Entrevista al Centro Social Okupado Casablanca

En estas páginas queremos dar a conocer el Centro Social Okupado Casablanca, situado en la calle Santa Isabel, 21, en el barrio de Lavapiés. Este mes la okupación cumple un año, cinco teniendo en cuenta el proceso que comenzaron con el CSOA La Escoba.

· ¿Por qué okupar?

Bueno, pues okupar un edificio vacío es una acción con la que se consiguen varios objetivos: Por un lado, es un acto de desobediencia y de denuncia pública, y por otro lado es una forma de obtener espacios que puedan ser utilizados para desarrollar proyectos colectivos de toda índole, espacios que de otra forma sería impensable llegar a conseguir. La primera parte es un ataque a la propiedad privada, al derecho a la acumulación de bienes de primera necesidad (como son las viviendas), al desigual reparto de la riqueza, y es una forma de acción directa, de «tomar y hacer» en lugar de «pedir y esperar». Necesitamos espacios, consideramos injusto que haya personas que posean tantas viviendas que incluso se permitan tenerlas en situación de abandono, que las viviendas se utilicen para especular, que se mantengan fuera del mercado para reducir la oferta y que aumente el precio del m², obteniendo unos beneficios astronómicos por el simple hecho de tener un capital que poder invertir en una vivienda, y revenderla unos años después.

La segunda es la parte más estratégica del asunto, la okupación como herramienta del «movimiento» libertario y autónomo. Es una forma de conseguir infraestructuras para que estos movimientos puedan crecer y desarrollar su actividad política. Ocupando conseguimos espacios de encuentro entre personas con inquietudes, sensibilidad ante las injusticias y ganas de participar en esa «otra forma» de hacer política, al margen de los partidos y los sindicatos amarillos. Conseguimos también espacios de debate y de reflexión colectiva, de reunión y de organización de iniciativas políticas, espacios donde se pueden compartir conocimientos (talleres gratuitos, cursos) sin mediación económica. Y no hay que olvidar que la autogestión y la desobediencia tienen un precio, y los centros sociales sirven también como lugar desde el que conseguir autofinanciar las luchas del área de la autonomía, mediante fiestas, conciertos, comedores y bonos de apoyo.

Quizás la pregunta que más sentido tenga ahora mismo -en un momento en el que existen más centros sociales que nunca antes en Madrid-, es la siguiente: ¿Para qué okupar? Es decir, una vez satisfacemos la necesidad abstracta que tenemos de lugares que se escapen del control estatal, una vez conseguimos «tener» lugares «gobernados» por asambleas horizontales: ¿Cuáles son los proyectos concretos que queremos llevar a cabo para potenciar el movimiento libertario, la auto-organización popular, el feminismo, la desobediencia? ¿Qué propuestas tenemos? ¿Para qué queremos utilizar los espacios conquistados?

· ¿Qué actividades lleva a cabo el CSOA Casablanca y cuáles son sus objetivos?

Bueno, el CSOA Casablanca está compuesto por multitud de proyectos que van desde una escuela infantil a una biblioteca, desde una Universidad Popular hasta un huerto urbano, pasando por una miríada de talleres (biodanza, autoconocimiento del cuerpo, pilates, taller de sexo, Karate, danza contemporánea, improvisación teatral, yoga, pintura, tango queer, autodefensa…). Sin olvidar la Oficina de Okupación, una distribuidora feminista, la Tienda gratis, el taller de auto-reparación de bicicletas o el hack-lab. Además, multitud de colectivos lo utilizan como lugar de reunión, como la Asamblea Vecinal «La playa de Lavapiés», varios grupos de mujeres, la Red de Apoyo Zapatista y el nodo de Brigadas Vecinales de Observación de Derechos Humanos de Lavapiés.

Con toda esta amalgama de proyectos, se hace difícil hablar de «los objetivos» de Casablanca, pero lo podemos intentar: Casablanca como espacio es un lugar abierto a toda iniciativa autónoma y asamblearia, y por lo tanto, es una infraestructura al servicio de los movimientos sociales, como lugar de encuentro, de expresión y de financiación. La asamblea del centro social, formada por la mayoría de los grupos que participan del espacio, tiene como objetivo extender la auto-organización en el territorio en el que nos situamos y en el que trabajamos: el barrio de Lavapiés. Estamos contactando con el resto de grupos (que son muchos) que trabajan en Lavapiés para articular una red que nos permita apoyarnos en trabajos comunes, hacer confluir nuestros esfuerzos siempre que sea posible, y estar en contacto para tener capacidad de acción cuando las circunstancias lo requieran.

·   Recientemente habéis celebrado el primer aniversario del CSOA Casablanca y el quinto del proyecto desde que empezó con la okupación del CSOA La Escoba en 2006 ¿Cuál ha sido la trayectoria del proyecto desde sus inicios hasta ahora?

Pues bueno, ha sido una trayectoria bastante accidentada, muy marcada por los sucesivos desalojos que hemos sufrido, y luego por los momentos de trabajo y re(quete)construcción y definición del grupo, de los objetivos… La Escoba surge de un grupo de personas que, en su mayoría estábamos dando nuestros primeros pasos en la militancia política, en las asambleas de estudiantes contra el plan Bolonia, y que, al aparecer la oportunidad, decidimos empezar a construir lo que después se convertiría en el CSOA La Escoba. Fue una época de mucho aprendizaje interno, a nivel político, en la que se conformó un grupo bastante estable, de relación con otros colectivos de Lavapiés y de Madrid… Organizamos varias jornadas públicas que tuvieron bastante asistencia, pero lo realmente resaltable de esa época fue la propia conformación del grupo y el trabajo interno, el aprendizaje, las relaciones con otros grupos… Tras siete meses de vida recibimos la orden de desalojo. En ese caso, nuestra respuesta fue la de apuntalar el edificio por dentro, para dificultar la entrada de la policía e intentar conseguir que no fuese un desalojo invisible, que ese momento de violencia en la que la policía revienta la puerta de un edificio que estaba abandonado y había sido recuperado para un uso social, y lo devuelve a su estado anterior, el abandono, la nada, en el que hace efectivo el derecho a dejar que una casa se caiga, porque «es mía y hago con ella lo que quiero» no pasase desapercibido.

Optamos por hacer eso y okupar otro edificio unos días antes del desalojo, un antiguo economato a 500 metros de la Escoba, en la calle Bernardino Obregón, un lugar de 4500 m² al que pusimos el nombre de «La Alarma». Éste fue un gran salto hacia delante, la propuesta tuvo una acogida espectacular, y en poco tiempo el espacio estaba rebosante de vida, de proyectos, de actividades. Para contextualizar, el CSOA La Alarma fue el primer Centro Social Okupado en el centro de Madrid desde que fuese definitivamente desalojado El Laboratorio en el año 2003. En toda la ciudad de Madrid existían 3 espacios okupados más, El KBO, situado en Tetuán y utilizado (en su primera época) para la financiación de los movimientos a través de conciertos, El Pelíkano, en Carabanchel, y La Barraka de Moratalaz. Las okupaciones andaban de capa caída, y un espacio así en pleno centro fue bombardeado de propuestas de todo tipo, con especial predominancia de las provenientes del movimiento anarquista y autónomo, y fue utilizado como lugar central de articulación de iniciativas de estos movimientos. Tuvo mucha importancia como lugar de encuentro de activistas, de trabajo político, de coordinación, como fuente de financiación… Con este panorama, es fácil deducir que nuestro trabajo como grupo impulsor de la iniciativa fuese bastante duro, y que además estuviésemos casi completamente absorbidas por la gestión de todas esas propuestas e iniciativas que pocas veces organizábamos nosotras. Este trabajo gestor, unido a las irresponsabilidades de muchos de los grupos que utilizaban el lugar y a la alta necesidad de financiación que existía en Madrid (lo cual conlleva conciertos, que a su vez, conllevan problemas y desgastes de todo tipo), nos fue desgastando poco a poco, y empezamos un proceso interno que vería sus frutos en el PSOA Malaya.

A los 9 meses de frenético funcionamiento volvió a llegar la orden de desalojo. Esta vez cayó como un mazazo, pues el lugar tenía ya vida propia, los 4500 m² estaban llenos de vida, y a nivel grupal comenzábamos a plantear iniciativas propias como la Universidad Popular (que estaba funcionando de forma impresionante, con la asistencia regular de 100 personas a las sesiones) o el contacto con grupos de vecin@s. Esta vez decidimos optar por la «resistencia», por las acciones de repulsa al desalojo, por los ataques a inmobiliarias. Queríamos que el desalojo se viera, que no les saliera gratis, que les costase lo máximo posible. Recibimos mucho apoyo del movimiento libertario y autónomo, en forma de acciones descentralizadas en casi todos los barrios de Madrid. Sin embargo tras 20 días de encierro, preparadas para descolgarnos de la fachada, encadenarnos en lugares inverosímiles y esperar… decidimos teñir de negro las principales fuentes de la ciudad y dejar de esperarles, pues el proceso terminó siendo autodestructivo, el desgaste nos pudo y no conseguimos mantener el número de personas necesarias para hacer lo que queríamos hacer.  Esa misma noche se llevó a cabo el desalojo. A partir de ahí empezamos con un proceso de reflexión interna que nos llevó a decidir que no queríamos ser gestoras de las actividades del resto, sino que queríamos construir una «federación» de proyectos sobre la que recayera el peso del trabajo de gestión y de adecuación del Centro. Si quieres espacio lo tienes, pero implica una responsabilidad, un compromiso con lo común, una participación política en un espacio en construcción.

A los pocos meses okupamos el edificio del 49 de la calle Atocha, que en poco tiempo se convirtió en un crisol de proyectos que conformaban una asamblea de delegadas que asumía el trabajo político común y la gestión del Centro. Conseguimos tener en el mismo espacio alrededor de 20 proyectos, que iban desde una radio libre a un espacio de crianza organizado por madres y padres, desde una librería hasta el Centro de Medios de Madrid, pasando por un estudio de auto-producción musical, un hack-lab, un espacio de creación teatral, un grupo de acción política…

Además, otra conclusión que sacamos en el «proceso de reflexión» fue que queríamos que el lugar estuviese menos marcado estéticamente, que fuese un lugar en el que cualquier persona pudiese sentirse cómoda, que invitase a participar, que el acento estuviese en el contenido y no en el continente. Queríamos conocer al resto de vecinas, intentar encontrar con ellas puntos en común, ampliar las redes, intervenir en lo local.

En ese aspecto el cambio fue bastante grande, la composición de la asamblea era muchísimo mas heterogénea que antes, y la gente que frecuentaba el lugar era también muy diversa. Contactamos con varios grupos que trabajaban en Lavapiés y organizamos una campaña contra las redadas racistas, en un intento fallido (pero interesante) de creación de una Asamblea de colectivos de Lavapiés.

Y ahora, ¿qué viene? ¡Sí! otra vez, cuando todo esto estaba empezando a ser una realidad, esta vez sólo 7 meses después de la okupación, nos llegó otra orden de desalojo. En este aspecto también tuvimos un cambio bastante interesante: nos planteamos resistir, pero resistir para quedarnos, para quedarnos el espacio. Lo vimos posible, realista, las circunstancias nos favorecían: las condiciones físicas del espacio primero, la visibilidad de primer orden después, la extrema ilegitimidad de la propiedad (un teniente-alcalde de marbella imputado por el caso malaya) y el creciente apoyo y solidez del proyecto nos terminaron de animar a intentarlo. Nos pusimos a ello, y esta vez, el desalojo llegó demasiado pronto, con lo que quedó truncado nuestro intento de tomar cartas en el asunto de los desalojos.

El golpe fue muy duro, la asamblea en formación se fue descomponiendo poco a poco, a la vez que intentábamos resolver fuera los fallos organizativos que tuvimos dentro, sobre todo los referentes a los distintos niveles de compromiso y participación que podían asumir los colectivos. Cuando nos dimos cuenta, habíamos terminado de construir una estructura organizativa que nos incluía a todas, pero ya no teníamos los colectivos que la iban a rellenar. Y en esas, valorando fuerzas, estudiando planes y propuestas, pasaron los meses hasta que, por suerte, llegó un nuevo y nutrido grupo de activistas al proyecto y nos decidimos a hacer, y okupamos un antiguo concesionario a escasos metros de La Alarma, pensando que quizás un sitio más modesto podía ser más estable. Bueno, pues esta vez el desalojo llegó a los 3 meses de la okupación, así que decidimos probar con un edificio de lujo, que por lo menos, el tiempo que estuviésemos no nos lo tuviésemos que pasar reformando un lugar en ruinas, y mira por donde, acabamos de celebrar el primer aniversario. La vida te da sorpresas.

· Oficina de okupación

La oficina de okupación de Casablanca ofrece principalmente asesoramiento sobre todo lo que se necesita saber para okupar una casa. Suele venir gente joven, grupos de amigos/as, personas que van a sufrir/han sufrido un desahucio, “sin papeles” o directamente familias que sufren la exclusión en todos sus sentidos y quieren por lo menos hacerse con una casa. También viene gente sola o de dos en dos, pero que no se ven con capacidad para okupar de manera individual. Uno de nuestros proyectos, todavía no realizado, es el juntar a esta gente para que empiecen a okupar juntos/as y beneficiarse de la fuerza del grupo.

Partimos del hecho de que para nosotrxs la okupación no es un delito, pero la ley sí que la condena. Por lo tanto explicamos a las personas qué dice la ley al respecto, y que pueden hacer para defenderse. La ley siempre es la misma pero los procesos son siempre distintos, por lo que básicamente informamos a todas las personas sobre distintos casos que conocemos; que ha sucedido en situaciones concretas y que es lo que otras veces ha funcionado para protegerte y mantener el espacio. También facilitamos contactos de abogados/as, aunque siempre insistimos que la mejor manera de defender un espacio es con el apoyo de tus compañerxs y amigos/as, por lo que es mejor okupar en barrios donde tienes algún tipo de red y apoyo.

Aparte de la asesoría, también hemos impartido talleres (nunca públicos) a colectivos que nos han pedido ayuda. Estos talleres los llamamos el “ABC de la okupación”, y lo que buscamos con ellos es que colectivos que van a okupar puedan hacerlo de una manera más segura (controlando el máximo de factores posibles que puedan incidir a la hora de evitar un desalojo).

No somos expertos/as de la okupación, pero sí personas que hemos vivido y nos han contando muchos procesos de okupación-permanencia-desalojo. Lo que hacemos en la asesoría es intentar responder a las dudas de las personas utilizando casos concretos de procesos que conozcamos.

La última apuesta de la oficina ha sido la redacción de un manual de okupación. Para su elaboración nos hemos basado en información propia e información aportada por otros manuales (Sevilla, Bilbo y Barcelona). En unos meses publicaremos un manual de okupación de unas 150 páginas que esperemos sea de gran utilidad para las personas interesadas en okupar.

Sin lugar a duda el tema de los desahucios está en nuestro punto de mira. Esperamos que en los próximos meses la oficina de okupación, junto con muchos otros colectivos, consigamos generar una red para okupar pisos desahuciados, sacando viviendas de un mercado ya saturado y generando nuevas formas de acceder a una vivienda; con lo que esto conlleva para el funcionamiento del capitalismo y de sus sistemas de propiedad, acumulación e inversión.

Más información en www.okupatutambien.net y www.csocasablanca.org

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5 comentarios en «Entrevista al Centro Social Okupado Casablanca»

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