Por la abolición de los CIEs

El pasado 15 de junio se realizó el Día contra los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) con la intención de visibilizar y denunciar la existencia de estas cárceles para personas migrantes. Por este motivo se realizaron acciones por toda la geografía del Estado y los/as compañeros/as de la Radio Cabezas de Tormenta nos regalaron este texto con la intención de que sirva de pequeño homenaje a las personas que sufren el encierro y la deportación por el mero hecho de no “tener papeles”. Por ellos/as, porque caigan los muros de todas las prisiones.

Suena el despertador. Varias veces. Me acuesto tan hecho polvo que programo una melodía in crescendo para asegurar que mi cuerpo se pone en pie a las 6 y media. Y llegar al trabajo. Y aguantar su cotidianidad asfixiante. Y soportar su mecanicidad, esa que aplana la mente y los deseos. Aunque me sepa a poco, aunque me sepa a nada.

Y a esas horas intempestivas salgo de casa. Con los auriculares puestos, para que mis oídos olviden el ensordecedor ruido de una ciudad que despierta.

Y en ese camino hacia el Metro me encuentro con vosotros. En una fila zigzagueante; la forma que adquiere vuestra espera. Y es que aguardáis a que abran esa pequeña puerta lateral que os conduzca al cara a cara con vuestra gente presa.

Vuestra gente; con piel color café, manos encallecidas… y sin papeles.

Y mi mañana monótona me regala un cruce de miradas con vosotros, que mantenéis la cabeza alta aunque brote la tristeza.

En la sociedad de la mercancía los flujos de personas se ven con más recelo que los flujos  de capitales. Este Madrid sin sangre en las venas os lo ha demostrado; con sus redadas en las plazas por el color de la piel, con los cien metros lisos que corren los manteros asediados por la policía… Supervivencia en la Jungla.

Y los supervivientes no se reconcilian con quienes causan los naufragios que los arrastran a la deriva. Por mucho que esos mercaderes de la fe con chalecos rojos que rezan “reconcíliate con Dios” os ofrezcan, mientras estáis en la cola, café caliente y un futuro colmado de esperanza.

Una vez me dijisteis que quien hace mucha cola es un “esperador”.

Eso me ha ayudado a entender el grito desesperado que escuché esta mañana: HASTA CUÁNDO, chilló alguien con  acento latino.

Hasta cuándo seguiremos aguantando, pensé yo. Porque quienes hacen cola y quienes observamos con rabia cómo otros tienen que hacer cola para visitar a sus seres queridos, somos “esperadores”.

Pero es ley de vida que el aguante tiene un límite.

Y ya ansiamos el día en que los muros del Centro de Internamiento de Extranjeros de Aluche se vuelvan de aire. Así no tendremos que comunicarnos con la gente que hay dentro a través de bengalas y alaridos en las manifestaciones contra el encierro. Y podremos hablar susurrando. Cara a cara. Y estrujarnos el cerebro para combatir esta vida de miseria. Y hacerlo juntos. Tejiendo lazos. Fuera de las rejas.

Lo único que me interesa es cómo enlazar nuestra pasión y nuestra fuerza para conseguirlo.

Para que la vida se abra paso por este páramo desolador. Sin colas. Sin “esperadores”.

Esta Tormenta cae para deshacer los lugares de internamiento de migrantes. Como la lluvia derrite los castillos de arena. Erosionándolos.

En vuestro recuerdo, hermanos.

www.cabezasdetormenta.org

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