Tras tanto ruido… seguimos caminando

Llega junio y con el calor se va diluyendo la vorágine de las últimas elecciones municipales y autonómicas. Varios meses en los que la calle ha dado paso sin remedio a discursos y televisiones. Ahora llega la calma, al menos hasta que arranque el siguiente embate, las elecciones generales. Que las cosas no son como antes está claro, más si cabe aquí en Madrid. Seguramente este mes nos traiga una nueva alcaldesa, a rebufo de esa ola de cambio de la tanto se habla. Nuevas propuestas, nuevas formas, un nuevo partido… pero nosotros no albergamos ilusión alguna. No dudamos que nuestras condiciones de vida mejoraran en varios aspectos (y ya tocaba), que por supuesto desprendernos de la marquesa es un placer, pero nuestra ilusión no se vende barata y nuestra idea de cambio va más allá de unas instituciones que nos son ajenas.

«Mucho hemos criticado el sistema capitalista para tratar de comprenderlo y explicarnos la civilización que nos gobierna, que nos domina […] Pero al mismo tiempo que hablamos de nuestra alienación en esta sociedad capitalista, del poder del dinero y del fetichismo de la mercancía, también hemos querido hablar y participar de aquello que escapa a su control, de lo que se enfrenta a ella, de nuestras actividades creativas, de las luchas, de las alegrías pero también de los sufrimientos y tristezas. Saber que si hay sumisión y servidumbre, también hay rebeldía» – Revista Etcétera. Correspondencia de la guerra social. Número 54

Ya han pasado más de cuatro años desde la embestida que supuso el 15-M, cuatro años que han dado para mucho aprendizaje y para muchas hostias. A nosotros, como a todos, nos pilló a por uvas, pero con el tiempo nos involucramos en dicho proceso en la medida de nuestras posibilidades. Disfrutamos, peleamos y aprendimos, y ante todo nos dejó un recuerdo de lo que puede ser, de nuestra capacidad de transformación de la realidad desde abajo. Cuatro años después seguimos tratando de dibujar ese camino, difícil de entrever, a través del cual seguir creando esas alternativas que si que nos ilusionan.

No somos ingenuos/as, el 15M, tal y como explotó en el 2011, ya ha quedado atrás. Estos cuatro años han cambiado mucho las cosas, cada uno salió de aquella experiencia por su lado y es lógico. Con la perspectiva del tiempo, nos quedamos ante todo con lo que significó como acción colectiva, una de las más importantes tras tantos años desde la transición. En nuestro caso, el paso siguiente que muchos vieron tras las asambleas de barrio y los conflictos en las calles, el camino que lleva a los ayuntamientos, no nos convence, no es el nuestro. Echamos la vista atrás y observamos como ese mismo camino se ha recorrido infinidad de veces en los últimos doscientos años, y siempre hemos acabado escaldados. No le vemos la novedad y por tanto hemos tratado de seguir nuestra propia vereda. Nos consideramos anticapitalistas, y como tal no encontramos la solución a nuestra vida explotada en las propias instituciones que gestionan todo este tinglado. Pero no por ello, y volvemos al principio de estas líneas, somos ilusos. Nuestro mundo nuevo no está tan cerca como para acariciarlo, más bien está bastante lejano, y por tanto, esa vereda que tratamos de ir abriendo estará plagada de contradicciones. Lo asumimos.

El intento de dar respuesta a las problemáticas diarias que nos vamos encontrando genera, en la mayor parte de las ocasiones, más nuevas preguntas que respuestas. Pero así ha sido siempre en el seno de la tradición libertaria, si por algo nos hemos caracterizado es por tratar de dar forma a herramientas con las que enfrentarnos a los conflictos de nuestra época (ya sea la precariedad laboral o la violencia en la pareja) y por ir creando nuevos modelos de convivencia y relación, pero nunca por una capacidad de gestionar la sociedad actual, la miseria en la que vivimos. Nunca seremos eficientes en ello, pues dicha sociedad choca frontalmente con nuestros planteamientos y formas de actuar.

Nuestra apuesta pasa pues por el camino largo, por el de ir construyendo un nosotros, un sentimiento colectivo que se represente en la lucha, en esos pequeños y grandes conflictos diarios derivados de nuestra condición de explotados. Ya sean en huelgas sectoriales o de empresa, en la detención de desahucios o en la creación de huertos urbanos, ir generando un camino colectivo, en el que tomemos nuestra propias decisiones en cada momento. Todo ello, nos debe posibilitar no sólo ganar batallas, sino ir creando un imaginario colectivo en el que afloran la solidaridad y la acción directa, lo que facilitará afrontar nuevas luchas, con más experiencia y fuerzas. Ir superando poco a poco los límites del posibilismo, que no son otros que los límites del sistema, que no los límites de la realidad. Ejemplos de ello pueden encontrarse en el conflicto de Gamonal (Burgos) ante una resolución de obras firmada por el Ayuntamiento, en huelgas indefinidas contra todo pronóstico o en el empoderamiento que surge ante un desahucio que es parado.
Esto es algo que ha quedado más que patente en estos últimos años. Pero al mismo tiempo, esta forma de entender el conflicto implica dinamismo, necesita de saber comprender lo cambiante de la realidad en la que vivimos. No podemos encerrarnos en nuestros propios y cómodos caparazones, la ideología no debe atrofiar nuestra práctica, sino dotarnos de guías sobre las que seguir construyendo herramientas y espacios para otras formas de vida. Y es por ello que escribimos estas líneas. En los últimos meses vemos que algo se mueve nuevamente, que la nueva situación política, con un ciclo de lucha que decae en su forma anterior para dirigir gran parte de sus fuerzas al llamado «asalto institucional», nos lleva a plantearnos hacia dónde nos dirigimos nosotros/as, hacia dónde caminamos y hacia dónde querríamos hacerlo. Son varios los proyectos que están sacando la cabeza en este sentido, ya sea el blog Equilibrismos, organizaciones como Apoyo Mutuo o materiales escritos como «La apuesta directa». Voces que plantean la necesidad de clarificar nuestro discurso y nuestra práctica, adaptarlo a las nuevas condiciones y tratar de afrontar gran parte de nuestro autoaislamiento para poder volver a plantarnos en el tablero de juego de las luchas diarias, como uno más. Cargando con nuestros miedos y nuestras taras, pero exponiéndonos, pues sin arriesgar no avanzaremos nunca. Participando de las  problemáticas que nos atañen a todos, ya sean la vivienda, la salud o los conflictos laborales, creando herramientas que nos ayuden tanto en las luchas como en la extensión del concepto de comunidad. Luchas y relaciones que nos abran puertas a otras luchas y relaciones.

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Puesto que estas pocas líneas nos saben a poco, y en parte también a modo de constatación de lo dicho, queremos reseñar un par de libros y una revista de reciente publicación que ahondan en el tema que estamos tratando. En cuanto a los libros, nos encontramos ante dos títulos de distinta procedencia, uno de ellos fruto del trabajo personal del autor y el otro resultado de las aportaciones de numerosos individuos y colectivos, pero en ambos casos se pone de manifiesto tanto esa vitalidad de las ideas anarquistas en el seno de muchas luchas actuales como la necesidad de seguir generando un trabajo práctico y teórico cotidiano que nos permita incidir (y por ende, transformar) más intensamente nuestro día a día.

anarchyEl primero de estos ensayos, editado por LaMalatesta Editorial bajo el título de «Anarchy alive! Políticas antiautoritarias de la práctica a la teoría», realiza un acercamiento a la actualidad del anarquismo contemporáneo a través de su influencia en muchas de la revueltas y movimientos sociales de estos últimos años, así como pone sobre la mesa diversos puntos de vistas en temas tan a menudo debatidos como el liderazgo, la violencia o el nacionalismo. Para ello, su autor, Uri Gordon, se apoya tanto en su experiencia política activista como en entrevistas, debates y publicaciones actuales.

Otro título que nos gustaría reseñar es «La apuesta directa. Debate libertario y ciclo político», libro editado recientemente por Enclave de Libros en el que se recogen textos de diversos autores como Octavio Alberola, Carlos Taibo, José María Olaizola, Juantxo Estebaranz o laapuesta Federación de Estudiantes Libertarixs . Su intención pasa, según sus propias palabras, por «activar un proceso de reflexión horizontal sobre las transformaciones sociales y políticas en curso y sus posibles evoluciones», tratando así de reforzar el anarquismo en su praxis diaria, adaptándolo a los nuevos tiempos para así, entre todos, continuar experimentando y extendiendo «las prácticas de autoorganización y autogestión fuera de las dimensiones actuales de la política representativa e institucional en el escenario que se está gestando».

Por último, nos remitimos a la cita con la que comienza esta página, extraída del nuevo número (54) de la revista que los compañeros del colectivo Etcétera llevan sacando desde hace más de treinta años. No queremos dejar pasar la ocasión sin detenernos en esta publicación, en la que como en otras ocasiones, se entremezclan reflexiones sobre el contexto social e histórico que nos ha tocado vivir, noticias de resistencias y luchas actuales (que en este número nos comunican con lugares tan distantes como el Kurdistán sirio en su enfrentamiento contra el Estado Islámico, Ayotzinapa y la matanza de estudiantes mexicanos o Ferguson y las protestas ante la represión sobre la comunidad negra), y un importante número de reseñas de libros y revistas. En este caso, y ante el tema tratado, destacamos por encima de todo el artículo con el que abre la revista, “En el campo de lo posible (crítica del posibilismo)”, un texto con el que darle vueltas a las formas que adquieren las diferentes luchas en las que tomamos parte, una visión positiva que encuentra en las luchas actuales formas propias del anarquismo: solidaridad, acción directa, autogestión, horizontalidad, etc.

Sin más, tres lecturas que recomendamos encarecidamente.

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