Campañas publicitarias, recortes y resistencias: la actualidad de los transportes públicos

Largas colas en paradas de autobús, carreras por no perder el metro, agobios con tanta gente alrededor…, pero también la comodidad de encontrar un sitio para sentarse, cortas cabezadas o entrecortadas lecturas que nos animan. Cinco o seis días por semana así empezamos y acabamos nuestra jornada laboral o de estudio muchos de nosotros/as. Principalmente en las grandes ciudades, la utilización del Metro o del autobús es una necesidad inamovible, no nos queda otra. Por no disponer de otro medio de transporte, por no querer soportar atascos, búsquedas interminables de sitio donde dejar el coche o seguros de coste astronómico, o por simple rapidez y comodidad, todos los días recorremos la distancia de casa al curro en uno de estos servicios de transporte.

Las grandes ciudades que habitamos nos imponen sus reglas y las necesidades económicas nos marcan sus ritmos y su constante movilidad, se diluyen las distancias y ya nadie nos quita un par de horas de desplazamiento diario.

Esta necesidad, ya de por sí no especialmente placentera, se vuelve cada vez más frustrante cuando cada poco tiempo se suben los precios del abono transporte o del billete común, o cuando la calidad empeora por la dejadez de las administraciones varias. La crisis económica que nos azota desde hace ya tres años ha acelerado este proceso que, unido al paro o a la bajada de nuestra capacidad adquisitiva, dibuja una situación en ocasiones insostenible.

En estas circunstancias, resulta desagradable (por no decir otra cosa), escuchar declaraciones como la de uno de los/as muchos/as directivos/as de la empresa pública que gestiona el Metro y la red de autobuses del área metropolitana de Barcelona, en las que nos justifica recortes en el servicio prestado por estos transportes y en las condiciones laborales de los/as trabajadores/as de los mismos con argumentados tan demagógicos como que hay líneas que son deficitarias o que ellos/as no pueden afrontar los costes laborales actuales. ¿Acaso los transportes son suyos? ¿No pagamos por ellos dos veces, una en forma de impuestos y otra en forma de abonos o billetes varios? ¿Ante las imposiciones laborales que nos obligan a/marcan la utilización del Metro o del autobús, también tenemos que asumir siempre los recortes?

Es por todo esto que vemos interesante plantear un primer acercamiento a la situación actual de los transportes públicos en nuestras ciudades, poniendo como ejemplo el Metro madrileño y la red de metro y autobuses de Barcelona, así como a las variadas formas de afrontar y tratar de superar esta situación que se están dando desde los diferentes sectores afectados, los/as trabajadores/as de estos transportes y los/as trabajadores/as (en cualquiera de las posibles condiciones) que utilizamos los mismos.

Metro de Madrid

“Metro de Madrid. Más por Menos”. Este es la campaña  publicitaria que copa andenes, vagones y bocas de metro desde diciembre. Con ella, Metro Madrid S.A. (empresa pública que gestiona el suburbano madrileño y que recientemente ha pasado a ser gestionada enteramente por el Gobierno de la Comunidad ante las necesidades económicas del Ayuntamiento de la capital) prosigue con sus campañas de proselitismo, algunas tan ridículas e innecesarias como la que nos convidaba a utilizar el metro desde el andén, o sea, después de haber entrado a la estación y pagado/picado y que conllevan unos gastos anuales superiores a los 7 millones de euros. Pero este caso va un paso más allá: se nos asegura que nos encontramos ante “el” metro que mejores y mayores servicios nos ofrece por el irrisorio precio de 1,5 euros el billete sencillo. Para evidenciarlo nos adjuntan datos sobre el precio del billete sencillo en otras ciudades y sobre la cantidad de servicios que ponen a nuestra disposición (escaleras mecánicas, guardias de seguridad, supervisores comerciales, vagones… aunque se olvidan de nombrar a la gran parte de los/as trabajadores/as que hacen que funcione el metro, tan solo recuerdan a unos 700 de los/as 7600 totales).

Ante esto lo que tenemos que decir es simple y se ve representado en el siguiente cuadro:

La Comunidad de Madrid no sólo olvida hacer esta comparación sobre salarios y precios, sino que tampoco explican otras cualidades de los billetes de otros lugares, como que algunos permiten utilizar otros transportes públicos sin necesidad de volver a pagar o los que cuentan con reducciones para personas en paro. Tampoco se dirá nada de la negativa por parte de la empresa a subir los salarios a los/as trabajadores/as de metro lo que corresponde según su convenio o de la no reposición de muchas de las bajas laborales continuadas con nuevos/as trabajadores/as, con los consecuentes aumentos en la carga de trabajo y por tanto empeoramiento del servicio.

Esta sencilla argumentación se está viendo reproducida y pintada sobre la publicidad institucional en diversas estaciones de la red de metro, igualmente se han recogido firmas para denunciar esta campaña publicitaria ante Autocontrol, organismo que vela por la veracidad de la publicidad, y que ha concluido en declararla engañosa en tanto que se comparan los distintos precios del billete sencillo sin tener en cuenta sus diferentes prestaciones.

Por último, siempre es curioso comprobar la evolución de los precios de Metro en los últimos años, pongámosle diez: habiendo aumentado unos 20 euros el abono mensual de la zona A (hasta los actuales 47,60 euros) o pasando la tarjeta de 10 viajes de unos 4,5 euros a los actuales 9,30, lo que supone unos aumentos muy por encima de la evolución del IPC, o lo que es lo mismo, que nos cuesta más horas de trabajo pagar el dichoso transporte. Sin embargo, visto lo que dice la publicidad, y eso es que nuestro metro es “tan barato”, suponemos que el siguiente paso de la argumentación de la Comunidad de Madrid será decir habrá que volver a subir los precios, para equipararnos al resto.

Transportes Metropolitanos de Barcelona

El otro ejemplo que hemos tomado para acercarnos a esta problemática es el servicio de metro y autobuses de Barcelona, gestionado por la empresa municipal TMB (denominación común de las empresas Ferrocarril Metropolità de Barcelona S.A. y Transports de Barcelona S.A.), empresa que ofrece servicio de transportes al conjunto del área metropolitana de Barcelona (que además de la capital incluye a varios municipios circundantes como Hospitalet, Cornellá, Castelldefels…). En el caso concreto de a la red de autobuses de TMB, la situación actual dista mucho de ser lo admirable que nos intentan vender, pues desde 2008, a los problemas comunes de cualquier servicio de transportes público, se suma la campaña de recortes iniciada desde la dirección de la empresa, que se ha traducido a nivel de servicios en supresiones de líneas (ya sea totalmente o sólo los fines de semana, destacando el caso de los recortes en los Bus del Barri, utilizados mayoritariamente por gente mayor para facilitar su quehacer por el barrio) y reajustes (bonito eufemismo para decir disminución) en los servicios prestados en determinados recorridos (número de vehículos utilizados, lo que conlleva disminución de la frecuencia de paso de los mismos), algo esto último que también se dará en el metro. A todo ello hay que sumar la nueva subida del precio del billete sencillo y de la tarjeta de diez viajes (ambos comunes a metro y autobús y que pasarán respectivamente de 1,45 a 2 euros –un 38% más- y de 8,25 a 9,25 euros –una subida del 7,9%-) que ha entrado con el nuevo año, los aumentos de las multas por viajar sin billete y las declaraciones de la dirección de TMB de la necesidad de ahorrar 14 millones de euros en masa salarial, lo que ya se ha traducido en el despido de 36 trabajadores con contratos eventuales (contratos que, por su duración y legalmente, deberían de pasar en pocos meses a indefinidos). Lo único favorable serían las pequeñas disminuciones en el precio de los abonos mensuales que se han producido.

Ante esta situación, es de reseñar la actitud de los cargos políticos barceloneses, que dando muestras de una hipocresía a menudo vista hacen gala del conocido dicho “donde dije digo, digo diego”; mientras que durante su estancia en la alcaldía de Barcelona el PSC defendió a ultranza las medidas de recorte en los transportes públicos con la oposición de CIU, ahora que las tornas han cambiado, son los/as convergentes  quienes que niegan que otra solución sea posible y los/as “socialistas” quienes critican las medidas de austeridad… lo dicho, lamentable pero previsible.
Una vez encontrado el problema, habrá que buscar alguna solución…

Este constante empeoramiento de los transportes públicos (ya sea del servicio como tal o de nuestra accesibilidad al mismo) es una realidad que comprobamos día a día. Es por ello que no sólo nos interesa presentar los fríos datos o las manipulaciones de ayuntamientos y empresas municipales, sino que vemos de vital importancia mostrar aquellas formas de resistencia, de lucha por cambiar esta realidad, que se están llevando a cabo. Nos interesan tanto aquellos conflictos y reivindicaciones que se están dando (o que se dieron recientemente) entre los/as trabajadores/as de estos servicios, como aquellas iniciativas que surgen desde quienes utilizamos diariamente estos transportes públicos, trabajadores/as también (ya sea parados/as, en activo, estudiantes o sólo ocasionales), pues serán por ambos frentes por donde puedan venir los cambios, por la capacidad que se tenga de incluir, tener en cuenta y forjar nexos de unión entre todo/as nosotros/as.

Frente a todo ello se han hecho varias campañas de protesta en las que se ha invitando a los/as usuarios/as a colarse en el metro y el autobús. En Madrid la asamblea del 15M de política a largo plazo sacó en agosto unos panfletos titulados “Llamamiento a la desobediencia” donde explicaban la subida del 50% que tuvimos que afrontar en el billete sencillo frente al descuento que obtuvieron los/as jóvenes católicos/as asistentes a la JMJ (un descuento del 80% con respecto al precio normal del abono turístico) mediante un abono especial de cuatro o de siete días, tachándolo de discriminación social y religiosa. De la misma manera, nos encontramos con la reciente convocatoria en el centro de Madrid de una colada en masa en el Metro, que acabó con varias cargas policiales.

En la misma línea encontramos el texto “¿Por qué colarse en el metro? Repartido en Barcelona durante una acción que tuvo lugar en octubre. La acción consistió en bloquear las puertas de entrada con cinta americana invitando a la gente a pasar sin pagar. Según refleja la noticia, pudieron comprobar que “[…] la gran mayoría de vecinas que entraban o salían del metro han mostrado complicidad hacia la acción y han aprovechado la ocasión para viajar sin pagar.

De esta manera, aunque tan solo unos minutos, se ha conseguido aplacar la rutina, la sensación de control y orden imperante en el metro. De las miradas bajas y perdidas típicas de las 8 de la mañana hemos pasado, por unos momentos, a sonrisas y miradas cómplices y a ver como alguna gente se colaba envalentonada en la cara del/a trabajador/a de turno de TMB, que hacía acto de presencia para comenzar a retirar la cinta de una de las puertas”.

Otra iniciativa interesante que está comenzando a surgir en Barcelona es Memetro, en pocas palabras se trata de una mutua compuesta por socios para pagar las sanciones ocurridas en las redes de transporte de la ciudad condal y alrededores cuando se nos olvida pagar el importa del billete. Exponemos un fragmento de su presentación:

“Memetro es un tipo trastorno del funcionamiento de la memoria, durante el cual el individuo es incapaz de recordar que según la normativa vigente de los transportes metropolitanos, hay que pagar en la entrada de las instalaciones el billete de tren o metro. Puede deberse por un mecanismo de defensa el cual ocurre después de un evento traumático casi siempre relacionado con la noticia de la abusiva subida de precios anual, el mal funcionamiento de las instalaciones o bien cualquier malestar relacionado con la dificultad de viajar que tienen muchas personas. El Memetro puede ser también espontáneo, en el caso del Memetro transitorio global (TGM por sus siglas en inglés) suele durar un máximo de 75 minutos y a la larga suele derivar en congénito. Cada año aumentan los casos en usuarios de todas las edades registrándose en 2010 una media de 136 multas diarias debidas a este trastorno en la ciudad de Barcelona”.

Ya hemos visto algunas de las iniciativas que se están dando desde la calle pero no podemos olvidar las respuestas que se dan desde los curros, que van desde propaganda para compartir su situación hasta huelgas como la vivida en el Metro de Madrid en el verano de 2010.

Unos/as de los/as primeros/as en reaccionar frente al anuncio de la congelación y/o la reducción de los suelos de los/as trabajadores/as del sector público fue la plantilla de Metro de Madrid, advertidos/as de una rebaja del 5% de su sueldo con la que se pasaba por encima de su convenio colectivo. Ellos/as, sorprendieron a los sindicatos mayoritarios rebosando ganas y rabia y consiguieron organizarse y parar por completo el Metro de Madrid los días 29 y 30 de junio de 2010. Victoria pírrica o derrota no muy sangrante, eso queda a la reflexión de cada uno/a, pero lo cierto es que por momentos dieron buena muestra de decisión y organización, aunque finalmente no consiguieran echar atrás del todo los recortes previstos. Actualmente, los nuevos presupuestos de la Comunidad de Madrid traen nuevos ataques a sus condiciones laborales, habrá que ver cómo lo encaran.

En el caso de Barcelona, la actividad, de momento y tras las luchas de años anteriores, está más ligada a dar información a cerca de reducción de líneas de autobús, despido de trabajadores/as… de modo que los/as conductores/as de autobuses de la TMB han hecho visible su malestar ante estos sucesos a través de tarjetas y carteles donde explican la situación y señalan a los/as culpables del aumento de tiempo de espera y las aglomeraciones.

Por último, desde las secciones sindicales en este sector de CGT y PSA se ha publicado recientemente un comunicado donde sugieren, entre otras iniciativas, el despido de todo el equipo directivo de autobuses de TMB, compuesto por doscientas personas fuera de convenio, responsables de los actuales recortes y cuyos sueldos (aunque nunca facilitados por la empresa de manera clara) se estima que superan en el doble al de los/as trabajadores/as. Con ello se permitiría un ahorro suficiente tanto para impedir el recorte de servicios como el despido de trabajadores/as. Supliendo a los/as directivos/as proponen a los/as trabajadores/as como encargados/as de la gestión pues ¿quién conoce los servicios mejor que ellos/as mismos/as? Igualmente están por frenar la financiación de empresas privadas de transporte con dinero público, etc.

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