A pesar de que la misma mañana del 14 de septiembre Pedro Sánchez expresó su “admiración” por las miles de personas que en las jornadas precedentes habían protestado contra La Vuelta por la presencia de un equipo israelí, Israel Premier Tech (equipo ciclista que representa los intereses de soft power del Estado sionista, responsable de 64.871 muertes confirmadas hasta la fecha), en la competición deportiva, su Gobierno activó un dispositivo de control de la ciudad de Madrid por todo lo alto: 2.300 agentes (1.100 policías nacionales, 400 guardias civiles y 800 munipas) movilizados desde el sábado, tanquetas policiales en puntos clave, material antidisturbios, etc. Nada de eso fue suficiente y la victoria del movimiento propalestino fue rotunda: ninguna vuelta al circuito programado en la capital. Cero. Desde la llegada a Madrid, la situación era inviable para que el espectáculo continuase.
Según la Delegación de Gobierno, 100.000 personas blandiendo banderas palestinas tomaron esa tarde el centro de Madrid, saltaron las vallas, invadieron las calles del centro de la capital, desobedecieron a la policía e impidieron que la competición terminara. No hubo ni ceremonia del podio. La Vuelta finalizó con la carrera neutralizada, sin etapa final y con miles de personas desafiando el fuerte despliegue organizado, las porras, las vallas y los escudos.
Cortes y resistencia contra la policía
Antes de las 17:30, la organización de La Vuelta llevó a cabo al menos dos cambios sobre el recorrido previsto inicialmente. Primero redujo cinco kilómetros para evitar el paso por la autovía A6 y, ya con la carrera en marcha, evitó el paso por el centro de Alcobendas.
Sin embargo, su plan B se fue al carajo a las 18:00, con un corte del recorrido en torno a la calle de Gran Vía y Callao, al grito de “que viva la lucha del pueblo palestino” y fue avanzando por la Gran Vía en dirección a Cibeles, donde estaba situada la meta y el podio para la entrega de trofeos. En ese momento ya se reportaban varias imágenes de golpes de porra y cargas policiales que llegaron hasta Cibeles y Atocha. Diez minutos después, la organización anunciaba que el circuito se reducía a su mínima expresión y que solo se correría el tramo entre Neptuno y la plaza de Colón. No había manera de continuar: el desborde era generalizado. Los gritos “Esta vuelta la gana Palestina” o “Israel asesina, Europa patrocina” sonaban en las calles del centro y en la retransmisión de RTVE, abandonada antes de tiempo por los presentadores de la carrera.
Finalmente, a las 18:30, la organización suspendió la competición. Los ciclistas se detuvieron a la altura del Palacio Real y poco a poco se fueron subiendo a coches y marchándose. No habría ni ceremonia final. Las medallas ya si eso os las mandamos a casa, máquinas, les comunicaron. Al conocerse la noticia, el júbilo fue generalizado. Pero cuando las manifestantes nos empezamos a dirigir hacia Neptuno y Atocha, la policía comenzó a lanzar botes de humo y a cargar. Finalmente, las manifestaciones improvisadas confluyeron en torno a Cibeles, mientras continuaban las cargas y los lanzamientos de proyectiles por parte de las unidades de antidisturbios. Dos personas resultaron detenidas, imputadas por desórdenes y atentado.
Ha sido una clara victoria de las vecinas de Madrid y del movimiento propalestino. Pocas veces, cuando salimos a la calle, logramos una victoria tan contundente e inmediatamente palpable como ésta. Aunque, evidentemente, la Vuelta no era el fin, sino un medio, ha quedado claro que no queremos, ni podemos, normalizar y blanquear la presencia de un Estado genocida en el deporte y que se debe cortar cualquier relación con Israel.