El futuro de Turquía a referéndum

El próximo 16 de abril tendrá lugar un referéndum determinante para el futuro de Turquía. Este referéndum propone un cambio constitucional, pasando de un modelo de Estado parlamentarista a otro de carácter presidencialista, un proyecto hecho a la medida del actual presidente de Turquía Tayyip Erdogan.

Las principales características de este cambio serían la eliminación de la figura del primer ministro y la asunción del poder ejecutivo por parte del presidente. Esto hará que la figura del presidente sea aun más independiente del parlamento y sea capaz de poner a dedo a sus personas más cercanas en los puestos claves de la estructura del Estado. Un paso más en el proceso hacia un régimen personalista y autoritario. Empleando el referendum como medio para aprobar los deseos de poder y control de Erdogan, que busca legitimarse ante la opinión internacional.

 La encrucijada Turca

 El proyecto del referéndum no es un hecho puntual o casual que se le haya ocurrido a Erdogan, si no que es parte de un proceso que viene de lejos. Por un lado tenemos el conflicto político kurdo al que se enfrenta Turquía desde hace 40 años, una guerra abierta que hace unos años tuvo un proceso de paz que el propio Estado Turco rompió. El proceso de paz, sumado a la evolución estratégica del movimiento kurdo, hizo que el proyecto político kurdo pudiera avanzar y ganar poder e influencia, entrando el HDP (Partido Democrático de los Pueblos) con fuerza en el parlamento y ganando las alcaldías de mayoría kurda. El proceso de paz en vez de debilitar la alternativa kurda, como el Estado Turco pensaba, la reforzó. Por otro lado, tenemos el chantaje al que somete Turquía a la Unión Europea como frontera de refugiados/as venidos/as de los conflictos armados de oriente medio. Y para finalizar toda esta deriva autoritaria se acelera con el fallido golpe de Estado del 15 de julio de 2016, que ha permitido declarar el estado de excepción y llevar a cabo una represión política de enorme magnitud: 130000 empleados/as públicos despedidos/as, 5000 profesores/as fuera, 140 periodistas encarcelados/as o hasta 3000 cargos o miembros del HDP encarcelados, incluyendo miembros electos del parlamento y alcaldes/esas.

 Hacia el Estado fascista

 La continua represión contra las fuerzas democráticas y revolucionarias, expresadas a través de las fuerzas y coaliciones promovidas por el movimiento kurdo, que son quienes están promoviendo la opción del “no” en el referendum, hace presagiar un terrible desenlace salga lo que salga en el resultado final. Este intento de perpetuarse en el poder por parte de Erdogan puede ser el último intento de “rostro amable” ante la opinión pública internacional, que cada vez es más recelosa de la política interna turca y sus limitaciones a la libertad de expresión y prensa. Durante esta campaña, Erdogan ha tratado de agitar a las comunidades turcas en Europa a favor del “sí”, lo que ha provocado movimientos institucionales de los distintos Estados europeos para impedir mítines políticos con políticos turcos, lo que en Holanda desencadenó grandes y tensas manifestaciones de la comunidad turca a favor de Erdogan. Lo que Erdogan pretende con ello es mostrarse ante el pueblo como un defensor de Turquía y los/as turcos/as ante occidente, es decir, victimizarse para remover los sentimientos nacionalistas de gran parte de la población. Por ello, durante todo este proceso ha tejido una sólida alianza con el partido nacionalista-fascista MHP, un partido con representación parlamentaria que ampara a la organización fascista paramilitar “Lobos Grises”, responsables de asesinatos y todo tipo de ataques contra la comunidad kurda.

 Gane el “sí” o el “no” las consecuencias pueden ser desastrosas. Existen dudas razonables en cuanto a la limpieza del referéndum. La guerrilla kurda hace llamamientos diciendo que están listos para defender las comunidades kurdas del ejército turco. Los ayuntamientos ganados electoralmente por las candidaturas kurdas siguen con los alcaldes depuestos y miembros del Estado puestos a dedo. Puede que este último gran intento de Erdogan y su camarilla de perpetuarse en el poder removiendo los sentimientos más nacionalistas y antikurdos sea el punto de inicio de una nueva escalada de violencia donde los intereses de ultranacionalistas, fascistas, el movimiento revolucionario kurdo o los islamistas se entrecruzan para dar lugar a una nueva guerra. O, en el mejor de los casos, ganando el “no” y Erdogan aceptando la derrota, se acabe el estado de excepción y se promueva una amnistía política. Pero claro, ¿Un tirano como Erdogan renunciando al poder que cree que le pertenece?

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