Qué caras salen las tartas en la Audiencia Nacional

Hace ya dos años que sucedieron estos hechos, pero seguro que aún muchos/as se acuerdan de los tres tartazos que recibió la presidenta de la Comunidad Foral de Navarra, Yolanda Barcina, durante una reunión institucional en Francia. Más aún, seguro que muchos/as disfrutaron como niños/as (o al menos les vino una sonrisa a los labios) cuando vieron aquellas imágenes. Todo formó parte de una acción de protesta contra el Tren de Alta Velocidad (TAV), enmarcada en una lucha que lleva desarrollándose más de 20 años en numerosas regiones de toda Europa.

Tras estos dos años, la noticia regresa, o más bien nunca se fue, pues el próximo 18 de noviembre tendrá lugar el juicio contra los cuatro imputados por estos hechos. Ni más ni menos que en la Audiencia Nacional, y ni más ni menos bajo la acusación de “atentado a la autoridad” y con una petición fiscal de penas que van de los 5 a los 9 años de cárcel. Sí, tres tartazos que pueden equivaler a 9 años de cárcel. Para ponernos en situación, haremos un pequeño resumen de los hechos. Esta historia comienza el 27 de octubre de 2011 en Toulouse, durante una reunión de la Comunidad de Trabajo del Pirineo (CTP), institución transfronteriza que agrupa a las autoridades de las ocho regiones o comunidades que abarcan los Pirineos. Durante la misma, Yolanda Barcina iba a ser elegida presidenta de la CTP para los siguientes dos años, y el tema central de debate era “la interconexión de las líneas de alta velocidad en los Pirineos”. Es en este contexto en el que el colectivo de desobediencia civil al TAV Mugitu! Mugimendua (con la colaboración del colectivo occitano Libertat) plantea una interrupción del pleno a modo de protesta contra el CTP, “porque los Pirineos no son para ellos más que una barrera y un “cuello de botella” que obstaculiza los flujos de mercancías y los negocios; por ello su desafío pretende alcanzar la “permeabilización de los Pirineos”, que no es otra cosa que fomentar un incremento espectacular de los transportes al precio de convertir esta cordillera en un gigantesco “queso gruyere” atravesado por grandes infraestructuras que conecten los grandes centros de negocio empresarial”. Al mismo tiempo se suceden los tres tartazos a Barcina.

Tras ello, no se produce ninguna detención por parte de la policía francesa, pero pocas horas después comienza el ya común ataque de medios de comunicación e instituciones políticas contra todo lo que se salga de su juego. Yolanda Barcina denuncia ante varias televisiones la violencia de la que ha sido objeto, y lo acompaña de la palabra mágica, ETA. Al día siguiente, son detenidas en Navarra tres personas, a las que se les unirá más adelante una cuarta, esta última había dado la rueda de prensa de Mugitu! el día 28. Las detenciones se acompañan de una citación ante la Audiencia Nacional, pues de pronto este suceso, más simbólico que otra cosa, pasa a equipararse a lo que ellos/as consideran terrorismo.

A partir de ese momento, y durante estos dos años, se han sucedido numerosas acciones y muestras de apoyo a los tartalaris procesados, y lo que es más importante, la lucha contra el TAV continúa. Y es aquí donde queremos detenernos, en el por qué de esta lucha, en las razones por las que tantos/as negamos los beneficios que nos venden sobre la alta velocidad (o AVE). Algo que transciende la mera política ferroviaria para alcanzar a la crítica total al desarrollismo sin límites sobre el que se sustenta este sistema. Simplemente dejamos un extracto del comunicado que se repartió en Toulouse el día de los tartazos: “La construcción del TAV y de grandes infraestructuras no es más que una huida hacia adelante en el actual modelo de desarrollo capitalista que nos aboca a una crisis global, ecológica, económica y social. El enorme despilfarro de recursos públicos en el TAV reporta pingües beneficios tanto a la banca como a las empresas constructoras y a una clase política corrupta, mientras asistimos a continuos recortes del gasto en Educación, Sanidad, Pensiones y ayudas sociales. A su vez, el TAV es un medio de transporte elitista destinado a las clases dirigentes, mientras se desmantela el ferrocarril convencional accesible al conjunto de la población. Con todo ello, el TAV contribuye a aumentar las desigualdades sociales y a hundirnos en el endeudamiento y la crisis.”

Para más información os dejamos los enlaces a un dossier explicativo del caso editado por Mugitu! https://app.box.com/s/ehg09hha09ib2jx5lfl8, y al manifiesto en solidaridad con los cuatro encausados https://app.box.com/s/ztg77ka13n5mzbba63r7

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