Huelgas simbólicas y la Marca España

No podemos permitir que por la broma de la piedra o del cóctel molotov suba la prima de riesgo” – Ignacio Ulloa, Secretario de Estado de Seguridad, 4 de mayo 2012.

Una imagen vende más que mil palabras, y quién mejor que los sindicatos y los partidos políticos para reafirmar esta frase. En este artículo tratamos de mostrar que tener una buena foto a tiempo puede garantizar el éxito de un proyecto, y que, por el contrario, no conseguir la foto deseada puede conllevar el fracaso.

Una vez más, la convocatoria de Huelga General por parte de CCOO, UGT y las 150 organizaciones que integran la Cumbre Social, se lleva a cabo cuando las leyes y las reformas que ha impuesto el gobierno ya están implementadas. Cabe entonces hacerse varias preguntas: ¿por qué ahora y no antes? Y ¿para qué sirven este tipo de Huelgas?

Las huelgas se han convertido en un acto simbólico o, como dice el propio Secretario General de UGT, Cándido Méndez, “un acto de protesta cívica general”. Se destruye así el verdadero significado con el que se originaron las primeras huelgas, que no era otro que paralizar los flujos de producción.

Da la sensación de que esta nueva huelga se convoca porque ya tocaba, para que los sindicatos mayoritarios vuelvan de nuevo a la mesa de negociación a pactar según conveniencia, en vez de ejercer la huelga como medida de presión previa a la aplicación de todas las medidas que están afectando a la sanidad, educación, transportes, personas dependientes, etc.

Pero esta vez, para ellos/as, la convocatoria tiene un ingrediente añadido: se engloba en una jornada europea de protestas, que “comporta huelgas y todo tipo de movilizaciones ciudadanas en toda la Unión Europea”, como dice Ignacio Fernandez Toxo, Secretario General de CCOO y de la Confederación Europea de Sindicatos (CES).

Se vende la idea de una huelga transfronteriza que no es real. No se tiene en cuenta a la clase obrera europea, sino que se ha fijado un día simbólico de movilizaciones en las que cada país aborda sus propias problemáticas, las leyes que se han aprobado dentro de sus fronteras y sus propios presupuestos generales. Pretenden con esta nueva modalidad de pseudohuelga vender un nuevo producto, a sabiendas de que en el pasado han fracasado. En ningún momento critican el capitalismo global o ponen en entredicho el proyecto de la Unión Europea en sí, limitándose a criticar la austeridad y determinadas imposiciones de países como Alemania.

Por otra parte, el gobierno del PP, en su afán por deslegitimar la huelga, insiste en que ésta “ni ayuda a la imagen de España, ni resuelve los problemas económicos”. Como la imagen de un país es algo tan subjetivo, dependiendo de los ojos que la analicen, vamos a intentar descubrir de qué habla el gobierno.

La Marca España, según la define el Ministro de Asuntos Exteriores, Margallo, “es el instrumento clave para hacer coincidir la imagen publicada con la imagen real y así prestigiar la imagen del país”. España, ahora más que nunca, está en un escaparate en el que se tiene que lucir para llamar la atención de los/as inversores/as. Para el gobierno las protestas ciudadanas suponen un obstáculo, ya que según ellos manchan la imagen del país, más aún si se encuadran en una jornada de protesta de los países del sur de Europa, aquellos que económicamente hablando tienen menos credibilidad. Pero no sólo las protestas, sino cualquier noticia que saque a la luz las diferencias sociales que se están acrecentando estos últimos años (como las famosas fotos del New York Times).

Esta labor de maquillaje la lleva a cabo el Alto Comisionado para la Marca España, que preside Carlos Espinosa de los Monteros, actual vicepresidente de Inditex.

Y para ellos y ellas, ¿qué imagen hay que publicar para que coincida con la realidad? La respuesta se encuentra al descubrir quiénes son los/as embajadores/as de la Marca España: Antonio Banderas, Fernando Alonso, el empresario Isaac Andic (Mango), el cocinero José Andrés… un claro ejemplo de la realidad española en sus distintas capas sociales.

Unos/as tratan de disimular, con nuevas huelgas escaparate, que desde que transformaron éstas en algo mediático, han ido ahogándolas poco a poco, consiguiendo así que la clase obrera se haya ido evaporando aún más. Y otros/as, pretenden disimular que la precariedad social aumenta llevándose por delante a millones de personas, a fin de conseguir capital para su Marca España.

Estamos cansados/as de ver, por ejemplo, los desfiles de los piquetes informativos de los sindicatos por el centro de las ciudades, haciendo el paripé de cerrar la verja de negocios que se abren a los cinco minutos (más pendientes de las fotos que de otras cosas), piquetes que hacen de policías en las cocheras del transporte público… y así, un largo etcétera que hace que las huelgas sean ineficaces en su objetivo final.

La huelga es una herramienta, pero no debe ser el fin. Hay que aprovecharla para continuar forjando lazos, destruir sus argumentos y sus espacios, retomarlos y reconstruirlos como nuestros, tomar el control de nuestras vidas poco a poco.

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