Turismo de borrachera o borrachera de turismo

Agosto nos ha dejado las típicas imágenes de playas colmadas de turistas para recocijo de los/as hosteleros/as, pero este año las ha acompañado una novedad, las protestas de vecinos/as hartos/as de ver su lugar de residencia abarrotado, su sueño turbado y su suelo meado: este verano han tenido lugar movilizaciones contra el “Turismo de borrachera”.

Como Barcelona nos queda un poco lejos, hemos tirado de internet para encontrar un texto que nos ayudase a mostrar alguno de los discursos emitidos al respecto, concretamente el de la Asamblea del barrio del Raval, que también sufre en sus calles la llegada masiva de turistas verano tras verano.

Hemos elegido este conflicto concreto, pero sabemos que bajo el subyacen otras ideas importantes que requieren de un análisis más profundo, ¿a quién enriquece el turismo en realidad? ¿Cómo afecta al equilibrio de una zona la llegada masiva de turistas?

¿Podemos permitirnos el lujo de vivir en el barrio chino?

 El Raval es un barrio mestizo, el resultado de oleadas de gente que durante décadas hemos llegado hasta aquí para ganarnos el pan, el techo y una vida digna. No te quedas mucho tiempo por aquí si te molesta ver gente que reza un día distinto que tú o que no reza, que viste de otras formas, que habla otras lenguas que no se te pasa por la cabeza aprender, que interactúa con cualquiera o sólo con los/as que considera los/as suyos/as… por eso, en sí, tampoco nos molestan los/as turistas, incluso no nos molestan los/as llamados turistas low cost porque, cuando podemos permitirnos viajar, nosotros/as mismos/as apenas llegamos a turistas low cost…

 No es nada personal … Pero eso no significa que estemos dispuestas a soportar por más tiempo un modelo de ciudad pensado para estrujar al máximo el dinero de quien nos visita una semana o un día y que expulsa del barrio a las que vivimos todo el año.

 ¿Expulsión? ¿Exageramos? La ecuación es bien sencilla: un nuevo apartamento turístico (legal o ilegal) significa otra familia que se tiene que ir del barrio… un nuevo hotel, un equipamiento o un bloque de viviendas sociales menos … Una nueva tienda de souvenirs, el cierre del colmado de la esquina (el último por cierto).

 El Ayuntamiento de Barcelona (el actual y los anteriores, aquí nadie se salva) han construido un monstruo que devora a sus hijos/as. Hablan de incivismo, de recuperar la convivencia… pero este es un discurso hipócrita y oportunista. ¿Cómo se puede hablar de convivencia cuando sus políticas han convertido nuestros barrios en una selva en la que sólo manda el dinero y la tasa de beneficio especulativo? ¿Dónde está el “gobierno de las personas” (o antes las políticas de “izquierda”) cuando los/as vecinos/as del distrito más pobre de Barcelona (junto a Nou Barris) tenemos que competir cotidianamente con un invasión de turistas dispuestas a pagar lo que sea por un techo o una comida en el centro de la ciudad? ¿Qué han hecho para, al menos, suavizar esta presión insoportable? Absolutamente nada… En todo caso, invitarnos sutilmente a que nos marchemos a otro sitio.

 O no tan sutilmente. De hecho están siendo poco amables. La absoluta intransigencia del Ayuntamiento de Barcelona con determinadas prácticas «incívicas» en determinadas zonas de nuestros barrios contrasta con la tolerancia con las que la aplica en otras, si es que las aplica. Y esto no es aleatorio, multar por cada lata bebida de pie en una zona de ocio (hay que cuidar el beneficio privado) y hacer la vista gorda por comportamientos mucho más molestos en las zonas donde la gente intenta dormir no deja de ser una forma de mobbing global ejercido de forma indiscriminada contra una determinada zona de vecinos. La Barceloneta es un ejemplo de ello, pero no es el único.

 Dice el Gremio de Hoteleros, a través de su actual portavoz el Sr. Xavier Trias, que el turismo genera puestos de trabajo. Lo que no dicen es que, pese a que cada año se baten cifras de visitantes, el sector a finales de 2013 había destruido en Barcelona 35.200 empleos respecto a 2008. La respuesta a esta aparente paradoja es que el turismo es el sector donde se da la mayor precarización de las condiciones laborales, dicho de otro modo, donde antes había 4 camareros, ahora hay 3 que trabajan más horas y cobran menos para atender a un número creciente de clientes. Quizá ha llegado la hora de empezar a hacer las cuentas de otra manera y medir hasta qué punto el fenómeno turístico representa un beneficio o una losa para el conjunto de las ciudadanas y ciudadanos de Barcelona, dado el encarecimiento que genera en aspectos tan básicos como la vivienda o la alimentación.

 Esto hay que pararlo. Porque si no lo paramos, los que mandan (los que aparecen en los media y los que lo hacen a la sombra) seguirán en su loca carrera de batir records de visitantes y beneficios, utilizando además con descaro los recursos comunes para sus fines privados. Mientras la pobreza, los desahucios y la precariedad laboral crecen en Barcelona, el Ayuntamiento dedica la tasa turística a atraer más turistas y dilapida los escasos recursos públicos en nuevos proyectos como la remodelación del Paseo de Gracia o el Pla Paral.lel. Todo muy bonito (incluyendo las farolas de 6.000 euros/unidad marca Barcelona). Pero ¿a quién beneficia? A nosotros/as desde luego que no, es más, nos hará la vida más difícil.

 Y eso no sólo nos afecta a las que vivimos en las zonas con mayor presión turística, afecta a todas y a todos en la ciudad. Desde el Raval invitamos a las ciudadanas y ciudadanos de toda Barcelona a rebelarse contra este modelo de ciudad pensado en el interés de unos pocos y que cada día nos pone más difícil disfrutar (o vivir) en lugares como el centro histórico, la Sagrada Familia o el Parc Güell (la lista es larga, perdonad si nos olvidamos de alguno) porque se han vuelto absolutamente artificiales, desnaturalizados, irreconocibles… y, para acabar de echarnos, un lujo al alcance de muy pocos/as.

 Visca la Barceloneta rebelde! Estamos a vuestro lado y dispuestos/as a movilizarnos para recuperar nuestros barrios y convertirlos en lugares pensados y construidos por y para las que vivimos en ellos.

 Assemblea del Raval. Barcelona, 27 de agosto de 2014

Y entonces….

Compartimos en gran medida lo expresado en este comunicado, el fenómeno que desplaza a los habitantes de barrios pobres para modernizarlos y atraer gente más pudiente al centro de las ciudades no es otro que la gentrificación, de la que ya hemos hablado en otras ocasiones.

Vemos con buenos ojos que los/as vecinos/as se organicen para conseguir el barrio que desean, pero tampoco estamos ciegos/as a situaciones en las que las protestas “por el bien de la zona” esconden la búsqueda de beneficios económicos, lo cual es peligroso. Suponemos que no serán pocos/as quienes en La Barceloneta se lucran con el turismo, y no sopanoramica playa benidormlo la hostelería… Nos preguntamos si preferirían un turista de clase alta que se portase mejor y les dejara buen beneficio, y si entonces, los procesos de encarecimiento de la zona importarían menos.

Por ahí van los tiros de lo que pasa en Las Canarias con las prospecciones petrolíferas. Uno de los mayores frentes de oposición lo forma el gremio hotelero, que no quiere que el turismo deje de arribar a las islas buscando sus magníficas playas, pero que, probablemente se preocupa poco del lado sucio que el turismo trae consigo, tanto para los habitantes autóctonos, para los/as trabajadores estivales con condiciones muy precarias y para el medio ambiente en general, más explotado, sucio y degradado.

En fin, no se trata de no salir de nuestra ciudad, sino de darle una vuelta más al lugar que ocupa el turismo dentro del capitalismo (muy chungo en algunos casos, donde está ligado a la pobreza o la explotación sexual) y a buscar nuevas maneras de movernos sin que se enriquezcan los de siempre (grandes propietarios) y se vean perjudicados/as los habitantes de la zona.

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