
Hace tres años, se celebró en Madrid una Cumbre de la OTAN, en la que se acordó la subida del gasto militar en los países miembros al 2%. En su momento alzamos la voz, escandalizadas, ante un aumento sin precedentes que obligaría a recortar de otras partidas destinadas a sanidad, educación, pensiones, transición energética, etc. para alimentar la máquina de guerra. En ese verano de 2022, Joe Biden logró que Europa se plegara a los intereses de EEUU y aumentara su gasto en Defensa para aliviar su propia carga.
Europa sube el gasto en Defensa al 5%
Tres años después, la situación ha evolucionado a peor. El actual presidente de EEUU es Donald Trump, quien amenaza con guerras comerciales a todos los países del mundo, incluso sus aliados occidentales; Israel se encuentra perpetrando un genocidio contra el pueblo palestino invocando su derecho a defenderse; Israel y Estados Unidos han bombardeado Irán, Yemen, Siria y Líbano; y a diario se nos expone a la propaganda contra los peligros que representan para nuestra seguridad nacional Rusia y China.
En este contexto, se acepta sin discusiones que el peligro de que estalle una guerra se encuentra a la vuelta de la esquina y que debemos aumentar el gasto militar. Trump exigió en la Cumbre de La Haya que el gasto subiera hasta el 5% y casi todos los países europeos capitularon sin decir ni mú. Esto supone gastar en armas y soldados casi lo mismo que todo el PIB ruso y la gran tragedia es que las únicas resistencias a este gasto en países como Alemania sólo provienen de su extrema derecha.
La actitud sumisa de Europa frente a EEUU la ejemplificó mejor que nadie el Secretario General de la OTAN, el lameculos holandés Mark Rutte, quien en un mensaje que envió al mandatario gringo después de que bombardeara instalaciones nucleares iraníes dijo: “Querido Donald, enhorabuena y gracias por tu decisiva acción en Irán. Ha sido extraordinaria, se trata de algo que nadie se había atrevido a hacer. […] Donald, nos has llevado realmente a un momento verdaderamente importante para Europa y Estados Unidos. Has logrado algo que NINGÚN otro presidente estadounidense había conseguido en décadas. Europa pagará a lo grande, como debe, y tu ganarás”.
En definitiva, EEUU ha demandado que las europeas subvencionemos su industria militar, en un paradójico giro político keynesiano gracias al cual los Estados financiarán a las viejas industrias europeas de acero, armas, maquinaria y sector naval. Nos obliga a sacrificar el Estado del bienestar para abandonar paulatinamente la defensa del bloque europeo y reforzar la seguridad en el Pacífico.
Pedro Sánchez y la doctrina del shock
Pedro Sánchez ha sido uno los pocos líderes que se ha resistido a la cifra del 5%. Se ha comprometido a invertir en Defensa lo que le ha ordenado la OTAN, si bien ha asegurado que tan sólo supondrá una inversión de entre el 2,1 y el 3,5% de nuestro PIB. Y parece un puto héroe por resistir a los embistes de Trump – que incluso ha amenazado con una guerra arancelaria contra España –, convirtiéndose en un referente en otros países de lo que es un gobernante responsable, a la vez que ha consolidado y normalizado un gasto superior al 2%.

Así es como funciona la doctrina del shock: perturbaciones mundiales como la guerra de Ucrania, el bombardeo de Irán o el genocidio gazatí son aprovechadas por las élites para profundizar las diferencias de clase mediante la aprobación de reformas socioeconómicas neoliberales que minan el Estado del bienestar. Así, lo que hace tres años era un gasto inaceptable, ahora se traga acríticamente y parece una nimiedad.
Juan Carlos Rois ha publicado un interesante artículo en El Salto acerca de cómo Sánchez ha escenificado un lucha contra el mal y ha convertido en “aceptable” la cifra del 2,1% del PIB, incluso entre los partidos a la izquierda del PSOE. Pero, además, analiza cómo España lleva años destinando por encima del 2% del PIB a gasto militar, en más de 50 partidas y programas fuera del gasto del Ministerio de Defensa, como lleva denunciando desde hace años el Grup Antimilitarista Tortuga. Por tanto, la supuesta resistencia de Sánchez no sería más que una farsa para lavar su imagen como principal opositor al trumpismo en Europa.
La supuesta amenaza rusa
Los políticos europeos han jaleado la absurda y trágica guerra ruso-ucraniana, alimentando la máquina de guerra y saboteando los intentos de alcanzar una paz. Así, tras cuatro años de conflicto (al menos desde la intervención del ejército regular ruso en territorio ucraniano), Rusia se nos presenta como la mayor amenaza para nuestra seguridad y como la excusa perfecta para incrementar la inversión en la industria armamentística.
¿Es realmente Rusia una amenaza tan grave? Escribe Emmanuel Rodríguez en Zona de Estrategia que “los 32 miembros de la OTAN suman aproximadamente 1.000 millones de habitantes, algo así como veinte veces la renta nacional de Rusia y más de la mitad del gasto militar del conjunto del planeta. Sopesemos, a partir de estas cifras, la amenaza rusa, su ejército embarrado en una guerra en la que no ha podido siquiera ocupar completamente las áreas rusófonas del Dombás, que le eran básicamente afines; un país ¡diez veces más pobre que la Gran Rusia! Sopesemos también que una simple flotilla de drones ucranios ha destruido una parte sustancial de su gran flota de bombarderos rusos. ¡Qué amenaza existencial para Europa!”.
