¿A qué nos referimos cuando hablamos de Memoria Histórica?

Inauguramos nuestra nueva sección de Memoria Histórica con la colaboración de Santi, que nos habla de la necesidad de recuperar la memoria colectiva de las personas que, en otro tiempo, pelearon por una sociedad distinta. Ese es el objetivo que buscaremos en las páginas que, intermitentemente aparecerán en el periódico, en las que relataremos historias olvidadas, recomendaremos rutas y paseos por lugares en los que se vivieron antiguas luchas y daremos voz a colectivos que intentan desempolvar nuestro pasado.

Si cualquiera de nosotros piensa en el concepto ‘Memoria Histórica’ se le viene a la cabeza una serie de imágenes: franquismo, fosas comunes, justicia, fusilamientos, represión, Valle de los Caídos, etc. Como si de tags se trataran asociados a un artículo de cualquier blog de Internet. Desde hace relativamente pocos años este concepto se viene empleando ampliamente sin plantearse qué rayos quiere decir. Es más, ahora que estás leyendo este artículo, ¿qué significa para ti Memoria Histórica? ¿Cómo podrías definirlo?

Desde mi punto de vista, creo que es importante que las personas que estamos dentro de estos movimientos sociales  y consideramos la existencia de una deuda con nuestros antepasados, seamos conscientes de qué estamos hablando cuando decimos ‘Memoria Histórica’ y que, sobre todo, no existe la memoria histórica como concepto singular. Por ello, y sin pretender ser académico, en este artículo me gustaría dar unas pocas pinceladas de lo que es la Memoria Histórica y por qué es importante tenerla presente desde nuestro posicionamiento como antifascistas y anticapitalistas.

El concepto de Memoria Histórica está compuesto por un sustantivo: memoria. Y un adjetivo que indica cómo es esa memoria: histórica. Veamos pues qué es ‘memoria’. Las definiciones darían para varias tesis doctorales, son complejísimas y extensísimas, pero a nosotros nos interesa darnos cuenta que memoria no es algo exclusivamente individual. Es más, difícilmente podríamos hablar de una memoria totalmente personal, puesto que nuestros recuerdos particulares se encuentran condicionados por nuestra vida en sociedad. La sociedad tiene memoria (la memoria colectiva) y esta no nos es indiferente, ya que nosotros como seres sociales bebemos de esa memoria y, al mismo tiempo, aportamos memoria a esa sociedad. A pesar de que muchos de nosotros hayamos nacido años después de la caída del muro de Berlín o éramos niños como para recordar tal hecho, todos tenemos imágenes y sensaciones personales y colectivas acerca de ese hecho, porque hemos sido influenciados por esa memoria colectiva. Así que la memoria en primer lugar es colectiva e individual al mismo tiempo.

Otra característica de la memoria sería que esta sin olvido no es nada. El olvido no es el antónimo de memoria, ya que se recuerda y se olvida consciente o inconscientemente, es un proceso natural y normal. Es imposible recordarlo todo, seríamos como aquél personaje borgiano de Funes. Los mecanismos del olvido también son tan complejos como los del propio recuerdo, y no voy a gastar más líneas, tan solo apostillar que olvido y recuerdo son dos caras de la misma moneda: la memoria. Toda esta memoria, además, está asociado a colectivos, grupos humanos con una identificación común con el pasado y el presente, lo que se recuerda y olvida sirve para justificar el presente, al ser esta heterogénea y variable es preferible hablar de ‘memorias’ (memoria proletaria, memoria feminista, memoria de género, memoria antifascista, etc.). Estos grupos humanos son tan grandes como queramos, sobre todo en un mundo donde las comunicaciones están, prácticamente, globalizadas. Bien podría ser a nivel local, regional, nacional o internacional. Buena parte de la memoria antifascista europea se trata a nivel continental.

Lo que es la historia es, teóricamente, más fácil de definir. La Historia, así con mayúscula, es la profesión humanista que pretende conocer el pasado a partir de diversas fuentes. La Historia explica las mitificaciones y mistificaciones de la Memoria, las pone en un contexto. La Historia problematiza la Memoria, la cuestiona y la intenta explicar a través de preguntas. La Historia pone el concepto del tiempo, sin la Historia entonces la Memoria sería un esbozo esquemática de hechos sin estar situados en el tiempo.

Las definiciones de lo que es Memoria Histórica son muchas y variables, así que por ello dejad que os comparta mi definición. Es una categoría social y política vinculada a hechos del pasado, ligado a uno o varios colectivos (la memoria antifascista agrupa a todos los que lucharon contra esa lacra, no obstante, cada uno de ellos tiene percepciones diferentes y comunes de la guerra, por ejemplo). Estos colectivos a través del recuerdo y el olvido, construyen un relato que justifique las circunstancias y acciones del pasado (así como las relaciones de poder y sumisión, el eterno caso de la mujer miliciana), y sea apto para explicar el presente a través de ese pasado, creando así una identidad común capaz de superar cualquier otra diferencia existente dentro del grupo.

Monumento a los “Caídos de la División Azul» en el Cementerio de la Almudena

Os voy a poner un ejemplo para entenderlo mejor: Cuando el ex presidente Adolfo Suárez falleció lo primero que se hizo fue cambiar el nombre del Aeropuerto de Madrid, colocando el nombre de esta persona, justificando así el papel de este individuo (que hizo de bisagra entre la dictadura y la nueva democracia) durante la Transición, obviando su pasado más sucio ligado a la dictadura. Lo mismo podría decirse de lo ocurrido con Manuel Fraga. No obstante, también pensad cuando en febrero muchas personas, incluidos antiguos combatientes, hacen rutas por los pasajes de combate de la batalla del Jarama. Es una manera de honrar a quienes dieron su vida luchando contra el fascismo. Y es que la Memoria Histórica actúa y tiene unos mecanismos similares, independientemente de quién o quiénes la evoquen. Aquí, de paso, dejad que os introduzca brevemente la relevancia de los espacios físicos para la construcción de la Memoria Histórica.

En este sentido, pensad en la importancia de tener localizada el lugar exacto en el que Durruti se hirió o fue herido de muerte, o por qué en la Ciudad Universitaria de Madrid hay un monolito a las Brigadas Internacionales, ya que fue el primer espacio en el que entraron en combate. O por qué en el puerto de Alicante hay un monolito al barco Stanbrook, aquél barco que se llevó a miles de republicanos que huían de la ciudad mientras las tropas fascistas entraban en ella, etc. Este un aspecto que no se puede descuidar de la Memoria Histórica, puesto que está vinculada, necesariamente, a un sitio físico. De ahí la relevancia que tienen las fosas comunes, no solo como sitios donde eliminaron a nuestros abuelos con saña criminal, sino como espacios que evidencian a una de las dictaduras más sangrientas del siglo XX, cuyas ejecuciones han sido minimizadas, cuando no justificadas, por la derecha que se hace llamar democrática en este país. Así, cuando leáis en los medios o en la TV hablar de Memoria Histórica, pensad a qué sitio físico está vinculado.

Como dije al principio de este artículo, para quienes militamos académicamente o políticamente (o ambas al mismo tiempo, como es mi caso) en este campo nos es importante tener en cuenta lo que he comentado anteriormente, puesto que estamos hablando de la represión no solo física, sino también psicológica de varias generaciones a las que se les debe un reconocimiento, no por haber luchado por la democracia como desde diversos partidos nos quieren hacer pensar, sino por su dignidad y sus derechos. Puede que algunos tengamos familiares represaliados, o quizá no, pero nosotros somos sus herederos de sangre o de lucha.Y aunque es cierto que las cosas han cambiado mucho desde los 30’ y la guerra de romántico tiene poco, el capitalismo sigue matando nuestros sueños e ilusiones cada día.

Independientemente que se juzgue a los criminales de la dictadura en los tribunales, desde los medios de comunicación nos lanzan consignas de no reabrir las heridas, que todos hicieron cosas malas, poniendo a la misma altura un golpe de Estado que ha dejado más de cien mil personas en las cunetas con un Gobierno elegido en las urnas. Esa equidistancia no es admisible académicamente sería hacerle el juego a los represores como el arqueólogo González Ruibal ha escrito en alguna ocasión. Menos aún políticamente por razones obvias. Por ello, también abogo por un acercamiento de posturas entre la Universidad y el activismo, en absoluto enfrentados por mucho que así se haya querido hacer ver, erróneamente desde mi punto de vista.

La Memoria Histórica nos ha servido para comprender la complejidad de posiciones que se entrecruzan, sobre todo si hablamos de la memoria de aquellos que fueron vencidos (concepto que merece especial atención, pero no será aquí), algo a tener en cuenta desde los movimientos sociales. Pero también comprender que existen muchas memorias, todas ellas muy legítimas. Del mismo modo que los vencedores también han hecho la suya propia, basada en la victoria y en su legitimación a raíz de la violencia. Quiero cerrar este artículo, primera aportación a Todo Por Hacer, incitando a los lectores al cuestionamiento entero de lo que desde los medios nos informan de lo que es y lo que no es Memoria Histórica, así como la legitimación o no de nuestro derecho a recordar a quien sea de nuestro parecer. Tengamos presente que Julia Conesa antes de ser ejecutada deseó que “mi nombre no se borre nunca de la historia”. Ni el suyo, ni el de las otras treintas personas que también fueron ejecutadas el 5 de agosto de 1939 frente a las tapias del madrileño Cementerio del Este.

Y un libro para leer…

En realidad recomendaría muchos y muy variados porque todos aportan enfoques muy diferentes, pero hay un libro que, en mi opinión, ha caído un tanto en el olvido, seguramente porque su autor no es profesor de Universidad, aunque sí de Instituto de Secundaria. Me refiero al libro de Luis Castro, titulado Héroes y caídos. Políticas de la Memoria en España Contemporánea, publicado por Catarata en el año 2008. En él, Castro hace un repaso en once capítulos a las construcciones memorialísticas de vencedores y vencidos con un enfoque crítico con el franquismo, aunque también con la recuperación de la Memoria Histórica (algo que veo sano). El libro no permite indagar más puesto que trata cuestiones generales, cuenta con una muy buena documentación que el autor reproduce. Resulta muy interesante puesto que el autor no se centra en el período de la Guerra Civil y la posguerra, sino que retrocede hasta el siglo XIX, estudiando las políticas memorialísticas que en aquellos años ya se dan. Por ello, muy recomendable para entender, en una visión general, la importancia de este concepto en nuestro mundo contemporáneo.

Si bien no queda mucho más espacio, quiero recomendar otros dos libros: El pasado bajo tierra. Exhumaciones contemporáneas de la Guerra Civil del antropólogo Francisco Ferrándiz, investigador del CSIC, de reciente publicación por la editorial Anthropos. Sobre la memoria histórica de los vencedores es de obligatoria lectura el trabajo de Antonio Cazorla Sánchez, Las políticas de la Victoria. La consolidación del Nuevo Estado Franquista (1938-1953) publicado por Marcial Pons en el año 2000.

Comparte y difunde

Un comentario en «¿A qué nos referimos cuando hablamos de Memoria Histórica?»

Los comentarios están cerrados.

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver
Privacidad