Entrevista a Rafael Buhigas: «Queda mucho por saber para poder afirmar en qué medida los gitanos aportaron al movimiento anarquista algunos de sus saberes y conocimientos»

Rafael Buhigas es graduado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster Interuniversitario en Historia Contemporánea por este mismo centro. Recientemente ha publicado el ensayo Una reflexión sobre el anarquismo gitano (Calumnia Edicions, octubre 2023), que aborda la relación entre los gitanos y el anarquismo.

La cuestión del anarquismo gitano ha sido un objeto de debate por varios motivos. Primero, por la autorrepresentación que algunos autores romaníes hicieron con el fin de dotar a su propia pertenencia étnica de una identidad política. Segundo, por la militancia anarquista entre personas gitanas que, en momentos de radicalización, como la Guerra Civil española, manifestaron que era una elección más. Finalmente, porque con respecto a todo lo anterior, tradicionalmente se ha pensado que las comunidades gitanas no han tenido presencia alguna dentro de las culturas y formas de organización políticas por decisión propia.

Este breve ensayo divulgativo pretende contribuir a la discusión, situando críticamente cada uno de los puntos señalados.

Rafael ha tenido la amabilidad de respondernos a algunas preguntas acerca de su libro. Os dejamos a continuación la entrevista que le hicimos.

Todo por Hacer (TxH): Lo primero de todo, háblanos un poco de ti, el trabajo que estás desarrollando y cómo se está acogiendo en el mundo académico que te rodea.

Rafael Buhigas (RB): Soy Rafael Buhigas Jiménez, historiador que ha estado investigando durante la última década sobre la historia del pueblo gitano en muy diferentes ámbitos. Más concretamente, me he especializado en el encaje social de los romaníes en las sociedades urbanas contemporáneas. No en vano, mi tesis doctoral ha versado sobre la situación de los gitanos de Madrid durante el franquismo y la Transición prestando especial atención a la crisis urbana y al conflicto de la vivienda.

No obstante, uno de los temas que más me han interesado desde que comencé a investigar fue el de la vinculación política de la población gitana, tradicionalmente tratada desde el estereotipo como ajena a los fenómenos y procesos históricos donde el conflicto político adoptó una especial relevancia, por ejemplo, durante la Guerra Civil española. La afirmación de que los gitanos no querían verse inmiscuidos en “cosas de payos” se ha repetido hasta la saciedad, convirtiéndola en una creencia y en una valoración sociológica. Pero lejos de esto último, los gitanos han tenido un papel igual de importante y en algunos casos mayor que el de los propios payos. En este sentido, he escrito un pequeño ensayo, “Una reflexión sobre el anarquismo gitano”, editado por Calumnia y distribuido por multitud de librerías críticas que ahonda en estas cuestiones tomando como ejemplo de caso el anarquismo, quizás por ser el más polémico al relacionarse con los gitanos también desde el estereotipo.

TxH: Tu libro se titula «Una reflexión sobre el anarquismo gitano». ¿Qué conclusiones obtuviste sobre las aportaciones del pueblo gitano al movimiento anarquista escribiendo el libro?

RB: Plantearse las aportaciones del pueblo gitano al movimiento anarquista es interesante por dos cuestiones. Por un lado, al igual que cualquier otro grupo de la sociedad, se sumaron militantes a la causa anarquista, lo cual nos permite pensar que los gitanos no eran algo excepcional y tampoco el anarquismo, sino que se integraban dentro de las lógicas de la cultura política propias de su tiempo: un gitano y un payo que trabajaban en la misma fábrica podían politizarse de igual modo. Por otro lado, queda mucho por saber para poder afirmar en qué medida los gitanos aportaron al movimiento anarquista algunos de sus saberes y conocimientos, desde un punto de vista ontológico. Creo que esta es una de las conclusiones más curiosas y es que precisamente el anarquismo tendría problemas para encontrar aportes en las formas de organización social de los gitanos hasta mediados del siglo XX, ya que dichas formas eran contrarias a lo que anhelaba el anarquismo. No obstante, lo que si podían aportar los gitanos era una larga trayectoria de aprendizaje en los suburbios, convirtiendo las estrategias que habían sido distintivas de su forma de vida empujada a la marginación en herramientas de combate político.

TxH: A lo largo de tu investigación, ¿tuviste que enfrentarte a estereotipos racistas como el de que a los gitanos no les importa la política?

RB: Precisamente lo he reseñado en las primeras preguntas, es un estereotipo muy asentado y que a diferencia de otros que configuran el racismo antigitano, tiene su procedencia en la propia Academia, donde a lo largo del tiempo muchos investigadores, tomando el relevo de los folcloristas más recalcitrantes, insistieron en la idea de que los gitanos “no se dejaban conocer” y, por tanto, tampoco se habían relacionado con la sociedad, lo cual era indicativo supuestamente de su aversión a todo lo que tuviera que ver con los payos, incluida la política. Pero precisamente, que “no se dejasen conocer” es una forma de resistencia política y al explorar más allá del positivismo que se desprende de los archivos ordinarios, ya sea a través de la historia oral o de otras formas de atajar las fuentes, encontramos una vida política notable entre los gitanos. Así que sí, ha sido un estereotipo al que enfrentarme y que pese a demostrar en muchos casos esa relación política, no sirve de nada, pues surgen nuevos estereotipos, como, por ejemplo, “entonces no eran gitanos de verdad”.

TxH: Una de las figuras más importantes del anarquismo gitano fue Mariano Rodríguez Vázquez “Marianet». ¿Qué nos puedes contar acerca de él? ¿Y de otros compañeros y compañeras?

RB: Quien mejor puede contar la historia de Marianet es el historiador Manuel Martínez, quien publicó hace poco un maravilloso libro titulado “Mariano Rodríguez Vázquez, Marianet: Documentación selecta de su actividad como Secretario Regional y General de la CNT (1935-1939)”. En resumen, lo que puedo anotar sobre Marianet es que fue secretario de la CNT durante la Guerra Civil española, hasta su muerte en un afluente del río Sena, en Francia, ya exiliado de España. Su vida es interesante porque nos plantea el reto de la politización de los gitanos en el primer tercio del siglo XX y que, en muchos casos, no difiere respecto a la de los payos. Aunque en su caso no se quedó en una anécdota de politización, ya que como se ha dicho ocupó un cargo importante y además influyó en el rumbo del anarcosindicalismo español estando en el centro de debates importantes sobre sí, por ejemplo, los anarquistas deberían colaborar con el gobierno republicano. Respecto a otros compañeros y compañeras anarquistas, a mi me gusta rescatar siempre la historia de los que están sumidos en los más bajos fondos. Mi librito rescata la historia de un botijero gitano procedente de Cádiz, quien recuerda cómo gitanos andaluces de muy diferentes provincias como Granada, Málaga, Cádiz y Córdoba se juntaron con motivo de los sucesos de Casas Viejas y la masacre que allí aconteció en 1933 con motivo de la insurrección anarquista durante la Segunda República Española.

TxH: No resulta fácil encontrar muchos estudios históricos sobre el pueblo gitano. La Historia la escriben los payos, sobre los payos y para los payos. ¿Qué obras nos recomiendas para suplir esta carencia? ¿Está habiendo avances en la historiografía romaní?

RB: Durante los últimos años han aparecido cada vez más estudios históricos, pero también de otros campos, sobre los gitanos, aunque la producción más profusa se hace fuera de España y es todavía muy desconocida aquí. No obstante, como señala la pregunta, normalmente dichos trabajos están realizados por personas no gitanas que, incluso, cuando realizan trabajos desde cierta empatía y sensibilidad, incurren en pensamientos construidos desde el estereotipo que impregna a la interpretación de las fuentes. Son muchas las personas que podría citar en el caso español, pero creo que en la actualidad aquellos que más han aportado a la crítica del conocimiento sobre los gitanos son los investigadores romaníes Iván Periáñez Bolaño, Sarah Carmona y Cayetano Fernández. Desde el punto de vista histórico, siempre creo oportuno leer al historiador romaní Adrián Marsh, de quien se pueden consultar unos cursos ofrecidos por ERIAC en inglés, libremente en Youtube.

TxH: Por último y dejando de lado los estudios históricos, ¿qué nos puedes contar acerca del activismo gitano contemporáneo?

RB: El activismo gitano contemporáneo está dividido en tres grandes campos, a mi juicio. Por un lado, el tradicional, salido de todo el entramado histórico, sociológico y político que se desarrolló a partir de 1960, muy relacionado con la Iglesia católica. Este tipo de activismo, aunque hoy en día se denomine como “gitano” sigue anclado en las viejas formas de activismo “pro-gitano”. Es decir, el realizado por personas payas dirigiendo la “integración” de los gitanos. No obstante, hay muchas buenas personas gitanas trabajando dentro. En segundo lugar, otra forma de activismo gitano, en cierto modo también tradicional, es la que deviene de la respuesta a ese activismo pro-gitano que citaba y que también tiene sus orígenes en el siglo pasado. Muchas asociaciones y colectivos siguen trabajando bajo esas formas, más centradas en la respuesta y negociación con las instituciones pro-gitanas y con ese otro ala del activismo. Por último, un nuevo tipo de activismo gitano creo que empezó a ser más evidente a partir de 2013, cuando empezaron a resonar con más fuerza las asociaciones y grupos gitanos centrados en otros ámbitos como el feminismo y la cuestión LGTBQ+, lo cual no es raro porque las mujeres gitanas fueron mayormente las pioneras en el mundo asociativo. Ahora bien, fue en ese momento, a partir de 2013, cuando también surgieron a debate las formas de encaje político de los jóvenes gitanos, pero desde militancias comunistas y anarquistas de nuevo corte donde lo importante no era “ser gitano” como contradicción principal. No obstante, el ciclo de institucionalización de ciertas figuras gitanas en el gobierno condujo, como suele suceder, a un detrimento de la actividad en la calle, donde ya de por sí la presencia gitana era minusvalorada y a menudo a la zaga de otras reivindicaciones más amplias.

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