¿Petróleo o turismo? Dilema en Canarias

Para cambiar de tema y dejar los recortes y la represión a un lado tenemos esta noticia, cuyo origen está igualmente en el cerebro de esos/as políticos/as cuya vista se obnubila cada vez que oyen la palabra beneficios. Uno de los Consejos de Ministros del pasado mes de marzo nos dejó la aprobación del plan, no tan nuevo, para realizar prospecciones petrolíferas frente a las costas de Fuerteventura y Lanzarote.

Decimos que no es nueva porque allá por 2001 ya se le encendió la bombilla al gobierno de turno y cedió la búsqueda de crudo a la empresa de moda, Repsol, pero en 2004 el Tribunal Supremo revocó el permiso por defectos del control medioambiental de dicha autorización. Repsol pertenece al grupo de empresas (Telefónica, Santander, Endesa…) que obtienen beneficios, aun en tiempos de crisis gracias a sus negocios en América.

El argumento principal que esgrime el gobierno central, sostenido por la excusa de la crisis, es que España no puede permitirse el lujo de no explotar un yacimiento de petróleo que se encuentra en su territorio y que, según las estimaciones más pesimistas, podría abastecer el 10% del consumo diario de crudo en el Estado (140.000 barriles). Además, si Marruecos va a buscar petróleo al otro lado de la frontera marítima, nosotros/as no vamos a ser menos.

Se ha hablado del impulso que este hallazgo supondría para Canarias, afirmando que su nivel de desarrollo y bienestar social equipararía al archipiélago con Noruega, ignorando que dicho país ya tenía un elevado nivel de desarrollo social antes de que se iniciara la explotación petrolífera en el Mar del Norte (años 70) y obviando que la explotación allí no es gestionada por una empresa privada sino por el Estado.

Beneficios aparte, el impacto ambiental de la extracción de petróleo y, sobre todo del transporte del mismo, es lo que ha sacado a muchos/as canarios/as a la calle, desde el pueblo llano hasta los/as más conocidos/as políticos/as. ¿Un venazo ecologista? No siempre. O no al menos en el caso de las instituciones autonómicas, que pretenden echar para atrás la búsqueda del “oro negro” por la preocupación que les produce el efecto que podría tener un vertido sobre el turismo en las islas.

Intereses económicos a fin de cuentas… Elegir, o más bien contemplar la toma de decisión, sobre quién se lleva el dinero en una comunidad que arrastra un 31% de paro, si las empresas del sector turístico o una gran petrolera. Todo se reduce a eso, a nadie parece importarle la riqueza ecológica de Canarias (con gran cantidad de especies animales y vegetales únicas) si no puede sacar beneficio de ella.

El actual modelo turístico dominante, que mueve masas a grandes distancias, tiene graves consecuencias sociales y medioambientales, no sólo en los lugares de destino sino en el conjunto del planeta. Asimismo, el turismo es dependiente de otras actividades que conllevan perjuicios ambientales, como el transporte motorizado nacional e internacional, la explotación de fuentes de energía no renovables o la construcción sin freno. La visita masiva a diferentes zonas conduce a la sobreexplotación de las mismas, desequilibrando los ecosistemas.

Nos gustaría destacar que el impacto que podría tener un vertido en estas islas, no es sólo una pérdida a nivel económico, ni medioambiental, que lo sería y enorme, sino también a nivel humano, pues el 80% del agua utilizada en Fuerteventura y Lanzarote proviene de agua del mar desalada químicamente. En este contexto, el desarrollo de una industria petrolífera en las costas de Canarias no traería sino la posibilidad de un desastre ecológico cuyas repercusiones en las islas más próximas a las plataformas de extracción, fijas o móviles, serían catastróficas para la vida humana. Sumando el factor de profundidad marina existente en la zona de potencial extracción (que obligarían a excavar por debajo de los 3.500 metros) a las actividades volcánicas submarinas presentes en la zona (pues no se puede obviar el origen volcánico de las Canarias), conforma un panorama bastante realista del peligro al que se expone la población de las islas por la codicia humana.

Para terminar y a modo de conclusión, queremos resaltar una vez más que no creemos que la solución pase por explotar todos los yacimientos que nos rodean, ya sean de gas/petróleo, minerales, acuíferos… sino por una reducción del consumo humano. Concretamente la reacción de combustión de los hidrocarburos genera CO2, ese gran amigo del efecto invernadero que aumenta el calentamiento global, favoreciendo que el calor generado por la radiación solar que se refleja en la tierra se quede en ella al no poder atravesar la capa de este gas que nos rodea. Los efectos presentes y futuros del aumento de la temperatura no son ninguna novedad y repetimos, para no variar, que no basta con promover las energías “limpias”, que también tienen su lado negro, sino por plantearnos qué es lo que realmente necesitamos y dejar de consumir por consumir, rompiendo el círculo que destroza cada día un poco más nuestro verdadero sustento, la tierra.

Más información en el artículo¿Equiparará el petróleo Canarias a Noruega?” de José Ángel Hernández en internet.

Repsol-YPF ha tenido varios procesos judiciales con comuni- dades mapuches, como por ejemplo con la Comunidad Payne- mil, por contaminar aire, suelo y agua de la zona donde se asienta dicha población, el área de Loma de La Lata (a 90 km al noroes- te de la ciudad de Neuquén, en la Patagonia argentina).

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