La clase: una introducción

Nunca está de más repasar ciertos conceptos base que definen nuestra vida y luchas, más si cabe en tiempos como los actuales, donde las palabras se estrujan hasta dejarlas vacías de contenido, deformando el lenguaje para deformar la realidad. Es por ello que nos parece interesante compartir este texto de la página web inglesa libcom.org en el que hacen una pequeña introducción al concepto de clase.

La siguiente es una explicación de lo que para nosotros en Libcom.org significa la palabra “clase” y términos relacionados, como por ejemplo, “clase trabajadora” o “lucha de clases”.

Introducción

Para empezar, podemos decir que hay varias maneras de referirse a la clase. Muchas veces, cuando la gente habla de clase, lo hace en términos culturales y/o sociológicos. Por ejemplo, a la gente de la clase media le gustan las películas extranjeras, ala de la clase obrera le gustan el fútbol y ala de la clase alta la ropa sofisticada, etc.

Pero otra manera de interpretar la clase está basada en las posiciones económicas. Nosotros hablamos de clase en este sentido porque es esencial para entender el funcionamiento de la sociedad capitalista y, por consiguiente, cómo podemos cambiarla.

Es importante enfatizar que nuestra definición de clase no tiene por objetivo clasificar individuos ni encajonarlos, sino entender las fuerzas que dan forma a nuestro mundo, las razones para el comportamiento de nuestros jefes y políticos, y cómo podemos actuar para mejorar nuestras condiciones de vida.

Clase y Capitalismo

El sistema económico dominante en el mundo actual es el capitalismo. Es, esencialmente, un sistema basado en la auto-expansión del capital – mercancías y dinero que son usados para incrementar estas mercancías y dinero.

Esto no ocurre por arte de magia, sino por la labor humana. Por el trabajo que hacemos, se nos paga solo un porcentaje de lo que producimos. La diferencia entre el valor de lo que producimos y el sueldo que se nos paga es la “plusvalía” que hemos producido. El empresario retiene este valor como su lucro, y lo re-invierte para ganar más dinero o para comprarse piscinas, abrigos de piel o lo que sea.

Para que esto ocurra, debe crearse una clase de personas que no posean nada con lo que ganar dinero (ya sean oficinas, fábricas, terrenos para agricultura u otros medios de producción). De modo que esta clase debe vender su propia habilidad para trabajar a fin de poder comprar servicios y artículos necesarios para sobrevivir. Esta es la clase trabajadora.

Entonces, en un extremo del espectro está esta clase sin nada que vender más que su capacidad para trabajar. En el otro extremo quedan los dueños de capital, que contratan trabajadores para incrementar este capital. Los individuos en la sociedad caerán en algún punto entre estos dos extremos, pero lo que es importante desde el punto de vista político no son las posiciones de los individuos, si no la relación social entre clases.

La Clase Obrera

La clase obrera, también conocida como “proletaria”, es por tanto es la clase forzada a trabajar por un sueldo, o a reclamar prestaciones si es que no encontramos un trabajo o estamos demasiado enfermos o viejos para trabajar. Vendemos nuestro tiempo y energía a un empleador para su beneficio.

Nuestro trabajo es la base de esta sociedad. El hecho de que esta sociedad se base en el trabajo que hacemos cuando al mismo tiempo se nos aprieta para maximizar ganancias, es justo lo que hace que el sistema de clases sea vulnerable.

Lucha de clases

Cuando estamos en el trabajo, nuestro tiempo y actividades no nos pertenecen. Tenemos que obedecer al reloj, la tarjeta de asistencia, los jefes, los objetivos y las fechas límite.

El trabajo ocupa la mayor parte de nuestras vidas. Podemos ver a nuestros jefes más que a nuestros amigos y parejas. Aunque disfrutemos parte de nuestro trabajo, lo experimentamos como algo ajeno a nosotros, sobre lo cual tenemos muy poco control. Esta realidad se nota cuando hablamos de la vida cotidiana del trabajo mismo, o de la cantidad de horas, descansos, tiempo libre, etc. Cuando nos fuerzan a trabajar bajo estas condiciones, nos obligan a la resistencia.

Los empleadores y patrones quieren extraer lo máximo de nosotros, el máximo trabajo por el menor sueldo posible. Nosotros, por nuestra parte, queremos disfrutar nuestras vidas: no queremos trabajar en exceso y deseamos menos horas con mejores sueldos.

Este antagonismo es central en el capitalismo. Entre estas dos partes hay un constante tira y afloja: los empleadores tratarán de reducir los sueldos, aumentar las horas y acelerar el ritmo de trabajo. Pero nosotros tratamos de resistirnos: ya sea de forma encubierta e individual, tomándolo con calma, aprovechando ciertos momentos para descansar y hablar con los colegas, pidiendo permisos por enfermedad o saliendo del trabajo temprano. O también podemos oponernos abierta y colectivamente con huelgas, retrasos, ocupaciones, etc.

Esto es la lucha de clases. El conflicto entre los que trabajamos por un sueldo y nuestros empleadores y gobiernos, conocidos como la clase capitalista, o “burguesía” en la jerga marxista.

Cuando resistimos la imposición del trabajo, decimos que nuestras vidas son más importantes que el lucro de nuestros jefes. Esto ataca la naturaleza misma del capitalismo, en el cual el beneficio es la razón para hacer cualquier cosa, y nos muestra la posibilidad de un mundo sin clases y sin control privado de los medios de producción. Somos la clase obrera resistiendo nuestra misma existencia. Somos la clase obrera luchando contra el trabajo y las clases sociales.

Más allá del centro de trabajo

La lucha de clases no solo se circunscribe al centro de trabajo. El conflicto de clases se revela en muchos aspectos de la vida.

Por ejemplo, una vivienda asequible es algo que preocupa a toda gente de la clase obrera. Sin embargo, «asequible» para nosotros quiere decir «improductivo» para ellos. En una economía capitalista, a menudo tiene más sentido construir alojamientos de lujo, aunque haya miles de personas sin vivienda, que viviendas asequibles que todos nos podamos permitir. De modo que, las luchas para defender las viviendas de interés social o la ocupación de propiedades vacías también forman parte de la lucha de clases.

Del mismo modo, la prestación de servicios de salud también puede dar lugar al conflicto de clases. Los gobiernos o compañías intentan reducir el gasto en los servicios de salud al recortar presupuestos e introducir pagos por servicios, de modo que se transfiera la carga económica a la clase obrera; mientras, nosotros queremos los mejores servicios de salud por el menor coste posible.

La “clase media”

Mientras que los intereses económicos de los capitalistas son directamente opuestos a los de los trabajadores, una cierta minoría de la clase obrera vivirá en mejores condiciones que otras, llegando a obtener algún nivel poder sobre los demás. Cuando hablamos de la historia y los cambios sociales, puede ser útil referirnos a esta sección del proletariado como la “clase media”, aunque no sea una clase económica distinta, con el fin de entender el comportamiento de diferentes grupos.

A veces, la lucha de clases puede ser descarrilada al crearse o extenderse la clase media. Por ejemplo, en el Reino Unido, durante las luchas de los años 80, Margaret Thatcher alentó el incremento de propietarios de viviendas particulares al vender casas de interés social a precios bajos, sabiendo que era menos probable que los trabajadores que mantenían hipotecas participasen de huelgas, favoreciendo mejoras individuales frente a las colectivas. Cuando se terminó con el apartheid en Sudáfrica, la creación de una clase media de negros contribuyó en parte al debilitamiento de las luchas de los trabajadores, permitiendo una limitada movilidad social y participación del sistema a esta minoría.

Los jefes constantemente tratan de dividir a la clase trabajadora material y psicológicamente, ya sea con la diferencia de sueldos, la situación profesional, la raza y/o el género.

Debemos enfatizar nuevamente que usamos estas definiciones de clase para entender cómo funcionan las fuerzas sociales en el trabajo, y no para calificar individuos ni determinar cómo ciertos individuos se comportarán bajo determinadas situaciones.

Conclusión

Hablar de clase en el sentido político, no trata sobre el acento que cada uno tiene, sino sobre el conflicto básico que define el capitalismo: los que tenemos que trabajar para vivir contra los que se benefician de nuestro trabajo. Cuando luchamos por nuestros propios intereses y necesidades contra los mandatos del capital y del mercado, establecemos las bases para una sociedad diferente: una sociedad basada en el cumplimiento directo de nuestras necesidades, una sociedad comunista libertaria.

Más información

“Work Community Politics War”– prole.info – Una guía ilustrada y excelente introducción al capitalismo y al anti-capitalismo.

“Strata in the working class” – Martin Glaberman – Excelente artículo que analiza las divisiones dentro la clase obrera.

“The working class and social change” – Martin Glaberman – Otro gran artículo de Glaberman, esta vez detallando el significado de conciencia de clase y de las acciones de la clase trabajadora.

“Capitalism and communism” – Gilles Dauvé – Una historia e análisis detallada del capitalismo y su antítesis, el comunismo, con secciones interesantes en el significado  de clase.

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