
El conflicto que se da en la actualidad en Oriente y que actúa como auténtica doctrina del shock, amenaza con expandirse algunos niveles y escalar en toda la región con más actores, e incluso con graves riesgos de internacionalizarse, debido a los últimos acontecimientos con el bombardeo de tres instalaciones nucleares en Irán por parte de Estados Unidos. Uno de los objetivos claramente por parte del sionismo israelí era eclipsar por completo el genocidio palestino palestino en curso y continuar asesinando gazatíes. La geopolítica imperialista es un arma completamente contraria a cualquier moral, como el sistema capitalista que la alimenta y de donde nace, y esa es una cruel realidad para nuestros intereses de clase, pero sin duda el punto de análisis del cual debemos de partir para combatirlo. Frente a sus guerras, nuestra organización revolucionaria y una salida pacífica como estrategia antiimperialista.
Historia de este conflicto en Oriente y sus implicaciones imperialistas
Las hostilidades contemporáneas en Oriente Próximo son una realidad continuada desde el siglo pasado debido a la injerencia del imperialismo por ser una región de alto valor estratégico para consolidar la dominación global, y territorio donde librar conflictos no directos entre potencias. La rivalidad sionista-iraní viene de los años 80 del siglo XX, cuando tras el triunfo de la Revolución Islámica del Ayatolá Jomeini en 1979, se funda la nueva República Islámica de Irán que depone al Sha de Persia, hasta entonces aliado de Israel y de los EE.UU. Este giro político en la región supone un cambio de relaciones absoluto, pues el régimen de los ayalotás estaba dirigido por clérigos chiítas conservadores que impusieron un gobierno teocrático y autoritario en Irán hasta el día de hoy. Se inicia una política exterior iraní contra el sionismo israelí, rompiéndose todos los acuerdos previos que se establecieron con el régimen del Sha persa y encontrando como enemigo ahora también a los EE.UU.
Sin embargo, el imperialismo estadounidense siempre ha jugado un papel desestabilizador en Oriente Próximo de manera directa, o a través de su aliado Israel. Los EE.UU., bajo la administración de Ronald Reagan, llegaron a vender armas a su nuevo enemigo, Irán, en la guerra de este país contra Iraq, gobernada por el nacionalismo árabe de Sadam Husein en los años 80, y con la venta de esas armas financiaba la Contrainsurgencia nicaragüense. Irán comenzó a apoyar y financiar a distintas resistencias islámicas contra el estado sionista de Israel, inicialmente a la Organización de Liberación de Palestina (OLP), Hezbolá en el sur del Líbano, e incluso el régimen sirio de Bashar Al-Assad. De hecho, Irán apoyaba al gobierno sirio en la guerra civil desde 2012 con envío de equipamientos y paramilitares contra los rebeldes sirios y estableciendo corredores de armamento y entrenamiento a las fuerzas de Hezbolá desde la frontera siria. Sin embargo, esta situación cambió drásticamente cuando en diciembre de 2024 cayó el régimen de Al-Assad, y con la fase actual del genocidio contra Palestina en marcha como trasfondo desde octubre de 2023.
La agresión sionista para eclipsar el genocidio en Gaza
El conflicto actual tras la agresión de Israel a Irán el pasado 13 de junio tiene sus antecedentes más inmediatos en los ataques israelíes en abril de 2024, cuando su aviación bombardeó un edificio anexo a la embajada iraní en Damasco que dejó 14 muertes, y el envío coordinado de misiles balísticos y drones desde Irán, Líbano y Yemen como respuesta. Israel decidió entonces el bombardeo de algunas posiciones militares en Teherán, algunos radares y zonas cercanas a su aeropuerto internacional. En el verano de 2024 Israel atacó Beirut, asesinando a un alto cargo de Hezbolá primeramente, y después realizando un ataque preparado durante años detonando los buscas personales de centenares de milicianos de Hezbolá. Todo ello se completó con la invasión terrestre del sur del Líbano en octubre de 2024, respondido por parte de Irán con el envío de 180 misiles balísticos a Israel y por parte de este con tres oleadas de bombardeos sobre Teherán menos de un mes después, quedándose hasta ese punto nuevamente en tablas.
La justificación sionista a su ataque, y de respaldo y agresión posterior estadounidense, es el incumplimiento de las medidas de no proliferación nuclear por parte de Irán y su programa nuclear destinado al enriquecimiento de uranio para obtener cabezas nucleares. Israel ha estado desarrollando secretamente armas nucleares en el Centro de Investigación Nuclear del Néguev desde 1958, una década después los EE.UU. afirmaban que Israel contaba con armamento nuclear, y aunque no se pronuncie sobre ello se estima que tiene almacenadas entre 75 y 400 ojivas nucleares a espaldas igualmente del mismo «Tratado de No Proliferación Nuclear», que nunca ha ratificado.
El conflicto en la actualidad se da entre un gobierno teocrático y conservador como el iraní, que juega un papel de querer ser una potencia regional en el territorio, frente a un sionismo ultranacionalista y genocida como pieza de desestabilización del imperialismo estadounidense en la zona. Desde el pasado 13 de junio que se produjeron los ataques coordinados israelíes con aviones de combate, y drones desde el interior de Irán anulando sus radares y defensas, estos dejaron unos setenta muertos, incluida el asesinato de altos cargos de cúpula militar iraní y científicos nucleares. Hasta el momento había habido diariamente intercambio de ataques y oleadas de bombardeos con misiles balísticos y drones a distintos objetivos militares mutuos, cadenas de televisión, edificios gubernamentales e incluso zonas de población civil. Esto ha dejado un saldo de 430 muertes en suelo iraní, y 24 muertes en el territorio ocupado por el sionismo. Sin embargo, aunque Donald Trump había dicho que esperaría dos semanas a darle una oportunidad a la diplomacia, estaba ya preparando y tenía decidido su ataque a Irán entrando de pleno en el conflicto.
El criminal ataque estadounidense a instalaciones nucleares iraníes
Bastantes aeronaves, entre ellas aviones bombarderos B-2, lanzaron un ataque con bombas anti-búnker (GBU-57) de gran penetración bajo el suelo debido a su peso de más de 13 toneladas, y también algunos submarinos completaron el ataque con misiles Tomahawk, alcanzando las instalaciones nucleares de Natanz, Isfahán y Fordow, esta última en una localización subterránea bajo una montaña. Este ataque planificado previamente ha sido condenado enérgicamente por Rusia y por China, también el mundo árabe se ha posicionado en contra, y una mayoría de países de América Latina y África.
No obviamos el hecho de que nos encontramos ante dos regímenes implacables, sin embargo, el Estado de Israel determinantemente genocida y, el iraní actualmente defendiéndose de una brutal agresión del eje imperialista. Con el ataque de los EE.UU. junto con las agresiones Israel se busca la caída del régimen político actual islámico en Irán, y levantar un gobierno títere aliado de la OTAN, para lo cual ya se está perfilando al hijo del antiguo Sha persa como principal opositor interno. Como anarquistas, nos posicionamos en una clara tercera vía sin caer en la equidistancia, deseando que la oposición en este conflicto sea una organización popular con conciencia de clase y antiimperialista en todo sentido. Una parte del pueblo judío repudia el sionismo, y debe erigirse como actor político clave para combatir esa ideología y sus acciones, mientras que en Irán existe también una oposición popular, y se comprobó en 2022 en las movilizaciones tras el asesinato de la joven Mahsa Amini por la policía moral iraní por no llevar correctamente el hiyab.
Frente a sus guerras, organización de clase revolucionaria
Los tambores de guerra que azuzan líderes como Trump, o la propia Europa manteniendo su postura de defensa del Estado sionista de Israel ante los chantajes discursivos de este, no hacen más que preparar un terreno para un conflicto abierto a gran escala que, si no fuera ahora, el imperialismo está dejando claro que acabará llegando. Israel no solo pretendía atacar la capacidad armamentística iraní, sino desestabilizar el gobierno de los ayatolás, sabiendo que igualmente el gobierno de Netanyahu está cada vez más cuestionado internamente y a nivel internacional. Como Israel ha visto que no podía hacerlo solo, ha tenido que actuar los Estados Unidos, dando un golpe sobre el tablero y situando al mundo al borde del abismo. Y a Irán, hasta ahora, dejándole en una posición donde la toma de decisión sobre una delicada respuesta en autodefensa será tomada por el imperialismo como nueva justificación para atacar salvajemente. Por el momento, parece aprobarse el bloqueo del Estrecho de Ormuz, por donde pasan diariamente 20 millones de barriles de crudo al día, lo cual significaría un impacto económico y energético mundial, aunque de gran afectación también a la propia Irán.
En este juego de estrategias criminales enfrentadas de estos actores en una región que resulta un polvorín, y en el que hasta ahora Rusia y China no han intervenido de manera, deja una compleja situación con los ataques estadounidenses. Debemos seguir señalando el genocidio sobre Gaza y, sobre todo, denunciar esta agresión imperialista contra Irán. Las revolucionarias del mundo debemos prepararnos para escenarios cruelmente desagradables, para mantener posiciones ideológicas y estratégicas firmes por el fin de la dominación y la opresión. Frente a su abismo de guerra, nuestro compromiso con la paz entre los pueblos y nuestra organización de clase.