hace que sea posible que llegue aire de otras regiones adyacentes de presión más alta. En este caso permiten la llegada de aire frío de la región polar, lo que da lugar a, de nuevo, iguanas congeladas y gente atrapada en sus coches entre Segovia y Madrid.

Eso en lo que respecta al frío. Pero ¿y las tormentas extratropicales?

Pues es que a la vez que el frío del polo estamos teniendo temperaturas anormalmente altas en el océano Atlántico, debido en parte a los meandros que forma el vórtice polar: en medio del océano la frontera entre aire polar (frío y seco) y aire templado y húmedo está más al norte de lo normal. Y temperaturas más altas implican más energía liberada a la atmósfera, lo que da lugar a la posibilidad de tormentas más fuertes. La tormenta que está afectando al este de Estados Unidos es nuestra vieja conocida la ciclogénesis explosiva: una profundización muy brusca de una baja presión, que da lugar a vientos muy fuertes y repentinos. Allí, como son más exagerados, la han llamado BOMBOGÉNESIS o weather bomb. Nuestro departamento de marketing toma nota.

Y llegamos a la relación de ambas cosas con el cambio climático. En lo que respecta a las tormentas está claro, ¿no? El planeta, y en particular los océanos, se calientan y liberan calor y humedad a la atmósfera, y tienes este tipo de fenómenos extremos en regiones en las que antes eran extraordinariamente poco comunes. Y, en cuanto a las olas de frío, el calentamiento del Ártico (la zona del planeta en la que está aumentando más la temperatura) lleva a que disminuya la diferencia de temperatura entre el Atlántico y el polo, debilitando la corriente de chorro y facilitando el descenso de masas de aire frío a nuestras latitudes. Es cierto, eso sí, que al estar el aire sobre el Ártico más caliente, las olas de frío cada vez son menos frías.

 O sea, que la lucha contra el cambio climático no solo sirve para evitar veranos abrasadores, sino que estos sean interrumpidos por olas de frío comparativamente heladas -aunque no sean TAN frías como las de nuestros abuelos. Eso sí, si seguimos en este plan, tendremos muchas más posibilidades creativas para escribir ficción climática. ¡No todo van a ser desiertos y subidas del nivel del mar!
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