Contrapsicología

Solamente decimos la verdad cuando somos niños y cuando estamos locos. Es por esa razón que inventamos las escuelas y los manicomios”. – Estúpido yo, Escuelas del mundo al revés.

Hay temas que son más recurrentes que otros, que ocupan más tiempo en nuestras conversaciones diarias y más páginas en la prensa. Otros, mientras, pasan más desapercibidos, a veces por tener menor relevancia en la vida de la gente y a veces simplemente porque son más incómodos de tratar. El caso de la salud mental y la locura estaría en el segundo grupo. ¿Cuántas veces hablamos sobre esto con nuestro entorno más cercano? ¿Cuántas veces leemos algo al respecto o cuántas noticias sobre este tema nos llegan desde los medios masivos? Cuando hay alguna noticia ¿de qué tipo es? Por otra parte, ¿Conoces a alguien que vaya al/psicólogo/a o al/a psiquiatra? ¿Conoces a alguien que esté diagnosticado/a con alguna de las llamadas enfermedades mentales? ¿Conoces a alguien que tome psicofármacos?

Según datos del Ministerio de Sanidad, en el Estado español el gasto en hipnóticos, sedantes, psicoestimulantes y neurolépticos no ha parado de aumentar en los últimos 30 años, siendo el antipsicótico conocido como Zyprexa el segundo medicamento con mayor facturación en el inicio del siglo XXI (el primero es uno contra la úlcera). Esto, como vemos, no es algo que podamos achacar exclusivamente al actual contexto de crisis, sino que más bien es algo intrínseco al modo de vida que llevamos. De hecho, esa es una de las tesis principales que defienden los/as críticos/as con la psicología y la psiquiatría oficial. Pero vayamos por partes…

Cuando una persona es incapaz de superar un proceso de dolor psíquico y queda atrapada en el mismo, o bien cuando una persona presenta en su personalidad rasgos considerados “anormales”, la solución que se suele proponer es casi siempre la misma: “Vaya usted a que le vea un/a psicólogo/a o, si procede, un/a psiquiatra”. Como si de una avería se tratase, al/a mecánico/a de cabezas nos mandarían. La diferencia es que las cabezas no son como los motores, ni siquiera como los ordenadores, como ahora les gusta decir en las revistas y en las facultades. Las cabezas son algo más complejo que, por fortuna, no pueden clasificar y gestionar tan fácilmente. La psiquiatría trabaja sobre los síntomas (ansiedad, pánico, alucinaciones, etc.), pero no tiene un planteamiento más allá de eso. Bueno, en realidad sí que lo tiene. Tiene el planteamiento claro y evidente de que es la persona que sufre dolor psíquico la que está mal y es sobre sus sentimientos y conductas sobre los que hay que incidir. Algo se descolocó en su interior en un momento dado y la psiquiatría, a golpe de pastillas, se encargará de devolverle ese equilibrio perdido. Un planteamiento que, como mínimo, no funciona.

La situación de los/as llamados/as enfermos/as mentales es, a todas luces, bastante jodida. Aparte del propio sufrimiento que llevan consigo, hay que sumarle la estigmatización que supone “no ser normal”, o mejor dicho, ser percibido/a por los/as demás como “anormal” (siendo el diagnóstico, basado en apreciaciones personales de los síntomas obtenidas mediante una entrevista y no en pruebas “de laboratorio”, la justificación pseudocientífica de dicha “anormalidad”); y, en algunos casos, la incapacitación legal del “enfermo”, lo que supone su muerte civil y su total y definitiva dependencia respecto a su familia o las instituciones. Por no hablar del internamiento en distintas unidades autodenominadas terapéuticas, del uso de los psicofármacos como auténticas camisas de fuerza químicas o de la constante amenaza de la implantación del Tratamiento Ambulatorio Involuntario (medicación forzosa).

Se podría decir que son un colectivo que sufre un tipo de opresión específica por su condición resultante de múltiples relaciones de poder (sociales, jurídicas, médicas, etc). Y ante toda opresión siempre existen quienes se rebelan. Desde “pacientes” que se niegan a tomar la medicación a terapeutas que elaboran teorías y prácticas críticas, pasando por psiquiatrizados/as que construyen sus propias comunidades terapéuticas y proyectos de apoyo mutuo. Durante los años 70 eclosionó lo que se dio a conocer como la “antipsiquiatría”, que suponía una negación frontal de los supuestos de la psiquiatría y la psicología académicas, y que interpretaba la llamada enfermedad mental como una respuesta del individuo ante la hostilidad de su entorno, entorno que no era casual, sino que se insertaba en un orden social alienante, basado en estructuras políticas y económicas opresivas que respondían a los intereses de las clases dominantes. La crítica radical a la psiquiatría relacionaba directamente la salud mental del individuo con la salud mental de la sociedad, y la salud mental de la sociedad, bajo un régimen capitalista es, claramente, un desastre. Hacían así una distinción muy clara entre las enfermedades o dolencias de origen neurológico (por ejemplo, si tuviste un accidente y una parte de tu cerebro asociada a ciertas funciones quedó dañada, o si sufres alguna dolencia de orden neurológico que afecta a tus procesos cognitivos) y las relacionadas estrictamente con la psique del individuo, sus experiencias, su forma de ver el mundo, etc., negando que las segundas se pudieran considerar enfermedades, al menos en el sentido científico del término.

En esta línea de pensamiento (crítica radical al sistema de salud mental y al orden socioeconómico imperante) encontramos la web Primera Vocal (www.primeravocal.org), un “archivo de textos sobre salud mental y revuelta”, como ellos/as mismos/as anticipan en su cabecero. El objetivo de esta página es proporcionar materiales para el análisis de la situación actual en materia de salud mental, con la intención de facilitar el desarrollo de estrategias, tanto para la supervivencia cotidiana de los/as llamados/as psiquiatrizados/as, como para la búsqueda de alternativas más colectivas, aun cuando no se comparta la totalidad de lo que se dice o presenta en ellos.

En la web se pueden encontrar desde noticias o artículos relacionados con la actualidad, a textos de análisis histórico, teoría crítica, documentales, extractos literarios, textos de carácter eminentemente práctico, investigaciones y textos académicos, reseñas e incluso algunos audios (charlas y entrevistas en radio).

Entre los aciertos de esta página, aparte de la calidad del material subido, destacan dos cosas: la primera, la diversidad de recursos ofrecidos, que nos permiten acercarnos al tema de muchas maneras, facilitando así que el/la lector/a encuentre la que más le engancha para seguir curioseando (hay gente que prefiere leer un ensayo teórico, otra prefiere los documentales, otra prefiere las experiencias cotidianas, etc.). Lo segundo a destacar es el evidente enfoque práctico que tiene, pues leyendo las diferentes entradas uno/a se da cuenta de que no se enfrenta a una página para eruditos/as (aunque algunos textos sean complejos) ni hecha para quedar bien en determinados círculos, sino que está pensada como una herramienta que debe aportar algo a quienes lo necesiten, a saber, gente que quiera o necesite entender mejor el fenómeno de la locura y gente que necesite encontrar estrategias concretas para enfrentarse a situaciones de dolor psíquico (como ejemplo, dos de las secciones de la web son “Escucha de voces” y “Saberes prácticos”). La web lleva funcionando desde abril de 2011 y acumula ya una gran cantidad de entradas.

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