Estamos a finales de abril del 2001, en un pueblo del norte de Argelia, en la región de la Cabilia. La policía acaba de torturar y asesinar en el interior de la comisaría a Massinissa Germah, un estudiante de apenas 18 años. La muerte del joven está a punto de convertirse en el desencadenante de un levantamiento que se prolongará durante todo un año y que incluirá enfrentamientos constantes con la policía. El Estado hará pagar caras las protestas: en las marchas que se organizan en respuesta al asesinato, una a la ciudad de Amizour y otra a Argel, la policía dispara contra los manifestantes y mata a más de 140 personas. Los disturbios que se desencadenan acaban con el incendio de varios edificios, entre ellos comisarías, ayuntamientos y sedes de partidos políticos.
El mantenimiento de la tensión durante el año siguiente obliga a ceder al presidente argelino Abdelaziz Bouteflika, que retira a la policía de la región de la Cabilia. Además, con el objetivo de reducir la tensión, decide admitir una de las reivindicaciones históricas de los bereberes, mayoritarios en la región, y reconocer la lengua tamazigh incluyéndola en la Constitución argelina.
Las medidas de Bouteflika y las oleadas de arrestos y desapariciones a manos del Estado consiguen contener las protestas, aunque el conflicto permanece latente. La tensión estalla de nuevo diez años más tarde, en la región de Iberbacen, en la pequeña Cabilia. La autoridad regional se niega a registrar al Partido Socialista del Trabajo en las elecciones municipales, lo que desencadena una oleada de protestas. Las autoridades se ven obligadas a ceder y el PST gana los comicios con un 39% de los votos. Sin embargo, la alianza del resto de partidos saca del poder al PST y coloca en la alcaldía a un representante del discurso oficialista procedente de Argel. Las protestas estallan por toda la región: los manifestantes bloquean y cierran el ayuntamiento y ocupan un edificio público, donde proclaman a la Asamblea General Abierta como único órgano decisorio de la región. Acaba de nacer la Comuna Libre de Iberbacen.
El funcionamiento de la Comuna
A partir de la proclamación de la asamblea, la región de Iberbacen comienza a autogestionar todos los aspectos de la vida en común. Los intentos de los representantes del Estado de recuperar el control de las instituciones son frenados por los vecinos, que ocupan día y noche los edificios públicos y bloquean el funcionamiento de los servicios municipales. Estos son asumidos por la asamblea, que comienza a ocuparse de labores como la gestión de la sanidad y la educación, la recogida de basuras o el mantenimiento de las infraestructuras de agua y electricidad.
Las necesidades de los habitantes de la región y la situación de conflicto abierto con el Estado argelino determinan la periodicidad de la asamblea, que se reúne dos o tres veces por semana. Después de cada reunión, uno de los vecinos redacta un comunicado con las decisiones y este se pega por las paredes de los 34 pueblos que conforman la región. Comunicado a comunicado, los habitantes de Iberbacen analizan el conflicto con el Estado y definen la estrategia a seguir, además de decidir colectivamente sobre aspectos como la gestión de los consultorios médicos o el arreglo de las tuberías del gas.
La profundización en la autogestión de la vida en común lleva a la asamblea a ocuparse de aspectos que hasta el momento habían permanecido ajenos a ella, como el ámbito laboral. Los vecinos tienen claro que no se trata únicamente de sustituir al Estado en la gestión de los servicios comunitarios, sino de construir vidas que merezcan ser vividas más allá de la represión de las instituciones y la explotación del mercado. En abril de 2013, la asamblea comienza a organizar cooperativas y a realizar ocupaciones de tierras que son trabajadas colectivamente. La mayoría de ellas pertenecen a altos funcionarios argelinos, lo que recrudece el conflicto con el Estado y genera nuevos enfrentamientos con la policía que son contestados con bloqueos de carreteras, manifestaciones y dos huelgas generales.
Iberbacen en la actualidad
A principios de 2018, la Comuna de Iberbacen funciona como un modelo de organización social paralelo al Estado. Aunque el ayuntamiento ha vuelto a abrirse, carece de capacidades y atribuciones más allá de las funciones administrativas propias de una gestión meramente burocrática. Las elecciones de 2017 no se pudieron desarrollar por el boicot activo que se produjo en toda la región de la Cabilia, que incluyó el asalto de los vecinos a los colegios electorales y la ruptura de las urnas. La policía, que ha vuelto de nuevo a las comisarías, se mantiene normalmente en un segundo plano debido a los ataques que ha recibido cuando ha tratado de establecer algún tipo de control.
En ese contexto, los más de 27.000 habitantes de la región de Iberbacen continúan profundizando en la autogestión de sus vidas. Se ha ocupado y comunalizado terrenos agrícolas en numerosas poblaciones y se han realizado seis pozos de agua de uso libre. Con la excepción de dos escuelas coránicas a las que acude la clase alta, todos los colegios son autogestionados por los vecinos. Además, con el objetivo de fomentar la participación y profundizar en la horizontalidad, se decidió multiplicar el número de asambleas y coordinarlas de forma confederada.
El sostenimiento de un proceso de autogestión que se prolonga ya más de seis años se entiende dentro de la larga tradición de lucha y resistencia del pueblo amazigh, que ha resistido la colonización y la dominación de árabes, españoles y franceses y que soporta ahora el abandono y la represión de las autoridades del Estado argelino. Pero además, se entiende también dentro de la fuerte tradición comunitaria amazigh, que ha facilitado la autogestión colectiva de la vida en común y ha hecho posible que esta siga avanzando.
Layla Martínez
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