Ucrania como escenario de entrenamiento, enfrentamiento y rearme de las extremas derechas

La proliferación de la ideología nacionalista blanca en las fuerzas militares y de seguridad de Ucrania, entrenadas y apoyadas por Occidente, es un tema poco estudiado”, alertaba la revista estadounidense Newsweek, nada sospechosa de simpatizar con Rusia, en un artículo publicado un mes antes del estallido de la guerra de Putin, titulado “Un año después del asalto al Capitolio, la guerra de Ucrania atrae a la extrema derecha de EEUU a luchar contra Rusia y entrenar para la violencia en casa”. “Desde la revuelta de Maidan de 2014, el gobierno, el ejército y las fuerzas de seguridad han institucionalizado en sus filas antiguas milicias y batallones de voluntarios vinculados a la ideología neonazi”, prosigue, citando como ejemplo el Batallón Azov, que fue establecido por el Ministerio del Interior de Ucrania en 2014.

Grupos neonazis y ultraderechistas en ambos bandos

Desde que las milicias fascistas provocaran el derrocamiento del Gobierno en 2014 y se iniciara la guerra del Donbás, no son pocos los grupos e individuos neonazis europeos y norteamericanos que han visitado Ucrania estos últimos años para recibir entrenamiento paramilitar. Algunos incluso participaron en la guerra, insertados mayormente en el bando ucraniano, aunque entre las filas contrarias también se detectó algún que otro ultraderechista de origen ruso.

Miembros del Batallón Azov

Y es que, dentro de la extrema derecha, también existe un sector más cercano a las tesis imperialistas euroasianistas de Aleksandr Dugin (el principal ideólogo de Putin), o que creen que la alianza con Rusia sería mejor que con los nacionalistas ucranianos. El propio Dugin ha sido invitado por neofascistas españoles a dar charlas en nuestro país en más de una ocasión, y son estos grupos los encargados de editar sus obras traducidas al castellano.

Ahora, tras varias semanas de conflicto y una cruenta batalla también por el relato, quienes llevamos años exponiendo a las extremas derechas de todas partes nos encontramos atrapados en este fuego cruzado. Es habitual que, cuando expones a los nazis ucranianos te acusen de comprarle el relato a Putin. Y cuando expones a los rusos o criticas la excusa de la desnazificación, te conviertes en un mercenario de la OTAN”, lamentaba el periodista valenciano Miquel Ramos en un reciente artículo en Público.

Occidente rearmando a nazis para combatir a su enemigo. ¿De qué me suena?

Más allá de las responsabilidades del gobierno ucraniano por haber institucionalizado a las milicias ultraderechistas, no podemos obviar que tanto la UE como la OTAN no solo conocían la formación que éstas estaban recibiendo, sino que han participado activamente de la misma. El periodista estadounidense Oleksiy Kuzmenko ya alertó en 2018 que la Academia Europea de Seguridad (ESA), una empresa con sede en la UE que ofrece programas de capacitación avanzada para profesionales de la seguridad, había entrenado a miembros de Azov y a activistas neonazis vinculados a ataques a romaníes ucranianos, personas LGBTIQ y activistas de derechos humanos, como Tradición y Orden, El Cuerpo Nacional y La Milicia Nacional.

Recientemente, en septiembre de 2021, el Institute for European, Russian and Eurasian Studies (IERES) de la George Washington University, publicaba un informe titulado “Grupo de extrema derecha hizo su hogar en el principal centro de entrenamiento militar occidental de Ucrania” en el que se demostraba cómo la Academia Nacional del Ejército, la principal institución de educación militar de Ucrania y un importante centro para la asistencia militar occidental al país, ha sido el hogar de Centuria, una autodenominada orden de Oficiales militares “tradicionalistas europeos” que tienen los objetivos declarados de remodelar las fuerzas armadas del país según líneas ideológicas de derecha y defender la “identidad cultural y étnica” de los pueblos europeos contra los “políticos y burócratas de Bruselas”.

Esta permisividad se ha multiplicado en el último mes y, desde que estalló la guerra, los países de la OTAN están enviando armas a Ucrania – incluyendo lanzagranadas españoles defectuosos, que acaban en manos de civiles sin entrenamiento militar – y no son pocos los neonazis que han publicado fotos en redes, sonrientes, portando armas alemanas, francesas o españolas.

La estrategia que están siguiendo los países de nuestro entorno de potenciar a milicias de extrema derecha recuerda a la empleada por EEUU en los años 80 en Afganistán, cuando decidió armar y entrenar a los talibanes y a Bin Laden: es peligrosa y se puede volver en su contra. Veremos en unos años dónde acaban esas armas y para qué emplean ese entrenamiento cuando vuelvan a casa. Entendámoslo con un ejemplo cercano: ya en 2017, el periodista Joan Cantarero publicó una noticia en Público sobre el ofrecimiento de un grupo de paramilitares ultraderechistas ucranianos para defender la unidad de España ante el auge del independentismo catalán y el referéndum del 1 de octubre. Éste es el futuro que nos puede aguardar.

La excusa de Putin de desnazificar Ucrania

Y en este contexto de militarización de la extrema derecha europea, llega el final del mes de febrero de 2022 y Putin justifica su “operación militar especial” en Ucrania en que va a “desnazificar” el país. “La excusa de la desnazificación tiene varias aristas que creo importante apuntar”, apunta Miquel Ramos.Que venga de un estado autoritario, capitalista e imperialista, que encarcela a antifascistas y que mantiene muy buenas relaciones con las ultraderechas globales, y que no puede presumir tampoco de no tener a neonazis y fascistas en sus filas, lo desmonta en cuestión de segundos. Y los antifascistas deberían ser los primeros en no regalarle su bandera a semejante personaje.

Muchos ultranacionalistas europeos, desde los neofascistas italianos de Forza Nuova hasta muchos otros grupos anticomunistas y de extrema derecha no esconden su admiración y apoyo a Putin. Varias fuentes, además, aseguran que los mercenarios del grupo Wagner, el blackwater ruso, podría estar operando en Ucrania. Ya los empleó Putin en Siria, Libia y otros países, y su líder es un neonazi con las SS tatuadas en los hombros”.

El Grupo Wagner

En definitiva, resulta absurdo comprar la tesis de que Rusia, cual Ejército Rojo en 1944, busca liberar a un país vecino del nazismo.

Ucrania no es un país nazi, pero sí tiene un problema de nazismo

Los vínculos de Putin con el fascismo europeo, así como lo innegablemente injusta que es su guerra de agresión, no elimina la existencia de un problema neonazi en Ucrania desde mucho antes de esta guerra. “El problema nazi de Ucrania es real, incluso si la afirmación de ‘desnazificación’ de Putin no lo es”, publicaba la web de la televisión norteamericana NBC el pasado 5 de marzo. Hasta Israel en 2018 a su gobierno dejar de enviar armas que iban a parar a estos grupos y el Congreso de Estados Unidos lo debatió. Incluso Facebook retiró las publicaciones sobre esta milicia, aunque ahora, con la guerra, ha vuelto a permitirlas, así como los discursos de odio contra los rusos.

Nuestras preocupaciones por cómo durante años se ha armado a neonazis que han gozado de amparo institucional y absoluta impunidad no pueden ser ridiculizadas ni menospreciadas por mucho que Putin use como excusa a estas milicias para su invasión”, explica Miquel Ramos. “The New York Times puso el foco sobre esto hace unas semanas. Y cada vez más medios están prestando atención a este tema con la avalancha de evidencias ante la llegada de combatientes extranjeros. Que ‘ahora no toca’, o que ‘así refuerzas el relato de Putin’, como me han reprochado varios tuiteros estos días, no se lo dicen a los periodistas de los grandes medios internacionales. Tampoco parece contentarles que expongamos por igual a cualquier neonazi que muestre su simpatía a la invasión rusa o que directamente esté sobre el terreno.

El silencio al respecto o la minimización del asunto está sirviendo a estos y otros grupos de extrema derecha como legitimación y blanqueamiento, como se puede comprobar viéndolos salir en televisión sin esconder su simbología nazi, casi como una provocación, como si dijeran, mirad, si, somos nazis, no nos escondemos, pero como estamos en el bando de los buenos en esta guerra, os restregamos nuestra simbología por la cara y aquí no pasa nada”.

Esto no se trata de posicionarse con uno u otro bando en este conflicto, sino de velar por nuestra propia seguridad, de evitar que este rearme pueda tener consecuencias en el futuro. Como dice Miquel, “quienes analizamos a la extrema derecha no podemos obviar su papel en esta guerra ni lo que pueda venir debido a las imprudencias de hoy. Ucrania se ha convertido en un punto de reunión internacional para neonazis y mercenarios, en ambos bandos. Y pase lo que pase, en algún momento vamos a tener que hablar de esto”.

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