De cremas de cacao y sostenibilidad. Embadurnándonos de aceite de palma

Desde que la ministra de ecología francesa declarara una guerra de apenas dos días contra la crema de chocolate Nutella, del grupo Ferrero, hasta hoy, han corrido ríos de tinta virtual en las redes sociales sobre el uso del aceite de palma. Así que hemos decidido investigar un poco al respecto y plasmar en estas páginas, otra vez, un poquito más del horror que causamos en este mundo.

Origen y usos del aceite de palma

El aceite de palma es un tipo de aceite vegetal extraído de la palma aceitera africana (Elaeis guineensis). Su bajo coste y sus múltiples propiedades propician su utilización masiva en multitud de productos y se estima que entre el 40 y el 50% de los productos que tenemos en casa lo contienen. Se utiliza para producir biodiesel y en productos cosméticos y de limpieza, además de en alimentación (galletas, margarinas, alimentos precocinados…), a pesar de estar considerado como un ingrediente poco saludable debido a su contenido en ácidos grasos saturados, que ronda el 50% en el caso del aceite extraído del dátil de la palma y el 80% en el caso del aceite de palmiste, obtenido de la semilla de dicho dátil.

Procedencia

La palma aceitera es originaria de África Occidental, pero se adapta bien en regiones con clima húmedo y caluroso. Fueron llevadas al sudeste asiático a principios del siglo XX, donde su producción se asentó en Malasia. Fue en los años 70 cuando el gobierno indonesio comenzó a invertir en este tipo de plantaciones, llevando a Indonesia a ser en la actualidad el principal productor de aceite de palma. Con el auge de su utilización otros países comenzaron a cultivarla, entre ellos Papúa Nueva Guinea, Colombia, Tailandia, Camboya, Brasil o México.

Inconvenientes

Que el aceite de palma sea nocivo para la salud es, posiblemente, el menor de los problemas. Si bien no olvidamos sacarle punta al asunto preguntándonos por qué las multinacionales de la alimentación se empeñan en ganar dinero envenenándonos, por qué lo consentimos y hasta cuándo.

El inconveniente mayor es quizá la deforestación asociada al cultivo de palma, problema del que derivan los demás. Nos referimos a prácticas que consisten en talar y quemar la selva para conseguir buenas superficies de cultivo, así como de qué manera eso nos perjudica a todos/as en distinto grado. A lo largo de esta sección la fuente que utilizaremos será Greenpeace, con información obtenida de distintos artículos e informes.

orangutanLa diversidad de los bosques tropicales del sudeste asiático se conocen como Bosques del Paraíso y contienen distintos ecosistemas como manglares, bosques pantanosos, selva tropical, bosque monzónico… La diversidad natural es comparable a la cultural: En Nueva Guinea se hablan más de 800 lenguas, un tercio del total de lenguas del mundo. Muchos de estos pueblos dependen de los bosques para mantener su forma de vida. Cuando las multinacionales entran en acción se producen todo tipo de conflictos, desde expropiaciones de tierras para aumentar la plantación, hasta conflictos laborales, pasando por escándalos por la concesión de terrenos protegidos por su valor ambiental o la contaminación de aguas, imprescindibles para la subsistencia de quiénes allí habitan.

Los Bosques del Paraíso albergan gran biodiversidad, parte de ella endémica, como son 38 de las 43 especies de aves del paraíso, que viven exclusivamente en Nueva Guinea. Mientras, en Indonesia, estos bosques esconden a cierto primate pelirrojo que se encuentra en peligro de extinción: el orangután, así como al rinoceronte de Sumatra y Java y el tigre de Sumatra, entre otros. El caso del orangután es especialmente sangrante, su estatus de especia en peligro se ve otorgada por la rápida desaparición de su hábitat, y, tras eliminar dicho hábitat pasa a ser considerado plaga en las plantaciones por colarse a comer allí, por estos dos motivos, 1.600 orangutanes perdieron la vida en 2006.

Parece mentira que, sabiendo esto, Indonesia tenga la mayor deforestación del mundo, partiendo de que en la segunda mitad del siglo XX se ha talado, quemado o degradado cerca de 74 millones de hectáreas de bosque, el equivalente al doble del tamaño de Alemania. Y se ha identificado a las plantaciones de palma africana como la principal causa de destrucción de estos bosques, así como las de acacia y eucalipto para la industria del papel y la pasta.

Y esta deforestación trae de la mano un considerable aporte al cambio climático. No sólo el evidente, que al destruir grandes zonas boscosas, le quitamos parte de sus pulmones a la tierra, además, los mecanismos que se utilizan al deforestar causan gran daño en sí mismo: nos referimos a la quema de turberas. Los bosques de turbera destacan por su sustrato, que fruto de la descomposición de materia vegetal durante cientos de años, es muy rico en carbono. Esto provoca, que, al quemar estas zonas, se liberen de golpe enormes cantidades de dióxido de carbono, que provocan un aumento del efecto invernadero y la consiguiente subida de las temperaturas.

Consecuencias

Cuando los informes y presiones de Greepeace y otras organizaciones empiezan a llegar a gobiernos y multinacionales productoras y consumidoras de aceite de palma y pasta y papel, ocurren dos cosas: Una moratoria del gobierno de Indonesia para parar la deforestación en 2011, dado que el 85% de las emisiones de contaminantes del país procedían de la deforestación y la quema de turberas, convirtiéndolo en el tercer país más contaminante por detrás de China y EEUU. Medida que llega, según nuestro juicio, tarde.

Y dos, la aparición de la Mesa Redonda de Aceite de Palma Sostenible (RSPO, por sus siglas en inglés) organización dedicada a garantizar la sostenibilidad del cultivo de aceite de palma mediante diversos sellos. Dicha sostenibilidad avala el respeto a los derechos laborales, el respeto a las comunidades indígenas, que no se ocupen nuevas zonas con alto valor medioambiental, que no se amenace a la biodiversidad y promueve prácticas agrícolas más limpias.

Pero si miramos con lupa a la RSPO, nos encontramos dentro de ella a los mayores productores de aceite de palma, que simple y llanamente se han hecho un lavado de cara para no tener que rendir cuentas a nadie. Un ejemplo de ello lo da igualmente Greenpeace, que contactó con diversas empresas consumidoras de aceite para preguntarles cómo garantizaban la «sostenibilidad» de su aceite de palma, y la respuesta era, mediante la RSPO, al tiempo que la propia ONG ambientalista, recogía pruebas de que los grandes productores de aceite de palma seguían haciendo de las suyas.

De hecho, en 2008, 250 organizaciones ecologistas de todo el mundo, publicaron el manifiesto «Declaración internacional en contra del “maquillaje verde” de monocultivos de la ‘Mesa Redonda de Aceite de Palma Sostenible’(RSPO). En defensa de los Derechos Humanos, la Soberanía Alimentaria, la Biodiversidad y la Justicia Climática», (que se puede leer íntegramente en www.ecologistasenaccion.org/IMG/pdf_15-10-02-RSPO-Castellano.pdf) desmontando la labor de la RSPO como garante de la sostenibilidad de nada.

Para terminar

Esta es una prueba más de que dentro del capitalismo sólo tenemos las de perder, mediante campañas de presión se puede avanzar y mejorar, pero las grandes multinacionales solo responden frente al dinero, ahora y contante y sonante. Tienen dinero para pintar al elefante de rayas y poder, y a los medios de su lado, para convencerte de que es una cebra.

En vez de la lista de la compra, tendremos que ir al súper con la lista de productos a evitar, por la injusticia que suponen, por el daño que causan al medio y por el daño que nos causan a nosotros/as. Pero si somos capaces de ver eso y de entender lo absurdo que resulta, llegará el momento en el que veamos la salida de este sistema como la única opción posible, no sólo para poder comer, sobre todo para poder vivir.

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