“No debemos nada, no vendemos nada, no compramos nada!” – Un resumen de la situación en Grecia tras dos días de huelga general

A las 15h del 29 de junio el resultado de la votación parlamentaria ya era oficial: con 155 votos a favor de los 300 escaños de la Cámara griega –exactamente el mismo número de escaños que pertenecen al partido “socialista” PASOK del Primer Ministro Papandreou- se ratifican las drásticas “medidas de ahorro”. Su adopción había sido establecida como condición irrenunciable por parte de las instituciones financieras internacionales (principalmente el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional) para el desbloqueo de una nueva partida de 12.000 millones de euros del “rescate económico”; dinero sin el cual el Estado griego ya tendría que haber declarado la quiebra. Es esta realidad político-económica que ha llevado a la generalización de la consigna “La Junta no terminó en 1973”: la dictadura militar pudo ser derrocada en ese año por el pueblo griego, pero hoy sufre las consecuencias de la dictadura del capital, que controla y siempre controlará cualquier decisión tomada en el Parlamento.

La contrapartida por la “ayuda financiera” tiene consecuencias dramáticas para la gran mayoría de la sociedad: las medidas que tratan de recortar 78.000 millones de euros hasta 2015 prevén privatizaciones aceleradas de patrimonio público (puertos, aeropuertos, agua, electricidad, telecomunicaciones, bancos etc.), nuevas restricciones en materia de seguridad social, el enésimo recorte de derechos laborales (que incluye por ejemplo la reducción en un 50% de la indemnización por despido), la congelación obligada de sueldos para los tres próximos años en el sector privado y nuevas subidas de los impuestos directos e indirectos, entre otras lindezas. Se trata, en resumidas cuentas, de un endurecimiento de los ya brutales planes de ajuste que desde el comienzo de esta crisis económica han causado cientos de miles de nuevos/as desempleados/as (el porcentaje actual se sitúa en más del 16% de la población total, un 42% entre los/as jóvenes, aunque estimaciones no-oficiales lo sitúan aún más alto) y un empobrecimiento generalizado de las capas sociales más vulnerables. En el momento preciso de conocerse el – esperado – del Parlamento a las medidas de ajuste, las principales bolsas occidentales estallaron en júbilo: el índice de la Bolsa de Frankfurt inmediatamente subió tres puntos porcentuales, escenificando la historia de siempre en la era del capitalismo: la socialización de las pérdidas económicas y la privatización de los beneficios.

Ante la gravedad de la ofensiva del capital internacional, los sindicatos habían convocado dos días consecutivos de huelga general para las jornadas del 28 y 29 de junio, secundadas por la amplísima mayoría de los/as trabajadores, a pesar de las provocaciones patronales y gubernamentales, como por ejemplo el bloqueo policial del puerto de Piraeus, el puerto principal de Atenas y el más importante del país, para garantizar el abastecimiento de mercancías, algo que finalmente no consiguieron gracias a la decidida acción de los/as trabajadores/as portuarios/as. Pero la intensidad con la que se desarrollaron los enfrentamientos del 28 y, sobre todo, del 29 de junio en las calles de Atenas y otras ciudades sólo pueden ser entendidas como una declaración de guerra por parte del Gobierno a una población que dice basta: en el hospital de campaña improvisado en la estación de metro bajo la plaza de Syntagma (frente al Parlamento) los/as médicos contabilizaron más de 500 personas heridas, muchas de gravedad.  Miles de granadas de gases lacrimógenos convirtieron en irrespirable el aire en todo el centro de Atenas, masivas barricadas policiales establecieron el estado de excepción en toda la ciudad, atacando a todo lo que se movía durante 48 horas.

Pero esta necesidad de aterrorizar a la población también demuestra la determinación de los/as concentradas en la calle de plantar cara, de organizarse, resistir y responder: “una cosa son las decisiones del Parlamento, pero ya verán cuando intenten hacerlas realidad”, dice la gente.

La Asamblea Popular de la plaza de Syntagma avisa: “Un gobierno dictatorial acaba de aprobar medidas […]  para vender bienes y terrenos públicos en contra de la voluntad de la amplia mayoría del pueblo. Informamos a aquellos/as que se alegran de las futuras posibilidades de inversión que nosotros/as, en muy poco tiempo, derrocaremos a este Gobierno y toda persona responsable va a responder por los crímenes contra el pueblo y el país. Las leyes aprobadas no son válidas […] no serán reconocidas por el pueblo.  Advertimos a cualquier inversor/a de siquiera acercarse a las aucciones de bienes o terreno públicos. […] Perderán todo lo adquirido […], anularemos y sabotearemos sus inversiones.”

Mientras tanto, en las calles se están demostrando otras posibles fuentes de “ahorro”, por ejemplo a través de la okupación de las centrales de los sindicatos vendidos o de los edificios administrativos de la Iglesia (como ha ocurrido en Tesalónica): “En estos tiempos de un ataque generalizado de los/as poderosos/as contra los bienes de la sociedad, sus derechos y libertades, los bienes de la Iglesia permanecen intocables.  A partir de ahora, ya no: ¡por la socialización de los bienes eclesiásticos ahora!”.

Christian Wulff, Presidente alemán, se mostró preocupado tras la huelga general: “Tengo miedo de que las personas adquieran la idea de que las cosas no se están haciendo de manera justa.” ¡Que sus miedos se conviertan en pesadilla generalizada!

Información actualizada en es.contrainfo.espiv.net y www.occupiedlondon.org/blog (en inglés)

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