Las vidas (argelinas) como monedas de cambio

Mohamed Benhalima es un argelino que en 2019 se unió al movimiento Hirak (que reclamaba cambios en el gobierno y la renuncia del presidente, Abdelaziz Buteflika, que llevaba casi 20 años en el poder sostenido por el ejército) y comenzó a asistir a sus protestas. Benhalima desertó del ejército y comenzó a denunciar en redes sociales la corrupción que había visto en él. Una vez hizo eso, sabía que su único camino era el del exilio si no quería terminar en el Centro Antar, sede de la Dirección General de Seguridad Interior, donde se interroga bajo tortura a los opositores políticos por parte de los servicios secretos argelinos. Se marchó del país justo cuando sus autoridades le acusaban de haber cometido delitos de terrorismo.

Llegó a España, solicitó el asilo político, la petición se admitió a trámite y vivió a caballo entre España, Francia y Portugal con relativa tranquilidad. Sin embargo, el pasado 14 de marzo, coincidiendo con el momento en el que el Gobierno español había manifestado que entendía que el Sáhara Occidental pertenecía a Marruecos y había provocado el enfado de Argelia (nuestro principal proveedor de gas natural), Benhalima fue detenido en Zaragoza y se le abrió un expediente de expulsión por infracción de la Ley de Extranjería. La policía aplicó el trámite preferente de expulsión por considerar que el argelino es un riesgo para la Seguridad Nacional (sin aportar ni una sola prueba) y, pese a ostentar la condición de solicitante de asilo, se le encerró en un CIE con el beneplácito de una jueza maña.

Diversas organizaciones, como Amnistía Internacional, ACNUR, The Cairo Institute for Human Rights Studies, CIES No, etc. informaron al Ministerio del Interior que la vida y la integridad física de Benhalima correrían peligro si se le entregara a Argelia. Pese a ello, el 24 de marzo a las 17:35 se le notificó la denegación del asilo. Tres minutos después, a las 17:38, se le notificó la orden de expulsión. A las 18:41 la Comisaría General de Extranjería y Fronteras remitió por correo electrónico la resolución de expulsión a sus abogados y a las 19:45 el avión que trasladó a Benhalima a Argelia despegó del aeropuerto de Valéncia.

Es decir, se nos da a sus abogados una hora y cuatro minutos para redactar el recurso contencioso-administrativo con solicitud de medidas cautelarísimas, ordenar y adjuntar la documentación, llevarlo al juzgado de guardia, que la jueza, o juez, se lo lea, redacte una resolución, avise a la comisaría en caso de que la misma sea estimatoria y que de la comisaría lo comunique a los agentes ejecutantes para que paralicen la expulsión”, explica en un artículo de Público Eduardo Gómez, uno de los abogados españoles de Benhalima. “Algo así como jugar ocho partidas de ajedrez simultáneas contra Bobby Fischer y ganarlas todas.

Con la certeza de que todo nuestro esfuerzo iba a ser en vano, puesto que ya nos estaban llegando rumores de que Benhalima había sido entregado a las autoridades argelinas, presentamos la solicitud de paralización de la expulsión en el juzgado de guardia. Durante la espera a la resolución judicial nos llegó la confirmación, vídeo de Youtube incluido, de que efectivamente se encontraba ya en Argelia.

El juzgado de guardia, tras un par de horas de espera en la sala habilitada para ello, finalmente desestimó la solicitud de paralización cautelar de la expulsión, argumentando que «el posible peligro para la seguridad nacional, alegado en el expediente de expulsión, supone un argumento suficiente contra la permanencia cautelar del extranjero en nuestro país«. Novena partida de ajedrez contra Fischer”.

Pero Mohamed Benhalima no volvió solo en el avión que le llevó a Argel. Le acompañaba, entre otros Abderrahim L., otro ciudadano argelino que corría riesgo de sufrir torturas. En su caso, la Audiencia Nacional había dictado un auto diciendo que apreciaban la concurrencia de factores para otorgarle la protección internacional y no deportarle. Sin embargo, el Gobierno le expulsó a Argelia “por un error de interpretación” de la resolución judicial. Otra muestra de la poca importancia que le merecen a algunos la vida e integridad de determinadas personas.

Y aquí es donde nos topamos con otro escollo insalvable en estos casos: la relativización de los derechos”, dice Eduardo Gómez. “Si eres extranjero y te acusan, aún sin pruebas, de que eres un peligro para seguridad nacional, date por expulsado. Cualquier posibilidad de defensa de tu inocencia se tramitará con el exquisito ninguneo de la burocracia administrativa.

Añadamos una décima, y última partida de ajedrez contra el genio norteamericano: el contexto internacional. La inmensa mayoría del gas natural que consumimos procede de Argelia y, como consecuencia de la guerra de Ucrania, vamos a tener que incrementar ese suministro. Jaque. Además, están profundamente cabreados con el Gobierno de España por su decisión de arrimar el ascua del Sáhara Occidental al caldero de Marruecos y algo hay que hacer para tranquilizarles. Mate”.

Al poco de llegar a Argelia, los medios de su país publicaron un vídeo, grabado en una celda, en el que el activista del Hirak confesaba haber cometido una serie de crímenes. Antes de su expulsión había avisado a miembros del colectivo CIES No que si esto sucedía, significaría que le habían torturado.

Pero la noticia gorda llegaría unos 50 días después de la llegada de Benhalima a Argelia: ha sido condenado a muerte por un tribunal militar. Es cierto que el Estado argelino lleva años sin ejecutar una pena de muerte, pero no deja de ser preocupante. Y evidencia que el ministerio de Marlaska se cubrió de gloria y vulneró el Derecho español e internacional, que consagra el “principio de no devolución”: está prohibido deportar a una persona cuando su vida o integridad física corren peligro.

Al día siguiente de que el abogado argelino de Benhalima, Abdelkader Chohra, se reuniera con la madre de Benhalima y difundiera la condena a muerte del ex-militar, el letrado fue detenido y trasladado a la prisión de Chlef. Otro daño colateral de la actuación del Ministerio del Interior del gobierno más progresista de la historia de España y el mundo mundial.

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