Algo huele a podrido en la UPM

Día D

El pasado 9 de marzo, el Consejo de Gobierno de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) aprobó el despido de 301 trabajadores/as, 145 del Personal de Administración y Servicios Funcionario Interino (PASF) y 156 del PAS Laboral Temporal (PASL), además de reducir uno de los complementos retributivos del Personal Docente e Investigador (PDI). Mientras el Rector y su tropa, reunidos con los diferentes decanos, directores y representantes sindicales y estudiantiles votaban estas medidas en la Real Academia de Ingenieros, un fuerte y numeroso cordón de antidisturbios rodeaba el edificio.

Tres semanas antes

El Rectorado anuncia su intención de aprobar un plan de despidos, mientras tanto, se filtra el listado de los/as 301 trabajadores/as a los que afectaría esta medida. Rápidamente tienen lugar las primeras asambleas donde el personal que aparece en la lista, junto a otros/as trabajadores/as y estudiantes que deciden mostrar su solidaridad, trazan las primeras líneas de lo que ha sido una lucha dura e intensa durante estas semanas. Se suceden las manifestaciones por Ciudad Universitaria, las concentraciones frente al Rectorado, continúan las asambleas (algunas de ellas con cientos de personas), se realizan visitas a las personas con voto en el Consejo de Gobierno para exigirles una postura negativa, tienen lugar diferentes encierros, escraches, sonoras pitadas en Escuelas y Facultades, etc., incluso el Rectorado es atacado con un coctel molotov. De esta forma, se consigue una pequeña primera victoria, se cancela el Consejo de Gobierno del día 28 de febrero, donde se pretendía aprobar el plan, abriéndose un período de negociación entre los sindicatos y el equipo rectoral, con una fecha de inicio y una fecha de fin, de apenas cinco días.

La negociación resulta ser una farsa, ya que la única intención del Rector y la Gerencia es ganar un poco de tiempo para ir camelándose a los Directores de Escuela. Los sindicatos exigen las cuentas de la Universidad para poder plantear alternativas. El equipo rectoral va suministrando poco a poco documentos que forman parte de dichas cuentas, negándose a entregar las que forman parte del Capítulo 6 (Proyectos e Investigaciones), y que equivalen al 30% del presupuesto global de la UPM. Es aquí donde se encuentra el “gran pufo” de esta universidad, pues a partir de este capítulo del presupuesto se ha creado todo un entramado de sociedades mercantiles sin ningún control contable y que se ha utilizado para la contratación de amigos/as y familiares sin concurso u oposición. Recientemente se han presentado, o se van a presentar, ante la Comunidad de Madrid las cuentas del ejercicio 2011, dicho retraso se debe a un largo tiempo de maquillaje y cirugía estética de dichas cuentas. Como algunos/as comentan, “la próxima titulación de la UPM se llamará Grado en Ingeniería Financiera”.

Aun sin disponer de la totalidad de las cuentas, la parte sindical presenta un paquete de 28 medidas, que supondrían un ahorro de más de 20 millones de euros cada año (rebajas en los complementos de cargos académicos, un plan de jubilación, internalización de servicios, recortes en la gran flota de coches oficiales, recortes en los teléfonos móviles de los cargos académicos, etc.) que el Rectorado rechaza prácticamente por completo, dejando claro en todo momento que sólo se plantean hablar sobre la partida presupuestaria destinada a pagar las nóminas.

Las protestas continúan y se convoca un nuevo Consejo de Gobierno para el sábado 9 de marzo. Mientras, va saliendo a la luz más información sobre los desmanes y derroches de la UPM, como las apuestas online registradas por una Fundación vinculada a la Universidad, los constantes viajes a todo lujo de profesores/as al sudeste asiático al nuevo Campus creado en la zona o, como ya hemos comentado, la falta de transparencia en todo lo relacionado con la Investigación.

Al mismo tiempo, la protesta de los trabajadores/as sufre una estrategia represiva muy bien definida. Las siguientes convocatorias cuentan con un despliegue policial completamente desproporcionado: son decenas las lecheras de antidisturbios que se movilizan para tratar de impedir una asamblea o una simple concentración. Por ejemplo, para la asamblea del día 7 de marzo, son movilizadas 33 lecheras para impedir el paso a los/as trabajadores/as al Rectorado pues allí estaba convocada. Junto a esto, la otra cara de dicha estrategia es el silencio mediático que se genera respecto a este tema. Las noticias aparecen a cuentagotas. Se ve que uno de los mayores planes de despidos de una universidad pública no tiene interés suficiente para los medios de comunicación del país, así como la movilización de más de 200 antidisturbios para impedir la celebración de una asamblea de trabajadores/as, vulnerando así de una forma salvaje uno de sus preciados derechos constitucionales, el derecho de reunión.

El día D (de nuevo)

La lucha de los/as trabajadores/as fuerza a que casi la totalidad de las juntas de Escuela y Facultad voten en contra del plan de despidos. Aun así, muchos de los directores de estas Escuelas, al ser el voto secreto, no trasladan este rechazo, cambiando el sentido de su voto en el Consejo de Gobierno. De esta forma, finalmente, consiguen aprobar los presupuestos de 2013, y de forma indirecta, el plan de despidos. Fuera, mientras tanto, varios centenares de personas se concentran en la puerta rodeados/as de antidisturbios. El cuento de siempre. Cuando les va mal, nos lo hacen pagar a nosotras/os, a la clase trabajadora, y si plantamos cara, tenemos a sus perros detrás nuestro.

Tres semanas después

Los/as 301 trabajadores/as despedidos/as suponen un ahorro de unos 9 millones de euros al año, que junto a la medida de recortar el complemento del PDI, hacen un total de 14 millones, pero el Rectorado pretende que la reducción total del gasto sea de 24,7 millones, por lo que aún deben buscar fórmulas para recortar 10,7 millones. Nadie duda de que habrá más despidos, no sólo de PAS sino también del colectivo docente e investigador (PDI). En nuestras manos, está el evitarlos.

Desde esta publicación, creemos que esta medida tiene varios objetivos intrínsecos: uno de ellos era dar un golpe sobre la mesa. Claramente, ha sido un órdago, una demonstración de poder, y les ha salido realmente bien. Han sido capaces de despedir a un porcentaje muy importante de la plantilla de una institución pública sin apenas generar una respuesta, ni dentro del mismo colectivo de afectados/as ni a nivel social, trasladando un mensaje claro al resto de trabajadores/as: no tenéis suficiente fuerza para hacernos frente. Al ser la situación del resto de universidades públicas muy similar, seguramente pronto veremos como se aprobarán medidas similares en el resto de universidades.

Otro objetivo, este más a largo plazo, encaja dentro de la lógica privatizadora de la clase política actual, este plan de despidos se enlaza perfectamente con sus propósitos. Es una realidad asumida incluso por aquellos que se han posicionado a favor de esta medida, que la UPM no puede funcionar de forma eficaz con esta gran reducción del personal de administración y servicios. Por ello, el primer paso a la externalización de ciertos puestos en las universidades públicas ya está dado. Si tanto la limpieza como las cafeterías ya se encuentran en manos privadas, ¿por qué no tener a técnicos de laboratorio, personal de mantenimiento, ordenanzas, informáticos o administrativos contratados/as directamente a través de una ETT o una subcontrata, por ejemplo? La UPM está siendo el laboratorio donde experimentar el camino a seguir para alcanzar el modelo universitario que tanto desea nuestra clase política.

Y en relación con la lucha llevada a cabo por los/as trabajadores/as despedidos/as, realmente merece la pena detenerse un momento para reflexionar sobre determinados hechos, para que al menos nos ayuden a encarrilar situaciones similares futuras. Lo primero, y más impactante, es el hecho en sí de que parte de los/as afectados/as por esta medida no se han movilizado, y según han ido pasando las semanas, se ha reducido aún más el número de personas involucradas en las protestas. No sabemos cuáles han sido todas las razones, pero sí que sabemos que varias personas se han agarrado a la promesa del equipo rectoral de elaborar una bolsa de empleo, y para evitar manchar su nombre y que esto tuviera alguna repercusión en su posición dentro de la bolsa, han abandonado cualquier iniciativa de lucha. Lo gracioso de todo esto, por decir algo, es que la creación de la bolsa de empleo lleva ya más de dos semanas de retraso. Confiar en quien te acaba de despedir, creemos que no es la mejor opción.

En este conflicto, además, ha ocurrido lo mismo que ha pasado con el resto de luchas de cierta magnitud que ha habido en los últimos años en nuestra ciudad, como las emprendidas por los/as trabajadores/as de Metro, los/as bomberos/as, los/as profesores/as, etc. Aun contando con cierto apoyo de clase, ha sufrido cierto aislamiento, por lo que no se han llegado a crear las redes necesarias para que el conflicto dé un paso más y realmente pueda llegar a poner contra las cuerdas a los/as de arriba, pues si se produce algún tipo de contacto se reduce a la coordinación de estructuras sindicales y no a la creación de relaciones directas entre los/as propios/as trabajadores/as de diferentes sectores y los/as usuarios/as. La atomización de las luchas es causa y muestra de nuestra debilidad. Por ello, es vital desarrollar vías de comunicación entre los diferentes sectores en lucha, sin mediación de ningún tipo, donde nosotros/as, por fin, nos empoderemos de la necesidad de abordar el problema en su conjunto en cada expresión de dicho problema.

Desde esta publicación, una abrazo a nuestro vecino, amigo y compañero de lucha, y al resto de trabajadores/as que han peleado con dignidad y orgullo. Que las derrotas no nos aparten del camino sino que nos enseñen a comprenderlo mejor.

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