¿Qué está pasando en Wisconsin? Austeridad y lucha de clases en el Medio Oeste

El siguiente artículo ha sido redactado a partir de noticias, análisis y experiencias que hemos encontrado por internet y hemos traducido. Esperamos que arroje alguna luz sobre lo que está ocurriendo en Wisconsin, EEUU, en los últimos días.

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El Partido Republicano de Wisconsin (EEUU) quiere recortar el derecho a la negociación colectiva

En Wisconsin se juega en estos momentos el futuro de los sindicatos (unions, en inglés) en Estados Unidos. Una batalla sin precedentes tiene lugar entre los representantes sindicales de los funcionarios y el gobernador del Estado, el republicano Scott Walker, para mantener los derechos de la negociación colectiva que éste quiere eliminar. Se trata de una lucha con repercusiones en todo el país, especialmente en los otros estados al borde de la quiebra. Como respuesta a la iniciativa de recortar los derechos de negociación colectiva (lo cual es un paso determinante hacia la desaparición de los sindicatos), los empleados públicos han tomado el Capitolio local en Madison (la capital del Estado), los 14 congresistas pertenecientes al Partido Demócrata han huido al vecino Illinois para evitar una votación, las manifestaciones han paralizado la ciudad y las escuelas están cerradas porque no hay profesores (este colectivo fue el primero en convocar una huelga salvaje). Entre 70.000 y 100.000 personas volvieron a protestar el pasado sábado 27 de febrero.

El contenido de la nueva Ley que quiere aprobar el gobernador

“[…] no queremos bribones que exploten las fuerzas de los trabajadores; no queremos bandidos que sostengan con ley a esos bribones […]” – Ricardo Flores Magón.

El 11 de febrero, el gobernador Scott Walker introdujo un proyecto de ley (que se puede leer aquí) que básicamente acabará con los derechos de negociación colectiva -los derechos que permiten legalmente a los trabajadores unirse para negociar sus condiciones laborales- de los cerca de 175.000 funcionarios locales y estatales. Ese proyecto de ley ha superado el primer filtro parlamentario en la Cámara de los Representantes y está esperando ser votado en el Senado del Estado.

Las medidas más importantes de este proyecto de ley implican que los trabajadores públicos deberán pagar hasta la mitad del coste de sus pensiones y al menos un 12,6 % de su cobertura médica; se suspende el derecho a la negociación colectiva para casi todos los empleados estatales, municipales y de los condados (exceptuando a policías y  bomberos) en todos los asuntos que no sean incrementos salariales; a los empleados estatales no se les permitirá negociar contratos de duración superior a un año y todos los incrementos salariales estarán sujetos al equivalente estadounidense del IPC, de manera que cualquier aumento por encima de este índice deberá ser aprobado por un referéndum estatal. En lo tocante a los sindicatos, éstos tendrán que renovar anualmente sus permisos para no perder su condición, y los trabajadores afiliados a ellos tendrán que acreditar en el mismo periodo de tiempo su labor sindical (tras iniciar lo que se conoce como una certification campaign) para poder permanecer activos en estas organizaciones. Además, el Estado no permitirá que las cuotas de los sindicatos se recolecten mediante retenciones salariales.  Por último, a los empleados públicos se les prohibirá participar en actos legales de protesta si el gobernador declara un “estado de emergencia”. Todas las medidas entrarían en vigor el 1 de julio de este año y, además, la Administración Walker ha notificado a todos los sindicatos con los que tiene acuerdos a los diferentes niveles del Estado de Wisconsin que estos quedarán anulados el día 13 de marzo. Walker ha amenazado además con despedir a 6.000 empleados públicos si no puede aprobar la medida, e incluso con enviar a la Guardia Nacional en caso de que se prolongue la resistencia de los trabajadores.

Para justificar este ataque salvaje a los trabajadores, Walker argumenta de manera poco convincente que el déficit presupuestario lo tiene atado de manos. En una carta a los Empleados del Estado de Wisconsin, cita unos raros datos estadísticos para respaldar su argumento: “El año fiscal actual, que termina el 30 de enero de 2011, afrontamos un déficit presupuestario de 136,7 millones de dólares”.

No menciona que antes de su reciente plan de deuda, la imparcial Oficina Legislativa Fiscal estatal informó que el Estado iba a terminar el año con un considerable superávit. Walker y los Republicanos hundieron al Estado en la deuda gastando cientos de millones en beneficios para los ricos. Su nuevo plan de deuda dio 48 millones de dólares a seguros privados individuales con grandes ventajas fiscales conocidos como cuentas HSA [1], que sólo benefician a los ricos -gente con un ingreso bruto medio ajustado de 139.000 dólares o más-. Estas cuentas HSA sirven, de hecho, como paraísos fiscales para los ricos, de los cuales casi la mitad no ha retirado nunca nada de sus cuentas.

Los beneficios para los ricos – que resultaron dejar al Estado en bancarrota – han llevado a la presidenta del SEIU, Mary Kay Henry, a especular que la “crisis presupuestaria” de este año podría haber sido planeada específicamente para justificar esta legislación anti-sindical.

Sin embargo, quizás lo más revelador sea el reciente descubrimiento de que en realidad los contribuyentes de Wisconsin no están pagando las pensiones y seguros médicos de los funcionarios, lo cual echa por tierra uno de los principales argumentos de los conservadores. En un brillante trabajo de periodismo de investigación, el autor Rick Ungar reveló que “el gobernador Scott Walker dice que quiere que los funcionarios que gozan de la cobertura brindada por acuerdos alcanzados en negociaciones colectivas ‘contribuyan más’ a sus pensiones y seguros médicos. Tomando las palabras del gobernador Walker como ciertas, y sin pararse a comprobarlo, se tiene la impresión de que estos trabajadores están recibiendo algo gratis, un regalo de los contribuyentes. Pero no es así. De cada dólar que financia los planes de pensiones y de salud de Wisconsin para funcionarios, 100 centavos provienen de ellos mismos”. Esta financiación se da mediante las retenciones salariales a los funcionarios y su posterior inversión en los fondos de pensiones gubernamentales.

Wisconsin sólo es el principio: neoliberalismo y conservadurismo en EEUU

Wisconsin es uno de los cuarenta y cinco Estados de EEUU (de los 50 que hay) que tienen déficit presupuestario. El mismo Walker estima el déficit de Wisconsin en 137 millones de dólares para lo que queda de este año fiscal, y en 3.3 mil millones para los dos próximos (el Estado opera con presupuestos bianuales). Ahora bien, a diferencia de la situación en muchos otros Estados de EEUU y países capitalistas de todo el mundo, la “crisis” fiscal en Wisconsin es en gran medida provocada: Walker fue elegido Gobernador en noviembre, prestó juramento a su cargo a principios de Enero, y en cuestión de días promulgó, con el apoyo de la asamblea legislativa, una serie de beneficios fiscales y reducciones de impuestos para las clases empresariales. La mitad del déficit presupuestario previsto es una consecuencia de esta legislación. A diferencia del Gobierno federal que, bajo los auspicios de la Federal Reserve puede imprimir dinero sin límite para cubrir sus deudas, los Estados están obligados por sus propias constituciones a equilibrar sus presupuestos bianualmente. De esta forma, el déficit presupuestario se convierte en un arma maravillosa que usar periódicamente para disciplinar a la clase trabajadora con la excusa de la austeridad [2].

Lo que pasa en Wisconsin no sólo tiene que ver con el presupuesto«, decía recientemente el premio Nobel de Economía y columnista del New York Times cercano a la socialdemocracia Paul Krugman. «Es una batalla por el poder. El señor Walker y sus partidarios quieren convertir Wisconsin y posteriormente Estados Unidos en una oligarquía propia del tercer mundo«.

Richard Trumka, presidente de la American Federation of Labor and Congress of Industrial Organizations (AFL-CIO), la mayor federación de sindicatos del país, ha denunciado que los argumentos de Walker han ido «cambiando» para justificar su plan y que éste «no tiene nada que ver con la crisis de presupuesto«.

Varios artículos publicados en el portal anarquista anglosajón Libcom (http://www.libcom.org) apuntan a que esta norma, que pronto se extenderá por el resto del Rust Belt del país (Ohio, Indiana, Iowa, Michigan, etc.) [3] cuando otros gobernadores decidan emular a Walker, se encontraba desde hace tiempo en la agenda política del Tea Party, la facción (informal) más conservadora del Partido Republicano [4].

De hecho, miembros del Tea Party se manifestaron el primer sábado tras la ocupación del edificio del Capitolio frente a la concentración a las puertas de éste. Los aproximadamente dos mil miembros del Tea Party que se presentaron, quedaron en evidencia frente a las cincuenta o cien mil personas que deambulaban por las calles, manifestándose, cortando el tráfico y ocupando la mayor parte del espacio en el interior del edificio del Capitolio. Fueron ignorados y arrinconados en una esquina de la parte trasera del edificio. Se esperaba que la presencia del Tea Party fuese una provocación que elevase la tensión entre ambas partes, pero finalmente se quedó en nada [5].

Kill the bill”: Movilizaciones obreras contra la ley [6]

El lunes 11 de febrero, un grupo compuesto por unos 15 líderes sindicales se reunió en Madison para idear una “estrategia” con la que hacer frente a la iniciativa del gobernador. A esa reunión acudieron representantes del Partido Demócrata de Wisconsin y, entre todos, decidieron comenzar una campaña de lobbying para presionar a los legisladores Republicanos y obligarles a comprometerse a suavizar la propuesta de Ley. Mientras hacían esto, más de 100 estudiantes de un instituto de Stoughton (una ciudad obrera), abandonaron sus clases en protesta por las medidas anunciadas por el gobernador. Y esto no era más que un pequeño anticipo de los acontecimientos que iban a suceder los días siguientes, los cuales cogieron totalmente por sorpresa a los participantes de esta pequeña reunión.


Cuando el Comité de la Cámara Baja de Wisconsin fijó el martes, día 12, como fecha inicial para debatir sobre la Ley de Walker, miles de estudiantes y trabajadores del sector público irrumpieron de forma masiva en el Capitolio. El Comité no contaba con que fuera a pasar algo ni remotamente parecido a esto y se vio forzado a escuchar diversos testimonios y a contestar preguntas (planteadas no sin una cierta hostilidad contenida) de las personas que abarrotaron el edificio durante 17 horas seguidas. Llegada la tarde, en la enorme plaza que rodea el Capitolio ya no cabían las 15.000 personas que la habían tomado.

Fue este día, el martes, cuando la furia e indignación de la clase trabajadora se hizo realmente patente. Se llevaron a cabo varias acciones y convocatorias de manifestaciones en Madison, pero también en Eau Claire, Milwaukee y Superior. Estudiantes de instituto en Appleton abandonaron sus centros educativos para protestar. En Madison, el número de personas alrededor del Parlamento ascendió a casi 25.000, que acudieron espoleadas por estudiantes y profesores de la capital y del resto del Estado. Esa noche –y todas las que la siguieron– los manifestantes acamparon allí y al día siguiente (miércoles), el superintendente del distrito escolar de Madison se vio forzado a suspender las clases por falta de asistencia.

A partir del miércoles, la falta de asistencia de estudiantes y profesores (que llamaban a sus centros para pedir bajas por enfermedad) se masificó. La movilización estudiantil se organizó por el boca a boca y por redes sociales como Facebook. El miércoles se marcharon de sus clases y abandonaron los recintos de forma organizada en todos los centros educativos de Eau Claire, La Crosse, Appleton, Green Bay, Madison y Milwaukee y en algunos de los que se encuentran en los distritos de Dodgeville, Fennimore, Holmen, Hudson, Iowa-Grant, Onalaksa, Platteville, River Falls, Tomah, West Salem, Shullsburg y Viroqua. El jueves, los colegios e institutos ni siquiera se molestaron en abrir en Madison y Milwaukee, así como en los pueblos que los rodean (Baraboo, Lodi, Middletown/Cross Plains, Wisconsin Dells, Monona Grove, Pardeeville, Randolph y Deerfield) y en algunas ciudades pequeñas que se encuentran más alejadas, como Belleville, Evansville, Mauston, New Lisbon (Nueva Lisboa) y Janesville. Estos cierres no acaecieron como consecuencia de la enorme generosidad de la Junta Educativa o del superintendente, sino que se decretaron de forma obligada por las ausencias de personal docente y estudiantes (el 40% de los profesores de Madison llamaron a sus centros educativos para decir que estaban enfermos el jueves por la mañana).

Si bien los motivos de los profesores para ir a la huelga están claros, los de los estudiantes no son tan obvios. Algunos analistas lo han atribuido a la atracción que genera la rebelión puntual contra las autoridades escolares, como una suerte de aventura pasajera, como un mero entretenimiento. Sin embargo, en el portal Libcom (www.libcom.org) aseguran que han entrevistado a varios de estos estudiantes y que muchos de ellos –sobre todo los que provienen de pueblos en el extrarradio de las grandes ciudades– han explicado que sus padres (trabajadores de limpieza, conductores, transportistas, administrativos y funcionarios de bajo nivel, profesores, etc.) tienen todas las de perder si la propuesta de Walker se aprueba.

El jueves, las faltas de asistencia de profesores a sus puestos de trabajo empezaron a adquirir la condición de huelga salvaje. Si bien apenas una quincena de distritos escolares cancelaron todas sus clases (cabe señalar que en este listado se encuentran los distritos más grandes, los cuales suponen una cuarta parte de todos los estudiantes y profesores del Estado), no paraban de llegar a la capital docentes de todos los rincones de Wisconsin. En aquellos casos en los que un grupo de profesores no podía ir –por los motivos que fuera– a Madison, ellos mismos convocaban concentraciones en sus propios distritos.

El mismo día, trabajadores del sector privado –principalmente de Madison– empezaron a unirse a la gente que rodeaba el Capitolio. También hicieron lo propio empleados del sector público provenientes de otros Estados. Se estima que unas 30.000 personas se encontraban rodeando el Capitolio el jueves. Y fue este día cuando se adoptó una rutina que se repetiría en las restantes jornadas de movilización: por las mañanas aparecerían aquellas personas que habían decidido no pernoctar en los exteriores del Capitolio y el número de movilizados alcanzaría su cénit a mediodía. Además, esta cifra va en aumento conforme van pasando los días. El viernes contaban con unas 40.000 personas entre sus filas y el sábado, el día en que muchos trabajadores del sector público podían ir sin temer por su puesto de trabajo, la cifra ascendió a entre 70.000 y 100.000 personas.

El viernes, varios reformistas –entre los que se encontraban el reverendo Jesse Jackson y el presidente de la AFL-CIO, Richard Trumka– montaron un pequeño show frente al Capitolio y fletaron autobuses procedentes de varios campus de Milwaukee, Eau Claire, Green Bay, La Crosse, River Falls, Stout y Superior. Otros espectáculos similares tuvieron lugar en las universidades de La Crosse, Milwaukee y Superior, y en ciudades carentes de universidades como Hudson. Durante el acto de Madison, Tom Morello, el vocalista y guitarrista del grupo de música Rage Against the Machine, leyó una emotiva carta escrita por rebeldes egipcios que participaron en la caída del presidente Hosni Mubarak dirigida a los trabajadores de Wisconsin. En este acto y en otros que le sucedieron, se hizo referencia a “Hosni Walker”.

Los sindicatos con mayor número de afiliados organizaron los eventos formales en los alrededores del Capitolio. Entre estos se encuentran la American Federal of State, County and Municipal Employees (AFSCME), la Wisconsin Education Association (y Madison Teachers Incorporated), y la American Federation of Teachers (AFT). Junto con el capitalista Partido Demócrata, tratan de iniciar una campaña de lobbying para obligar a un puñado de parlamentarios Republicanos a dar el brazo a torcer y cambiar lo que, según creen, son los puntos más onerosos de la propuesta de ley de Walker. Obviamente, los dirigentes de los principales sindicatos temen perder afiliados (lo cual sería una consecuencia inevitable de la acotación de su poder y de la imposición de requisitos más duros para poder constituirse como sindicatos) y, con ello, ingresos. El punto que más preocupa a los Demócratas es el que se refiere a la eliminación de la negociación colectiva, ya que sin ella su capacidad para influir sobre dirigentes sindicales sería una herramienta inútil, pues éstos pasarían a convertirse en agentes sin un poder social práctico. Además, una disminución en los ingresos de los sindicatos supone también una reducción de las donaciones a su partido provenientes de la burocracia sindical. Tan sólo les quedaría el poder que ya tienen como agentes del Estado, pero perderían en respaldo y legitimidad social. Como respuesta a la iniciativa legislativa de Walker, sus acciones se han limitado a tacharle de “bala perdida”, de una suerte de “bárbaro” al margen de la política partidista civilizada al que hay que devolver al buen camino, pero -principalmente por miedo a las sanciones legales que pudieran recibir- no han hecho nada por organizar ni alentar la huelga salvaje.

Los trabajadores y estudiantes que han participado en la ocupación del Capitolio ostentan opiniones divergentes a las de los Demócratas. Creen que los sindicatos durante los últimos años -incluso en los anteriores a la Administración Walker- se han centrado demasiado en reivindicaciones concretas contra la austeridad, pero que ahora la lucha no se limita a denunciar los recortes salariales y de pensiones, sino que se dirige contra la totalidad de la cultura política -desde el nivel local o municipal hasta el nacional- que se ha esforzado por hacer añicos sus ya de por sí bajos niveles de vida y que ha aumentado los poderes de aquellos en los niveles más altos de cada puesto de trabajo con la intención de aumentar las prácticas autoritarias y arbitrarias en los curros. Es bastante significativo que muchas de las personas que están participando en las protestas se identifican -e identifican sus acciones- en gran medida con los trabajadores movilizados en Egipto y Túnez y denuncian públicamente el apoyo brindado por el Gobierno estadounidense a estos regímenes dictatoriales. Según el portal Libcom, la gran mayoría de los manifestantes están a favor de destituir a Walker y hay un núcleo de unas 2.000 o 3.000 personas convencidas de que si emulan a sus compañeros de El Cairo y Manama, lo conseguirán [7].

El enemigo dentro de los propios sindicatos

Del mismo modo que nadie duda en criticar al ultraconservador Partido Republicano, se advierte en otros artículos publicados en medios de contrainformación anglosajones de los riesgos que corren los trabajadores si escuchan al Partido Demócrata y a sus líderes sindicales: si los trabajadores permanecen en la calle y siguen ocupando la capital, Walker tarde o temprano asumirá, muy a su pesar, que debe negociar con alguien para aplacar la ira de las masas. El problema reside, sin embargo, en el hecho de que Walker tratará de mantener su Ley lo más impoluta posible, por lo que buscará negociar con el Partido Demócrata en vez de con los trabajadores (quienes se juegan mucho más que los políticos). Los Demócratas, por su parte, darían órdenes a los “lacayos” que tienen en las direcciones de los sindicatos para que procediesen a la desmovilización. Por tanto, las bases de Wisconsin deben ignorar los llamamientos que posiblemente provengan próximamente de sus líderes si los Demócratas llegan a un acuerdo con Walker, teniendo siempre en mente que las burocracias sindicales de todos los países tienden a ponerse del lado de la patronal –y/o del Estado– cuando los conflictos se radicalizan. No se puede negar que aquellos que se encuentran en la cúpula de las organizaciones obreras defienden los derechos más básicos de sus afiliados, e incluso pueden apoyar a otros militantes de vez en cuando, pero también es cierto que tienen unos intereses que a menudo se contraponen a los de las bases.

El pasado otoño en Francia, durante todo el año pasado en Grecia o recientemente en España, los grandes sindicatos -mucho más grandes proporcionalmente que cualquiera de los que existen en Estados Unidos- han demostrado que no tienen nada que ofrecer en los enfrentamientos abiertos con el capital o con el Estado. Lo mismo ocurre en Madison: a última hora del viernes, día 15 de febrero, Mary Bell, presidenta del Consejo de Asociaciones Educativas de Wisconsin [Wisconsin Education Association Council] y Marty Beil, el director ejecutivo de AFSCME en Wisconsin, abandonaron toda pretensión de luchar por los salarios, las pensiones y especialmente las condiciones de trabajo… Posteriormente les dijeron a los periodistas que los trabajadores, “sus” trabajadores, pondrían de su parte para acabar con el déficit, más allá de la explotación cotidiana en el trabajo, aumentando su disponibilidad frente a los empresarios… El sindicato de profesores de Madison empezó a insistir a sus afiliados para que volviesen al trabajo el martes siguiente, día 15. Los sindicatos van a luchar por mantener la fuente de su poder, la negociación colectiva y la recolecta de las cuotas sindicales, y nada más.

El principal interés de los líderes sindicales es recolectar las cuotas y otras aportaciones económicas que reciba su organización. Con esto, lo que persiguen es su propia supervivencia y la de la cómoda posición que han adquirido en la cúpula del sindicato. Y como medio para garantizar esto, les conviene mantener buenas relaciones con el Partido Demócrata y defenderán, cueste lo que cueste, el statu quo que ha adquirido el sindicalismo de nuestros tiempos, aunque para ello se tengan que enfrentar a sus propios compañeros. De hecho, algunos testigos afirman que miembros de las cúpulas de los sindicatos han quitado aquellas pancartas más “incendiarias” como aquellas en las que se leía “Walk like an egyptian”[8].

Por su parte, el Partido Demócrata también tiene su propia agenda. El Presidente Barack Obama ya ha denunciado el «ataque contra los sindicatos» perpetrado por el gobernador de Wisconsin pero, enzarzado en su propia batalla con los Republicanos para que voten una ampliación del presupuesto federal antes del 4 de marzo, ha preferido no inmiscuirse demasiado. No hace falta ser demasiado retorcido para sospechar que quizás “ceda” por un lado para ganar por otro, pero, eso sí, criticando las acciones de Walker durante el transcurso de toda la negociación para mantener intacta su imagen.

La iniciativa de los trabajadores y funcionarios de base de Wisconsin ha puesto en juego algunos de los intereses de partidos y sindicatos. En estos momentos, muchos líderes están haciendo lo posible por recuperar el control sobre sus afiliados –los cuales, ignorando todas las órdenes recibidas, llevaron a cabo una de las huelgas más salvajes de los últimos tiempos–, ya que temen que puedan darse cuenta no sólo de que son capaces de actuar al margen de sus superiores jerárquicos, sino que además sus acciones independientes son mucho más efectivas.

Lo más importante ahora es mantener vivo entre los trabajadores de Madison ese espíritu de independencia.

Notas

[1] Las cuentas HSA (Health Savings Accounts), son seguros privados individuales (no como los seguros HRA, Health Reimbursement Accounts, que son de la empresa y que por tanto son iguales para todos los trabajadores de una empresa) con ventajas fiscales  a nivel federal.

[2] La explicación al completo de por qué el déficit en Wisconsin ha sido provocado se puede leer (en inglés) en el segundo apartado del artículo “Report from Madison: Fascists and Unions in the US North”, (http://libcom.org/news/report-madison-fascists-unions-us-north-22022011).

[3] Rust Belt, literalmente cinturón de óxido, es el cinturón industrial. Se denomina así a toda la región del medio oeste americano que durante buena parte del siglo XX fue una zona altamente industrializada, pero que a partir de los años 70-80 sufrió las consecuencias de la deslocalización prodctiva al extranjero y a los estados del Sur, cuya tasa de sindicalización era y es mucho menor.

[4] Para más información sobre el Tea Party, existen múltiples artículos en el diario El País (www.elpais.com) que critican duramente esta facción (lo cual no es muy difícil, basta con relatar verazmente cuáles son sus ideas), en un intento de la editorial de este periódico del Grupo Prisa de hacernos ver lo “razonable” y “moderada” que es la postura del presidente Barack Obama al lado de la de estos brutos cuasi-fascistas.

[5] http://www.modestoanarcho.org/2011/03/looking-toward-wisconsin-interview-with.html

[6] Literalmente “mata la propuesta ley”, es juego de palabras con la película “Kill Bill”

[7] Se puede leer (en inglés) un relato en primera persona de los hechos ocurridos en el asalto al Capitolio en “Impressions of Madison”

(http://libcom.org/blog/impressions-madison-25022011).

También se puede leer un panfleto de la IWW repartido en estas manifestaciones en:

http://libcom.org/library/iww-general-strike-pamphlet

[8] Literalmente, “Camina como un egipcio” y que es un juego de palabras con una conocida canción de los 80 http://www.youtube.com/watch?v=cjI4p8_NZVc&feature=related )

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