Desde el 7 de octubre de 2023, el número de muertos por la agresión israelí asciende a 54.470 personas asesinadas y 124.693 heridas (que se conozcan) en la Franja de Gaza. Los ataques israelíes han obligado a cerrar todos los hospitales del norte del enclave y a desplazar a todo el personal sanitario al sur.
Tras tres meses de bloqueo a la entrada de toda ayuda humanitaria y alimentos en la Franja, con cientos de miles de personas en situación de hambruna y ante el riesgo de muerte inminente de 77.000 niños, 14.000 de ellos bebés, incluso la Administración Trump acabó presionando a Netanyahu para que permitiera el acceso de comida.
Finalmente, el Carnicero de Gaza accedió a regañadientes que entren unas migajas de ayuda humanitaria, pero no por parte de la UNRWA y otras organizaciones que conocen la zona, sino que ha delegado la misión en la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF), una “ONG” fundada en Suiza hace menos de un año por ex espías y marines estadounidenses que, en sus propias palabras, “no cuenta con proyectos previos en los que basarse”.
Los resultados, como era esperado, han sido desastrosos. El 27 de mayo empezamos a ver imágenes que muestran escenas de caos: miles de personas haciendo colas al sol durante horas, en recintos vallados y en condiciones de hacinamiento y muchas se fueron de vacío después de que se repartieran 8.000 cajas de comida. Mientras tanto, hay más de 3.000 camiones en la frontera egipcia, esperando a recibir permiso para distribuir ayuda. Asimismo, muchas personas no acudieron a por raciones debido al proceso de detección con tecnología de reconocimiento facial y biométrico de la GHF, que está favoreciendo la detención de civiles en la “jaula bajo control armado” donde se acumulan las personas que esperan. Algunas personas fueron detenidas y han desaparecido, mientras el ejército israelí pegaba tiros al aire.
El 1 de junio, en un punto de distribución de ayuda en Tel al-Sultan (Rafah), miles de personas hambrientas se agolparon por obtener comida y 31 gazatíes perdieron la vida a manos del Tzahal, el ejército sionista. La Cruz Roja ha corroborado que trata a 170 heridos como consecuencia del tiroteo en su hospital de campaña. El Observatorio de Derechos Humanos Euro-Med ha definido el sistema de reparto de alimentos como “inhumano” y su presidente, Ramy Abdou, ha indicado que estamos “la nueva estrategia genocida de Estados Unidos e Israel: matar de hambre a la población, atraerla con promesas de ayuda y luego asesinarla”. El Secretario General de la ONU, que no es precisamente Karl Marx, ha declarado que “es inaceptable que los palestinos arriesguen sus vidas por comida”.
El mismo día 1 de junio, un barco de la Flotilla de la Libertad, el Madleen, partió rumbo a Gaza para intentar romper el bloqueo israelí y repartir alimentos, mostrando, una vez más, que si delegamos en gobiernos y en organismos internacionales las gazatíes morirán de hambre y que la acción directa es la única forma que tenemos de intentar ayudar al pueblo palestino.
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