Tres historias bajo un mismo techo

La última puerta

Da igual que estadística utilicemos, o que consultemos el enésimo estudio que nosequé asociación de profesionales ha elaborado. No importa. Todos acaban igual, con matices, pero la conclusión final es compartida. El número de suicidios en España ha aumentado considerablemente desde que el escenario de crisis económica se agravó hace ya más de tres años. Y aunque salga algún miserable como el senador del PP, Antonio Alarcó, que tratando de negar la relación entre estos casos y la difícil y angustiosa situación económica de muchas personas, atribuyó a “patologías mentales” la responsabilidad del 90% de los suicidios, todos/as sabemos que tales afirmaciones, aparte de ser un ejemplo de mezquindad, no se sostienen por ningún lado. Pero aun así, lo intentan. Sobre todo, a través de sus medios de comunicación. Como siempre. Omitiendo estos casos, u obviando el contexto de precariedad y asfixia económica, como hizo Televisión Española, al contar el caso de la mujer que se prendió fuego en el interior de una sucursal bancaria al grito de “¡Me lo habéis quitado todo!”. ¿Para qué informar de que ese banco pretendía desahuciarla? No hacía falta, ese dato no era relevante, porque esa mujer tenía una “patología mental”, vamos, que estaba loca.

Una pareja de 68 y 67 años, del municipio mallorquín de Calvià, que se suicidaron tras conocer que el banco inició el procedimiento de ejecución hipotecaria en su contra. O un hombre de 55 años, en Alicante, que fue hallado muerto por la misma comisión judicial y la patrulla de la policía que pretendían echarle de su vivienda. O Francisco José Lema Bretón, de 36 años, activista del movimiento Stop Desahucios de Córdoba que tras llevar años asfixiado por las deudas, puso fin a su vida. O Iñaki, vecino de Basauri, con una amenaza de desahucio también presente, que dejó una nota con un mensaje claro, “no puedo más”. Han sido algunos de los casos que han tenido cierta repercusión mediática, ejemplos claros donde la desesperada situación económica ha jugado un factor clave, porque aun sin conocer de cerca estas realidades, por ejemplo, en el caso del hombre de Alicante que se suicidó justo el mismo día que iba a ser desahuciado, ¿quién no es capaz de encontrar relación entre estos dos hechos?

Es este Sistema quien aprieta la cuerda, pero les da igual, porque el espectáculo debe continuar, a pesar del daño que su andar va generando.

A nosotros/as, de momento, nos queda evitar que estas muertes se conviertan sólo en cifras y estadísticas.

Más allá del portal

El sábado 16 de febrero tuvieron lugar decenas de manifestaciones y concentraciones por todo el Estado convocadas por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y por otros colectivos vinculados a esta lucha, exigiendo en su convocatoria la aprobación de las medidas recogidas en la ILP que entró a trámite en el Parlamento unos días antes. La multitudinaria asistencia en determinadas ciudades consiguió que la protesta traspasara el muro informativo, haciéndose eco de lo acontecido los medios de comunicación públicos y privados. Pero si reseñamos estas manifestaciones no es por el alto valor del hecho en sí a un nivel cuantitativo, sino porque nuestra experiencia en Madrid fue realmente gratificante.

La manifestación dio comienzo a las 18:00 en la plaza de Colón, y desde un primer momento, la policía pretendió que el espacio ocupado por todos/as los/as allí concentrados/as fuera el menor posible, delimitando el recorrido al carril derecho del Paseo de la Castellana. Para aquellas personas que conocéis esta condenada ciudad, podéis imaginar lo que esta decisión implicaba: reducir drásticamente la visibilidad de la protesta y su impacto en una de las arterias principales de la capital.

Pero nada más aterrizar, ya se percibía en el ambiente, en el sentir colectivo, la indignación ante esta medida, por ello, a los pocos metros recorridos, nada más llegar al primer cruce, un grupo de personas se adelantó y se dirigió a los seis carriles centrales de la Castellana. Inmediatamente, muchos/as secundamos la iniciativa de este grupo y pusimos rumbo en la misma dirección. Y es aquí cuando empieza lo curioso, porque por un lado, los antidisturbios consiguen frenar a las primeras personas con empujones y forcejeos, pero cuando acudimos el resto, se encuentran completamente sobrepasados e impotentes se retiran. Mientras, por detrás, parte de la cabecera de la manifestación trató de frenar el impulso de la gran mayoría de los/as manifestantes de, literalmente, tomar la calle. En esta intentona reconocimos a Nacho Murgui, presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos/as, y a algunas caras visibles de la PAH de Madrid. Simbólico cuanto menos. Pues tanto la policía como ciertos aspirantes o expertos del activismo profesional, trataron durante unos minutos de evitar que se desbordara la manifestación. Pero les fue imposible. La nota esperpéntica la dieron las pocas decenas de personas que se quedaron en el carril derecho, mientras el grueso de la manifestación recorría toda la avenida.

Lo siguiente fue un poco lo de siempre, si bien, los/as que allí estuvimos, compartimos la impresión de que el ambiente se encontraba más agitado que de costumbre. Las consignas, las expresiones, etc., reflejaban una rabia que ha ido acrecentándose desde las primeras protestas desde aquel ya lejano 15 de mayo. Tras caminar un rato abucheando al Ayuntamiento, lanzando salvas a favor de la reinstauración de la guillotina, y despreciando abiertamente y sin tapujos a los/as de arriba, nos encontrábamos ya próximos al metro de Sevilla, cuando a nuestro lado aparecieron Beatriz Talegón, nueva estrella pop de la socialdemocracia española que tras un paripé ha logrado tal eco mediático que hace dudar de lo no tan casual de su intervención pública, acompañada del antiguo ministro de Justicia durante la primera legislatura de Zapatero, y que en los últimos años ha practicado el nomadismo político ocupando diferentes puestos a nivel autonómico, europeo, etc., el señor López Aguilar. Cuando fuimos conscientes de su presencia, ya tenían un corro a su alrededor de personas abucheándoles, al que nos sumamos sin dudarlo. A continuación, a pesar de lo que contaron ciertos periódicos, ni un grupo de 20 radicales ni nada por el estilo fueron los/as responsables del jaleo que se montó, pues fuimos muchas las personas que les gritamos, consiguiendo así que abandonaran la manifestación escoltados/as por la policía. Luego ocurrió lo que ya hemos visto repetido hasta la saciedad, Beatriz marchándose llorando, pobre, pero se ve que se le pasó rápido el disgusto pues le dio tiempo a visitar dos cadenas de televisión antes de medianoche. Evidentemente, hubo voces en contra, que con los más diversos argumentos trataron de poner fin al escrache improvisado que tuvo lugar, desde el “hemos venido aquí por la vivienda” hasta el ya manido “estamos todos/as unidos/as contra el PP”, a los cuales creemos que sobran los comentarios.

La verdad, es que acabamos la manifestación orgullosas/os de nuestras/os compañeras/os de lucha. La demostración colectiva de falta de olvido y de rechazo al oportunismo político, consiguió la expulsión de una trepa profesional y de un exministro de una manifestación donde no pintaban nada. Su partido, el PSOE, ciñéndonos exclusivamente al tema de la vivienda, ha sido corresponsable de la situación actual. Sus intereses en el juego bancario, su política de boicot a medidas que podrían aliviar la situación de muchas familias, etc., le colocan al mismo nivel que al resto de la clase política, encabezada por el PP, por mucho que ahora, con estos simbólicos gestos pretendan limpiar su imagen para iniciar ya la carrera para retomar la Moncloa.

Al igual que IU, partido representado en cada multitudinaria manifestación por militantes no tan de base y que ha conseguido captar a un buen número de activistas de la PAH para sus listas. Respecto a esta gente, hay que tener en cuenta, que si un partido está bien situado para sacar cierta rentabilidad al actual contexto de cabreo generalizado, este es IU, pero más por la falta de alternativas en el arco parlamentario que por méritos propios. Pero, si bien la imagen pública de sus representantes políticos apoyando cualquier iniciativa popular con la camiseta de turno, o con declaraciones “incendiarias” en el atril del Parlamento, puede aglutinar a algunas personas, no queremos dejar de recordar sus decenas de cargos en los órganos de dirección de las cajas, su apoyo faldero al PSOE para concederle cualquier opción de gobierno, los votos que contribuyeron a sacar adelante la legislación que penaliza la ocupación, etc.

Pero nosotros seguimos creyendo que no es cuestión de rechazar a un partido u a otro en base al listado histórico de traiciones a nuestros intereses colectivos y particulares, sino que dentro de la democracia parlamentaria, más o menos participativa, nos da igual, no hay salida posible. La crisis actual es a todos los niveles, hablamos de crisis política, económica, medioambiental, social, etc., que requiere el plantear cuestiones radicales, entendiendo radical tal cual, es decir, ciñéndonos a su significado etimológico, y globales, pues si bien hemos hablado de diferentes crisis, la realidad es que cada una de ellas no es más que la manifestación del Sistema en sí en diferentes ámbitos, por ello, una solución actual pasa por plantear una propuesta de lucha no meramente económica o política sino general.

El régimen de democracia parlamentaria ha conseguido crear la ilusión de la participación, a pesar de que vivimos justo lo contrario, una situación donde realmente renegamos de ser parte activa en la toma de las decisiones que regulan las relaciones colectivas. Por ello, para nosotras/os, la democracia se encuentra en las antípodas del proyecto político que deseamos construir, que no es más que aquel protagonizado por la organización horizontal y asamblearia, donde todas las voces resuenan por igual y las decisiones son fruto de un trabajo colectivo. Y en base a esto, aquellos/as que aceptan las reglas del juego de la democracia, creemos que contribuyen al fortalecimiento del Sistema en sí, por muy radical que sea su propuesta. Si acabo ejerciendo mi derecho a voto por un partido que durante su campaña electoral me ha convencido con sus proclamas revolucionarias, si aun en el hipotético caso de que consiguiera un resultado importante llegando al poder y realizara determinadas reformas, lo realmente relevante no son las medidas en sí, sino el hecho de que he renunciado a jugar ese papel activo y durante los próximos cuatro años, y realmente no voy a participar más en la elaboración, discusión y aprobación de esas medidas, por muchos referéndums, consultas electrónicas u otras historias que se propongan.

Por ello, no entendemos la ilusión parlamentaria y sus argumentos, nosotras/os nos quedamos con la lucha de la calle, aquella que, inevitablemente, con su trabajo, construye poder popular, al margen de las instituciones, generando estructuras propias donde son las propias personas quienes dictan sus reglas, ritmos y caminos a seguir. Para todas las personas que se encuentran en esta lucha van dedicadas estas líneas, para esas personas que después de llevar todo el día currando, en la universidad o recorriendo la ciudad buscando un maldito puesto de trabajo, dedican parte de esas horas del día que aún no les han robado, a pelear, a plantar cara a esta realidad. Para ellos/as van estas palabras y no para aquellos/as personajes que generan cierta fascinación pero no hacen más que aquello para lo que les están pagando, por ello, nunca nos veréis subir videos de Alberto Garzón al Facebook o a donde sea, preferimos escuchar a nuestras/os compañeras/os de lucha, del barrio o del curro.

Hurgando en los cajones

No podríamos olvidarnos de hacer mención a la ILP presentada en el Congreso. La ILP, o Iniciativa Legislativa Popular, es una vía que permite la legislación actual para que los/as ciudadanos/as puedan plantear reformas legislativas en el Congreso, eso sí, cada propuesta debe ir acompañada de un mínimo de quinientas mil firmas. A continuación, una vez presentada, el Congreso vota si tenerla en cuenta o no, en caso afirmativo, entra a trámite parlamentario y tras varios pasos formales y un periodo donde los grupos políticos la discuten y proponen cambios, llega de nuevo al Congreso para que se vote si se aprueba definitivamente o no. A grandes rasgos, esto es una ILP. Pues bien, desde la PAH y otros colectivos, entre ellos, no podemos olvidarnos de la presencia de CCOO y UGT, se inició una campaña por la aprobación de diferentes medidas como la dación en pago, el alquiler social, una moratoria en el tema de los desahucios, etc. En total se recogieron casi millón y medio de firmas, y cuando llegó al Congreso, el PP dio la sorpresa, y contra todo pronóstico, votó a favor de que entrara a trámite. Aunque este gesto no implica nada relevante, pues lo más seguro es que, o durante el trámite parlamentario, estas medidas se vean modificadas, o que finalmente, los/as diputados/as voten en contra cuando llegue el momento, es significativo que el PP tomara esta decisión. Esto, sin dudarlo, no es más que fruto de la presión social, y esto tiene su mérito. Al igual que el hecho en sí de recoger casi medio y millón de firmas. Lo tenemos que reconocer. Pero nuestra crítica, se encuentra relacionada con lo mencionado en el anterior punto, encauzar nuestra lucha por la vía institucional nos lleva a un camino donde sólo podemos perder pues ya no somos nosotros/as quienes marcamos los ritmos, además, de quedarnos vendidas/os en las manos de los/as cuatro diputados/as de turno. El esfuerzo que se requiere para presentar una ILP es inmenso, y es indudable que muchos colectivos habrán tenido que sacrificar parte de su trabajo diario para centrarse en esta campaña, que como escribíamos antes, no llegará donde se pretendía, por ello, en términos estratégicos, aunque si bien la repercusión mediática ha sido muy relevante, creemos que sigue siendo el trabajo de base, a pie de calle, el que da sus frutos. Centrarse en otras vías, implica aceptar sus reglas de juego.

Podríamos añadir mucho más, pues es este un debate largo y necesario, pero se nos acaban las líneas, por ello, desde esta humilde publicación os invitamos a nunca descuidar la reflexión y el debate colectivo sobre cada paso que damos, cada herramienta que utilizamos, cada decisión que tomamos. Porque el camino es largo y complejo.

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