Varían las formas, pero el fondo permanece: los desahucios continúan

Ya nada para por vacaciones, la época estival nos ha traído nuevos intentos de desahucios: nuevos retos que afrontar. Escenarios de lucha en los que, como es previsible, no siempre se consiguen los objetivos que uno/a se plantea. Aquí en Madrid, desde que se puso sobre la mesa con fuerza renovada la problemática de la vivienda a rebufo de las movilizaciones del 15-M, casi todas aquellas convocatorias que se habían planteando de cara a evitar desahucios habían acabado de forma bastante favorable, con los “lanzamientos” impedidos, espontáneas concentraciones ante sedes bancarias y, lo que es de suma importancia, con un sentimiento generalizado de que la lucha y la solidaridad eran la única salida colectiva a nuestros problemas. Pero no todo sale siempre como deseamos, y aquí es donde se sitúan los ejemplos de los desahucios realizados en los madrileños barrios de Pueblo Nuevo y La Peseta durante el pasado mes de julio. Los cientos de personas concentradas no pudieron evitar que enormes despliegues policiales (de alrededor de un centenar de agentes, tanto municipales como antidisturbios, en ambos casos) acabaran por posibilitar a los/as funcionarios/as del juzgado de turno llevar a cabo los mandatos judiciales de desahucio. En ambos casos nos encontramos ante intentos de desalojo que ya habían sido parados en anteriores ocasiones, era el segundo intento en el caso de la familia de Pueblo Nuevo y el tercero en el caso de la de La Peseta. Finalmente, cada familia acabó en la calle. Mirando más allá de nuestra ciudad, lo mismo ocurrió a finales de julio en Barcelona, en el barrio del Clot, donde un asalto con escaleras y porras de los Mossos acabó con el desahucio de una familia y varios/as de los/as 300 solidarios/as golpeados/as. Del mismo modo que las fuerzas del orden han hecho su aparición, desde la judicatura también se están empezando a plantear opciones como la de dejar fechas abiertas para los desahucios (petición realizada por varios “sindicatos” policiales para hacer mella en las concentraciones de apoyo).

Es por tanto el momento de afrontar este nuevo contexto (realmente viejo, aunque durante estos últimos meses había estado desaparecido). Deben tenerse en cuenta estas nuevas variables a la hora de afrontar esta problemática. Las concentraciones de vecinos/as ante las puertas de las casas en peligro siguen siendo imprescindibles, siguen siendo útiles, tanto para detener el “lanzamiento” como a modo de visibilización del conflicto, y, por qué no decirlo, también como forma de desgaste ante la táctica de enviar policía a cada desahucio, de forma que si llegan a realizarlo les salga caro. Sin embargo, otras acciones deben también potenciarse, seguir adelante en la presión a las sucursales bancarias encargadas de cada desahucio (en caso de “lanzamientos” por deudas hipotecarias) o a los entes públicos o privados que mantienen alquileres abusivos, tratar de impedir subastas de viviendas desalojadas…

Hay otra pregunta que debe responderse: una vez se realiza el desahucio ¿qué es de la familia expulsada de su casa?, o más bien, ¿cómo afrontar colectivamente la situación después del desalojo? Una vez en la calle hay quien tiene la posibilidad de una ayuda familiar o de amigos/as para salir adelante, pero hay quien no, y aquí es donde la solidaridad de los/as vecinos/as no debe hacerse esperar. Las asambleas de barrio y los/as vecinos/as en su conjunto debemos de trabajar en la creación de mecanismos que permitan el apoyo a estas personas mientras su situación siga jodida, un apoyo en aquellas necesidades básicas, de techo, de alimentación… En este sentido es de reseñar posiciones y debates como los que se han dado en algunas asambleas de barrio como la de Lavapiés o en distintas asambleas monotemáticas de coordinación entre barrios sobre el tema de la vivienda, donde se ha planteado como uno de los frentes de lucha la ocupación de inmuebles vacios y en estado de especulación para realojar a estos/as desahuciados/as (prosiguiendo así el trabajo que hacen día a día en pro de la ocupación y de la reapropiación de espacios para la socialización diversas asambleas de centros sociales y viviendas ocupadas). Es crucial que potenciemos redes de apoyo que permitan la ocupación, la rehabilitación y el mantenimiento de viviendas para los/as que las podamos necesitar.

La problemática de la vivienda nos trae de nuevo a colación la verdadera cara del capitalismo, nuestras vidas son sólo importantes en tanto que produzcan beneficios económicos, cuando dejan de hacerlo, ya podemos olvidarnos… Es imprescindible, por tanto, profundizar en un debate sobre estas cuestiones, comenzar a poner en cuestión su tan manida propiedad privada, el beneficio económico por encima de nuestro bienestar, comenzar a negar unos principios ideológicos que nos conducen a situaciones de degradación tales como acabar en la calle a la mínima de cambio.

Todo esto no es más que una aproximación a un debate ya abierto, que ya se está discutiendo, y lo que es más importante, en el que ya se está actuando, una apuesta por un constante crecimiento colectivo, por un aprendizaje para que afrontemos nuestros propios problemas por y desde nuestros medios, con nuestra fuerza.

Para obtener información práctica sobre la ocupación visitar la web www.okupatutambien.net o acercarse a la Oficina de Okupación todos los jueves de 21 a 22:30 horas en el CSOA Casablanca (C/ Santa Isabel, 23; <M> Antón Martín)

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